100.000 a?os en Cova Eir¨®s
Las excavaciones en la gruta de Triacastela, la ¨²nica de Galicia que re¨²ne a la vez piezas del 'homo sapiens' y 'neandertal', hallan una lanza del Paleol¨ªtico Superior
La misma piedra caliza extra¨ªda de la cantera vecina es la responsable de que el pasado de Cova Eir¨®s, en Triacastela (Lugo), muestre hoy menos nebulosas. Solo el 0,5% del subsuelo gallego es de tipo calc¨¢reo y, por lo tanto, menos ¨¢cido, raz¨®n por la que las monta?as orientales de Lugo y Ourense conservan restos de fauna y flora que se han perdido en otros lugares tambi¨¦n ¨²tiles para el estudio del Paleol¨ªtico, como el Baixo Mi?o. La ¨²ltima campa?a de excavaciones en Cova Eir¨®s, dirigida por el catedr¨¢tico de la Universidade de Santiago Ram¨®n F¨¢bregas, ha sacado a la luz una aguja en hueso y una azagaya de 12 cent¨ªmetros, una peque?a lanza decorada con tres l¨ªneas grabadas en zig zag, tambi¨¦n sobre el hueso de un animal a¨²n sin precisar. Atada a un m¨¢stil, era una herramienta de caza, un proyectil. "En Galicia solo aparece algo as¨ª en las cuevas de Vali?a (Castroverde) y Valdavara (Becerre¨¢) aunque no est¨¢n decoradas", explica Arturo de Lombera, uno de los coordinadores de la investigaci¨®n, a cargo del Grupo de Estudos para a Prehistoria do Noroeste de la Universidade de Santiago y del Institut Catal¨¢ de Paleoecologia Humana i Evoluci¨® Social de Tarragona. Tambi¨¦n colabora la Universidad de Arizona.
La cueva estuvo habitada en los a?os m¨¢s duros de la ¨²ltima glaciaci¨®n
Ya en los a?os ochenta y noventa, el yacimiento de Triacastela anunciaba importantes hallazgos. El descubrimiento de restos de oso de las cavernas, bien adaptado a las fr¨ªas temperaturas del noroeste en el ¨²ltimo per¨ªodo glaciar (110.000-10.000 a?os antes de Cristo), eran un buen presagio. Este animal, que habitaba en la profundidad de las cuevas, es caracter¨ªstico del Paleol¨ªtico Superior, marcado por la aparici¨®n del homo sapiens, cuya presencia en Cova Eir¨®s ha dejado un largo rastro de se?ales: ¨²tiles de caza tallados a partir de una arista natural, puntas de s¨ªlex y cristal de roca o adornos personales, como un colgante de diente de zorro datado en 26.000 a?os, la ¨¦poca m¨¢s dura de la glaciaci¨®n. A pesar del rigor del clima, Cova Eir¨®s segu¨ªa habitada. Sus moradores se preocupaban no solo de construir herramientas de calidad sino tambi¨¦n de dotarlas de valor est¨¦tico. El paso con respecto a la etapa anterior, el Paleol¨ªtico Medio (entre 130.000 y 33.000 a?os antes de Cristo) fue abismal.
Y es que si por algo resulta valiosa Cova Eir¨®s es por la posibilidad de comparar las materias primas y las estrategias de subsistencia del homo sapiens y del homo neanderthalensis, los dos hom¨ªnidos que ocuparon la gruta. Cuatro a?os de excavaciones han dejado m¨¢s de 4.000 registros valios¨ªsimos para entender las diferencias entre las dos especies de hom¨ªnidos y el entorno en el que vivieron.
Como el colgante de diente de zorro descubierto en 2009 hay pocos en todo el Cant¨¢brico. El hallazgo es importante no solo por su rareza sino tambi¨¦n porque el uso de huesos revela un alto grado de grado de exigencia t¨¦cnica. El hombre neandertal usaba herramientas de peor calidad, normalmente cuarzos y cuarcitas de los arroyos cercanos. El sapiens se desplazaba m¨¢s. La inc¨®gnita ahora es saber hasta d¨®nde llegaban los hombres de Cova Eir¨®s, cazadores recolectores, para saciar sus necesidades. La vecina cueva de Valdavara (Becerre¨¢) ofrece un precedente premonitorio, unas conchas decorativas de 15.000 a?os de antig¨¹edad que abren la puerta a una posible relaci¨®n con las zonas costeras del Cant¨¢brico a trav¨¦s del valle del Navia.
Contempor¨¢neos de Altamira
En una excavaci¨®n arqueol¨®gica cada m¨ªnimo detalle puede ser un hallazgo. Tanto como los ¨²tiles usados por los moradores de la cueva importan los restos de fauna y flora encontrados. El carb¨®n suele indicar que en el lugar hubo un fuego, con lo que ello implica no solo de h¨¢bitos alimenticios sino de cohesi¨®n social, y los huesos de peque?os lobos, rebecos, cabras y ciervos hallados en Triacastela, que el terreno era escarpado y que hab¨ªa bosques cerca de la gruta. Hoy en Triacastela no hay pinos, pero s¨ª los hubo en el Paleol¨ªtico, tal y como revelan los restos de flora hallados. Y en alg¨²n momento de ese largo per¨ªodo de comunidades itinerantes el clima permiti¨® que en la monta?a de Lugo viviera el rinoceronte lanudo, del que tambi¨¦n se encontraron restos ¨®seos en la gruta. Al lado de los arque¨®logos, un equipo de cineastas rueda un documental sobre la historia de la gruta, que fue adem¨¢s almac¨¦n de cosechas en el medievo.
Todav¨ªa son muchas las inc¨®gnitas que rodean Cova Eir¨®s, pero la comparaci¨®n con otras grutas de la misma ¨¦poca alimenta las expectativas de los arque¨®logos. "Estas sociedades son contempor¨¢neas a las de Altamira, as¨ª que no podemos descartar que aparezcan restos de arte en la cueva", dice de Lombera.
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