Esperma para alumbrar
Cuentan que en Roday (Noruega) se han encontrado pinturas rupestres con una antig¨¹edad de cuatro mil a?os que representan a los primeros balleneros de los que se tiene noticia en los momentos en los que intentaban capturar al gigante marino armados de rudimentarias lanzas y cuchillos.
No dudamos que lo consegu¨ªan, porque seguro que sus ambiciones eran menores que las del capit¨¢n Ahab, que pretendi¨® ir contra la naturaleza de las cosas arponeando con la fuerza de los brazos a Moby Dick, la ballena blanca, que deb¨ªa pesar sus buenas doscientas toneladas.
Novelas y obsesiones aparte lo cierto es que durante la Alta Edad Media y hasta hace nada, un par de centurias, los marinos de todo el mundo se concitaban en la ruta de los cet¨¢ceos para cazarlos y as¨ª obtener su carne y lo que era m¨¢s importante, la grasa que atesoraban en su cuerpo, que alumbraba las calles y habitaciones de buena parte de la humanidad.
De la ballena, todo se aprovechaba: grasas para jab¨®n, glicerinas o velas
M¨¢s que grasa para alumbrar la ballena -el cachalote- aportaba su cabeza, exactamente el l¨ªquido contenido en su hermosa parte frontal, que es una especie de suave aceite o cera que arde con prontitud y fijeza, y que curiosamente lleva el impropio nombre de espermaceti, siendo as¨ª que ninguno de sus componentes tiene facultad alguna para engendrar.
Los marinos, una vez el animal flotaba yerto junto a su barco, se introduc¨ªan por la cabeza y trasegaban a cubos los tres mil litros del esperma que se alojaban en dicho lugar, prosiguiendo con su tarea hasta no dejar rastro de su existencia. De la ballena, como del cerdo, todo se aprovechaba. Y algunas grasas, para perfumes; otras, para jabones; tantas, para glicerinas, aquellas para jab¨®n, para velas, para margarina y otros aceites; y la carne para comer, que las prote¨ªnas ni se tiran ni se regalan.
Semejante lucrativa actividad fren¨® de forma notable cuando el petr¨®leo hizo irrupci¨®n en el mundo y se constituy¨® en combustible indispensable, por lo que el espermaceti dej¨® de tener seguidores m¨¢s all¨¢ de lo que conven¨ªa a la industria perfumera, que era su segundo destino capital.
Decimos que la venida del petr¨®leo frustr¨® el negocio, que por otra parte, y por m¨¢s que suene extra?o, era de tipo financiero y no industrial, ya que las enormes cantidades de dinero que eran necesarias para el flete de los barcos y garant¨ªa de la inversi¨®n, hicieron de los aseguradores y banqueros los mayores defensores de su pesca.
Dinero y luz, porque a decir verdad, m¨¢s all¨¢ de los inuits y otros habitantes de las regiones polares, la disposici¨®n de los gastr¨®nomos para dejarse seducir por las ricas carnes del mam¨ªfero marino ha sido m¨¢s bien escasa, siendo quiz¨¢s ahora -cuando su pesca est¨¢ prohibida y solo se aprovechan los restos de las capturadas para investigaci¨®n- el momento en que Jap¨®n hace de sus carnes sushi y sashimi y ricas hamburguesas, que sustituyen con ventaja las que todos conocemos de ignotos productos c¨¢rnicos.
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