Bramidos nocturnos a orillas del r¨ªo
Los canadienses Fucked Up revolucionan la primera jornada del Madrid Beach
Con un ojo en el escenario y otro en el nubarr¨®n. As¨ª ech¨® a andar anoche, t¨ªmidamente, la primera edici¨®n del MTV Madrid Beach, en una jornada que habr¨ªa resultado desdibujada y anodina de no ser porque a ¨²ltima hora llegaron los canadienses Fucked Up y su orondo cantante organiz¨®, carnes al aire, un buen tinglado con sus seguidores de las primeras filas. Algunos deben de andar a¨²n bajo el influjo de la adrenalina.
El nuevo festival persigue el doble objetivo de aprovechar la explanada fluvial junto al Puente del Rey esa en la que Pepe Reina se consagr¨® hace catorce meses como nuestro maestro de ceremonias favorito y reivindicar los ¨²ltimos coletazos del verano. Pero como aqu¨ª sigue sin haber playa, por m¨¢s que bauticemos los saraos en ingl¨¦s, y ya acechan las oto?ales tardes l¨¢nguidas y el Prozac, la respuesta del p¨²blico fue solo tibia. Unas 7.000 personas se dejaron caer por las m¨¢rgenes del Manzanares, seg¨²n la organizaci¨®n. Pero la cifra es acumulativa y, por tanto, enga?osa: la holgura de espacios fue la t¨®nica absoluta pese a que el evento es gratuito durante sus tres d¨ªas.
Damian Abraham retoz¨® con el p¨²blico entre brincos, besos y achuchones
La chavaler¨ªa permaneci¨® algo ¨¢tona hasta que irrumpi¨®, a las 23.20, un tornado de Toronto con apariencia de sexteto de punk. Y con un osete calvo, barbudo y desinhibido que no par¨® de proferir bramidos ante el micr¨®fono. Damian Abraham luc¨ªa uniforme de baloncestista, pero al minuto se despoj¨® de la camiseta y desde la tercera canci¨®n ya se dedic¨® a retozar con el p¨²blico entre brincos, besos, golpes de pecho, achuchones, espont¨¢neos que volaban por los aires y generosos intercambios de sudor. Cualquiera habr¨ªa preferido el destape del rubio guitarrista pijo o la bajista de per¨ªmetro pectoral king size, pero el carisma no est¨¢ re?ido con las lorzas.
Antes de los canadienses hab¨ªan intentado caldear el ambiente dos formaciones patrias: una ruidosa, los madrile?os Nothink, y otra martilleante, los ubicuos gallegos Tri¨¢ngulo de Amor Bizarro. Los primeros, hijos de esa camada grunge para la que el punto geoestrat¨¦gico de toda la v¨ªa l¨¢ctea sigue llam¨¢ndose Seattle, tienen al frente a un cantante y guitarrista curioso, de puro equ¨ªvoco. Porque Juan Blas es un muchacho menudo y modoso que piropea al p¨²blico como un artista de variedades ("qu¨¦ bonito sentirse parte de todo esto que form¨¢is vosotros"), pero que se transforma en una fiera ind¨®mita cuando enchufa el amplificador. Ayer cant¨® los temas de su tercer disco, Hidden state, con la misma voz bronca de un l¨ªder sindical llamando a las barricadas.
Los bizarros no cantan en ingl¨¦s, sino en castellano, pero dio igual: no hab¨ªa forma entenderles una palabra. "No me entero de nada, t¨ªos", le confesaba en las primeras filas un muchacho de holgada camiseta negra a sus colegas. Aun en el caso de que pudiera escuchar el mensaje no resultar¨ªa sencillo descifrarlo, a tenor de t¨ªtulos como De la monarqu¨ªa a la criptocracia. La ¨²nica t¨ªmidamente coreada, por cierto, aunque seguimos sin saber si dice "Arr¨¦ame, arr¨¦ame" o "Arr¨¦glame, arr¨¦glame" en el estribillo.
As¨ª las cosas, lo mejor de TAB fue la parte hablada, la inicial retranca norte?a de Isabel Cea cuando proclam¨®: "Ten¨¦is una playa muy chula, pero sin berberechos, carallo". O su posterior loa a los posibles efectos narc¨®ticos del caf¨¦ en El Palentino, ese m¨ªtico bar de azulejos que en alg¨²n siglo fueron blancos.
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