"Vine y pregunt¨¦: 'Para ser monje, ?qu¨¦ hay que hacer?"
Mientras los monjes enrollan en silencio los tallarines con bitxo servidos en el refectorio del monasterio de Montserrat, uno de ellos lee la Eleg¨ªa por Babilonia, de Jerem¨ªas. "?S¨¢lvese quien pueda! No perezc¨¢is por su pecado, porque el Se?or va a vengarse de ella y a pagarle como se merece", advierte el profeta, que anuncia que Dios acabar¨¢ implantando la justicia. Son los dos men¨²s que alimentar¨¢n hoy a la comunidad benedictina, en la que Bernat Juliol, un abogado de 32 a?os, ha profesado. "San Benito ense?a que la comida debe servir para alimentar el esp¨ªritu", explica el monje.
Juliol ha cambiado de nombre porque ha cambiado de vida. Sus padres lo bautizaron como Daniel. "Hay gente que me dice: 'No entiendo lo que haces en Montserrat, pero te respeto'. A todos les sorprendi¨® mi decisi¨®n", relata. Frente a una taza de caf¨¦ negro, en una sala del recinto mon¨¢stico, explica su trayectoria: "Cuando acab¨¦ la carrera, empec¨¦ a trabajar en un despacho de abogados. Me gustaba. Ve¨ªa que pod¨ªa ayudar a mucha gente. Pero cuando llegaba a casa pensaba: 'Me falta algo'. Y cuando piensas muchas veces 'me falta algo' es hora de ver qu¨¦ te falta".
El religioso entr¨® en el monasterio tras ejercer de abogado en un bufete
Sorbe su caf¨¦, ya fr¨ªo, y relata qu¨¦ hizo para averiguarlo: "Un d¨ªa vine a Montserrat y pregunt¨¦: 'Uno que quiere hacerse monje, ?qu¨¦ tiene que hacer?". Bernat debi¨® formular su pregunta en catal¨¢n: lo delata la estructura de la frase que surge de su traducci¨®n literal al castellano. Es de Girona. Catal¨¢n de pura cepa. Como la mayor¨ªa de los monjes del monasterio m¨¢s emblem¨¢tico de Catalu?a. Antoni Pou, entonces maestro de novicios, fue prudente. "Sube un fin de semana cada mes y dentro de dos a?os nos lo planteamos", le propuso. Han pasado siete de aquello, dice con una sonrisa. ?Y ahora, le sigue faltando algo? "No", responde rotundo. "Tengo lo que durante a?os he estado buscando. Lo describo como cuando has visto la tele en blanco y negro y la ves en color: mi vida tiene un sentido mucho m¨¢s pleno que antes. Hay d¨ªas que veo las cosas m¨¢s claras que otros, pero cuando hago balance, digo: s¨ª, este es mi lugar. Aqu¨ª soy feliz".
La vida en el monasterio es muy ordenada. La jornada comienza a las 6.00 y termina a las 21.30. El latido diario est¨¢ marcado por el ora et labora de San Benito. La convivencia con los monjes fue uno de los "grandes descubrimientos". "Desde fuera, los ve¨ªa distantes: vestidos de negro. Pero cuando entras, ves que es gente normal, muy humana. Descubres una familia, el sentido profundo de la comunidad", afirma Juliol.
Pese a vivir en las tripas de esa singular monta?a de Montserrat, el monje no est¨¢ ajeno a la actualidad. Incluso se ha registrado en Facebook, aunque entra poco. Es consciente del fen¨®meno de los indignados y conoce a participantes en un movimiento que le parece "un grito que nos tendr¨ªa que interpelar". La ra¨ªz del 15-M es una crisis econ¨®mica que Juliol achaca a la falta de valores: "Las t¨¦cnicas econ¨®micas y el inter¨¦s financiero van por un lado, y por otro, casi sin conocerse, la ¨¦tica y la moral. Cuando se separan esas dos cosas nos perdemos todos. Hay que poner al ser humano en el centro de la econom¨ªa".
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