Triste final
Nadie nos va a confesar nunca la verdad. Nadie nos contar¨¢ los entresijos de esta decisi¨®n, las llamadas recibidas, la letra peque?a de esta decisi¨®n. Nunca sabremos si fue el Banco Central Europeo quien chantaje¨® al Gobierno con abandonar su deuda en el corral de los mercados o si fueron Angela Merkel o Sarkozy quienes llamaron al presidente de Gobierno para transmitirle alg¨²n ultim¨¢tum. En realidad, da lo mismo la identidad del mensajero. Lo importante es que, fuese quien fuese el emisario, ten¨ªa claro que sus deseos no iban a ser contrariados, ni siquiera explicados a la ciudadan¨ªa.
El presidente del Gobierno recurri¨® al aliado natural de estas pol¨ªticas, al portavoz del Partido Popular, para reclamar un apoyo que obtuvo de forma inmediata, no en vano se suscrib¨ªan por primera vez las tesis que la FAES y la gran derecha europea ven¨ªa planteando desde tiempo inmemorial. Tampoco se sabr¨¢ nunca la raz¨®n por la que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, como un nuevo Fausto, ha vendido su alma al diablo a cambio de unas l¨ªneas elogiosas en los libros de historia que escribir¨¢n los vencedores, aunque las letras se escriban sobre la pira donde se incineran los ¨²ltimos sue?os de su propia organizaci¨®n pol¨ªtica.
Las im¨¢genes, en este caso, valen m¨¢s que todas las palabras pronunciadas por los diferentes dirigentes socialistas en estos d¨ªas. La entrada a las reuniones en las que discutieron, a posteriori, la reforma constitucional, era lo m¨¢s parecido a una luctuosa despedida. Las caras de tristeza, los rostros cansados y el olor a derrota eran evidentes. S¨®lo los aut¨¦nticos bur¨®cratas, quiz¨¢ los que conocieron de antemano las decisiones y que consideran la pol¨ªtica un juego infantil frente a los mercados, luc¨ªan impert¨¦rritos.
Realmente, tampoco sabremos por qu¨¦ Rodr¨ªguez Zapatero, en calidad de secretario general del PSOE, no le comunic¨® su decisi¨®n al candidato de su partido hasta no tener cerrado el acuerdo con Mariano Rajoy. Alguien deber¨ªa explicar c¨®mo se ha llegado a este caudillismo de nuevo cu?o, envuelto en la bandera espa?ola y en la vieja apelaci¨®n de que los tiempos futuros le absolver¨¢n. Tampoco nos contar¨¢n las horas oscuras de ese d¨ªa de negociaci¨®n interna del PSOE; si es cierto que incluso estaba cerrado que en el texto constitucional apareciera la cifra exacta de la derrota pol¨ªtica; si es verdad que muchas federaciones se debat¨ªan entre oponerse rotundamente a la reforma constitucional o negociar un peque?¨ªsimo espacio para la pol¨ªtica, dejando sin cifrar la reducci¨®n del d¨¦ficit. Min¨²sculas esperanzas para salvar las ¨²ltimas banderas.
Nadie nos contar¨¢ nada, aunque sea nuestra Constituci¨®n y se trate del valor de nuestra democracia. Ya se sabe que para las decisiones econ¨®micas, las que de verdad determinan nuestras vidas, la ciudadan¨ªa es un estorbo, una r¨¦mora que dificulta el reino de los tecn¨®cratas a sueldo y de los intereses de los sectores financieros.
Algunos intelectuales c¨ªnicos llaman "ganga ut¨®pica" a todos los art¨ªculos de los textos constitucionales que hacen referencia a temas sociales como el derecho a la vivienda o la bella declaraci¨®n de que "toda la riqueza del pa¨ªs en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad est¨¢ subordinada al inter¨¦s general". La primera vez que escuch¨¦ tal expresi¨®n me pareci¨® indignante. Ahora han convertido tambi¨¦n en ganga ut¨®pica la declaraci¨®n inicial de que la soberan¨ªa reside en el pueblo porque han escrito con tinta invisible que excepto cuando se trate de decisiones de car¨¢cter econ¨®mico.
Triste final de una dif¨ªcil legislatura y torpe exhibici¨®n de la falta de alternativas ante una derecha que empuja ya descaradamente hacia el fin del estado del bienestar. Al finalizar el debate, Mariano Rajoy hizo ese gesto tan particular, ese movimiento de mand¨ªbula con el que celebra sus grandes triunfos. Incluso se ha relamido un poco el bigote, tan satisfecho como el gato que acaba de zamparse al rat¨®n.
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