Cerco al basti¨®n de Gadafi en el desierto
Las fuerzas del Consejo Nacional rodean Bani Walid, el ¨²ltimo gran refugio del dictador en el interior - Los rebeldes aseguran que un hijo del coronel ha muerto
Los milicianos estaban tranquilos y, ahora disciplinados, aguardaban las ¨®rdenes de sus comandantes en pleno desierto, a unos 20 kil¨®metros al norte de Bani Walid, la ciudad libia que rodeaban ayer los rebeldes, a centenar y medio de kil¨®metros al sureste de Tr¨ªpoli. Sospechan que en esta poblaci¨®n de 50.000 habitantes se esconde alguno de los hijos m¨¢s odiados -Saif al Islam y Mutasim- de Muamar el Gadafi. El deseo de liberar la localidad se mezcla con el temor. Un millar de milicianos, muchos de ellos naturales de la localidad, esperaban que los l¨ªderes tribales enarbolaran bandera blanca. Pero colapsadas las negociaciones, evitar un ba?o de sangre era una prioridad. "Tenemos miedo de que si asaltamos la ciudad, los gadafistas puedan matar a mucha gente", dice Taha Zauan, un ingeniero desempleado de 30 a?os que sabe que sus familiares pueden ser v¨ªctimas de una de las ¨²ltimas batallas de esta guerra, que pronto cumplir¨¢ siete meses.
"Tenemos miedo de que los gadafistas maten a muchos", dice un sitiador
En la mediterr¨¢nea Sirte, cuna de Gadafi, hubo alguna escaramuza. En Jufra, en el suroeste, y en la meridional Sabha, los insurrectos tambi¨¦n han iniciado el asedio. Antes eran Misrata, Bengasi o Ajdabiya las ciudades sitiadas por las tropas leales a Gadafi. Ahora son ellos los asediados. La guerra ha dado un vuelco radical. El dictador fue expulsado de su baluarte tripolitano hace 12 d¨ªas, parte de su familia se fug¨® a Argelia y la guerra se limit¨® a pocos enclaves.
Los combates han sido escasos en los ¨²ltimos d¨ªas -"ayer dispararon a gente que colocaba en sus casas la bandera tricolor", aseguraba el rebelde Anas el Judary-, y aunque la espera desespere a algunos sublevados, se pretende a toda costa liberar las ciudades sin m¨¢s p¨¦rdidas de vidas. De ah¨ª que los mandos sublevados negocien con los l¨ªderes tribales de Bani Walid para que entreguen la ciudad.
A 20 kil¨®metros al norte de esta poblaci¨®n, los shabab (muchachos) descansan y rezan. El trasiego de veh¨ªculos militares con sus ametralladoras montadas es escaso. Ya cercan Bani Walid por los cuatro costados. Mohamed y media docena de hombres reemplazan munici¨®n en la cadena de la ametralladora. "Los proyectiles de 12,8 mil¨ªmetros se atascan. Hay que colocar los de 12,7 mil¨ªmetros", explica Mohamed, vestido de camuflaje, un atuendo cada vez m¨¢s extendido.
El calor es abrasador y en Bani Walid las deben estar pasando canutas. Desde el 21 de agosto no hay electricidad y las comunicaciones han sido cortadas. Los sublevados contactan con un par de rebeldes que disponen de tel¨¦fono por sat¨¦lite, pero utilizarlo es peligroso porque se necesita estar al aire libre. Si los descubren las tropas gadafistas, saldr¨¢n mal parados. Los rebeldes piensan que los mercenarios y soldados del dictador tienen poco que perder. "Hay unos cien libios de Bani Walid que han cometido cr¨ªmenes en Tr¨ªpoli y en otros lugares desde el comienzo del alzamiento, y no quieren rendirse porque saben que les esperan muchos a?os de c¨¢rcel. Sabemos lo que hicieron porque tenemos v¨ªdeos, declaraciones de testigos y porque en esta ciudad todo el mundo se conoce", explica Taha Zauan. En esas circunstancias, el asalto entra?a un peligro cierto. O as¨ª lo creen los alzados contra el coronel que ha regido Libia durante casi 42 a?os.
"Tenemos hermanos en Bani Walid", dice Abdal¨¢. "Pueden hacer rehenes y tomar escudos humanos. Por eso vamos despacio. Antes tenemos que saber con precisi¨®n qu¨¦ armas tienen y d¨®nde se esconden. Utilizan escuelas y edificios p¨²blicos", a?ade Zauan. "La mayor¨ªa de la gente est¨¢ deseando ver ondear nuestra bandera. Pero Gadafi necesita conservar Bani Walid para demostrar que disfruta del apoyo de la tribu Warfala", sentencia. Esta tribu es la m¨¢s numerosa, un mill¨®n de los seis millones de libios. Sus miembros, no obstante, viven por toda Libia, y a comienzos de la revuelta muchos de sus jefes -la tribu se divide en medio centenar de clanes- expresaron su respaldo a la rebeli¨®n. Desde mediados de los a?os noventa del siglo pasado sus v¨ªnculos con el r¨¦gimen se deterioraron por el reparto de cargos en las fuerzas de seguridad.
El ultim¨¢tum lanzado a los militares del depuesto r¨¦gimen por el Consejo Nacional de Transici¨®n (CNT), el Gobierno ya reconocido por casi todo el mundo, supone un dilema. Es un riesgo porque hasta su vencimiento, el s¨¢bado, las tropas del aut¨®crata pueden aprovechar para reagruparse, aunque eso es dif¨ªcil que suceda, dados los innumerables controles que salpican las carreteras libias. Quiere el CNT evitar m¨¢s muertes, pero tampoco puede permitirse que varias ciudades escapen a su control, cuando Libia necesita estabilidad como el agua. Sin especificar d¨®nde, jefes rebeldes aseguraban ayer conocer el lugar donde se esconde el fugitivo dictador, y que su hijo Jamis -comandante de la Brigada 32, una de las m¨¢s sanguinarias- falleci¨® en una batalla cerca de Tr¨ªpoli. Si Gadafi es capturado, vivo o muerto, la liberaci¨®n de Bani Walid y dem¨¢s ciudades sitiadas puede ser m¨¢s sencilla.
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