La distracci¨®n mortal
El viernes dej¨® dos datos que deber¨ªan hacer que todo el mundo en Washington est¨¦ ahora diciendo: "Dios m¨ªo, ?qu¨¦ hemos hecho?".
Uno de estos datos fue cero: el n¨²mero de empleos creados en agosto. El otro es dos: la tasa de inter¨¦s de los bonos a 10 a?os de EE UU, casi el nivel m¨¢s bajo al que ha estado nunca. En conjunto, estas cifras nos dicen a gritos que los pol¨ªticos se han estado preocupando por motivos equivocados y, como resultado, ha causado graves da?os.
Desde que la fase aguda de la crisis financiera termin¨®, no ha sido el desempleo el asunto que ha ocupado el centro del debate pol¨ªtico en Washington, sino los supuestos peligros del d¨¦ficit p¨²blico. Los expertos y los medios de comunicaci¨®n insist¨ªan en que el mayor riesgo que afrontaba EE UU era la retirada de fondos por parte de los inversores en deuda. Por ejemplo, The Wall Street Journal public¨® en mayo de 2009 que los "vigilantes de bonos se vuelven como una venganza". Avisaban as¨ª a sus lectores de que el "colosal derroche" de la Administraci¨®n de Obama disparar¨ªa los tipos de inter¨¦s.
Cuando se public¨® ese art¨ªculo, el tipo de inter¨¦s era del 3,7%. A partir del viernes, el que ya he mencionado: tan solo un 2%.
No pido que se descarten las preocupaciones sobre el panorama presupuestario de EE UU a largo plazo. Si nos fijamos en las perspectivas fiscales de, por ejemplo, los pr¨®ximos 20 a?os, son profundamente preocupantes, sobre todo por el aumento del coste sanitario. Pero la experiencia de los ¨²ltimos dos a?os ha confirmado de manera abrumadora lo que algunos tratamos de argumentar desde el principio: el d¨¦ficit que tenemos en estos momentos -el que debemos tener, porque los d¨¦ficits en tiempos de crisis ayudan a sostener a una econom¨ªa deprimida- no supone una amenaza.
Y por culpa de la obsesi¨®n por una amenaza inexistente, Washington ha hecho mucho m¨¢s grande el problema real: el desempleo masivo, que corroe los cimientos de nuestra naci¨®n.
A pesar de que usted nunca se habr¨ªa enterado escuchando a los fan¨¢ticos, el a?o pasado fue una buena prueba para la teor¨ªa de que reducir de manera dr¨¢stica el gasto p¨²blico crea puestos de trabajo. La obsesi¨®n por el d¨¦ficit bloque¨® la muy necesaria segunda ronda de est¨ªmulos fiscales. Y con este gasto evapor¨¢ndose, hemos experimentado de facto la austeridad fiscal. En concreto, los Gobiernos estatales y locales han reaccionado a las p¨¦rdidas de ayudas federales cortando programas y despidiendo a muchos trabajadores, especialmente maestros de escuela.
A la vista de este sector p¨²blico encogido, el sector privado no ha respondido con j¨²bilo a estos despidos y no se ha embarcado en una fiebre por contratar.
Vale. Ya s¨¦ qu¨¦ dir¨¢n los sospechosos habituales: que los temores de mayores impuestos y m¨¢s regulaciones echan atr¨¢s a los empresarios. Pero esto es solo una fantas¨ªa de la derecha. Varias encuestas han mostrado que la falta de demanda -que se ve agravada por los recortes del Gobierno- es el problema real al que se enfrentan los empresarios, muy por encima de la regulaci¨®n y los impuestos.
Por ejemplo, cuando los peri¨®dicos del grupo McClatchy sondearon hace poco a unos cuantos due?os de peque?os negocios para averiguar qu¨¦ factores les perjudicaban, ni uno solo respondi¨® sobre la regulaci¨®n en su sector, y unos pocos se quejaron sobre los impuestos. ?Y he mencionado que los beneficios despu¨¦s de impuestos sobre la renta nacional est¨¢n en niveles r¨¦cord?
As¨ª que los d¨¦ficits a corto plazo no son el problema, sino la falta de demanda. Y los recortes de gastos est¨¢n empeorando mucho las cosas. ?Tal vez sea hora de cambiar de rumbo?
Esto me lleva directamente al discurso sobre econom¨ªa que va a pronunciar el presidente Barack Obama.
Me parece ¨²til reflexionar sobre tres preguntas: ?qu¨¦ debemos hacer para crear puestos de trabajo? ?En qu¨¦ van a estar de acuerdo los republicanos que se sientan en el Congreso? Y teniendo en cuenta esta realidad pol¨ªtica, ?qu¨¦ deber¨ªa proponer el presidente?
La respuesta a la primera pregunta es que el Gobierno federal tiene que gastar mucho dinero para generar empleo. Y emplear ese gasto sobre todo en la muy necesaria tarea de mejorar y modernizar las infraestructuras del pa¨ªs. ?Ah! Y necesitamos m¨¢s ayuda a los Gobiernos estatales y locales para que puedan dejar de despedir a maestros de escuela.
Pero, ?en qu¨¦ van a estar de acuerdo los republicanos? Eso es f¨¢cil de responder: en nada. Se opondr¨¢n a cualquier cosa que proponga Obama, incluso aunque eso pudiera servir claramente de ayuda a la econom¨ªa. O quiz¨¢s deber¨ªa decir: especialmente si eso fuera a ayudar a la econom¨ªa, ya que el desempleo les beneficia a ellos pol¨ªticamente.
Esta realidad hace que la tercera pregunta -sobre lo que debe proponer el presidente- sea dif¨ªcil de responder, ya que nada de lo que diga va a poder ponerlo en marcha a corto plazo. As¨ª que personalmente estoy dispuesto a conceder a Obama un gran margen de confianza en los detalles de su propuesta, siempre y cuando esta sea contundente y logre grandes titulares. Sobre todo porque lo que tiene que hacer ahora es cambiar de conversaci¨®n y hacer que Washington vuelva a hablar sobre empleos y sobre qu¨¦ puede hacer el Gobierno para crearlos.
Por el bien de la naci¨®n, y especialmente por los millones de estadounidenses desempleados que ven pocas posibilidades de encontrar otro trabajo, espero que lo logre.
? New York Times Service 2011.
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