Catalu?a en el Parlamento espa?ol
No es de recibo que la voz federalista del PSC siga amordazada en el Congreso a la vez que se le regala el monopolio de la representaci¨®n de Catalu?a a los conservadores de CiU y su nacionalismo instrumental
Los socialistas catalanes vienen echando en falta desde 1981 su grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados. Lo tuvieron en las dos primeras legislaturas, encabezado por Ernest Lluch, y lo perdieron a consecuencia del 23-F, que dio lugar a una modificaci¨®n y a una interpretaci¨®n restrictivas del reglamento de la C¨¢mara, por aquello de amansar a la fiera, inc¨®moda con el "exceso de voces socialistas" en el hemiciclo. La existencia del grupo Socialistes de Catalunya ven¨ªa dada por los pactos fundacionales del PSC y de su relaci¨®n federativa con el PSOE, pactos que siguen vigentes. Y se deb¨ªa a algo que persiste: la peculiar naturaleza del Parlamento espa?ol, integrado por grupos ideol¨®gicos, pero tambi¨¦n por grupos territoriales, como es el caso del grupo de CiU, denominado Minor¨ªa Catalana en un claro empe?o por arrogarse la entera representaci¨®n de Catalu?a.
Ante el resto de los espa?oles Catalu?a queda reducida al estereotipo de los nacionalistas
El PSC no puede exponer la Espa?a plural, inclusiva y progresista que defiende
En ese contexto, resulta lacerante la invisibilidad y el mutismo al cual sigue condenado el socialismo catal¨¢n, a causa de un accidente de trayecto de hace 30 a?os. Constituye una grave e insoportable distorsi¨®n de la voluntad democr¨¢tica de Catalu?a y de su representaci¨®n en el Parlamento espa?ol, m¨¢s aun siendo el PSC la primera fuerza catalana en las elecciones legislativas y CiU, la segunda.
Otra cosa ser¨ªa con un Senado que fuera una aut¨¦ntica C¨¢mara territorial o federal y con un Congreso de los Diputados que se organizara estrictamente en grupos ideol¨®gicos, a?adiendo uno que incluyera a CiU y al PNV, denominado "liberal" como en el Parlamento Europeo. Ello, sin embargo, anda lejos de acontecer.
Puede que una situaci¨®n semejante a la que padece Catalu?a fuera soportable para Andaluc¨ªa, Extremadura, Castilla-La Mancha..., regiones donde la identificaci¨®n nacional de su ciudadan¨ªa es un¨ªvoca: Espa?a. En Catalu?a, sin embargo, donde la mitad de la ciudadan¨ªa se siente, en t¨¦rminos nacionales, "m¨¢s catalana que espa?ola" y donde buena parte del resto equilibra ambas pertenencias, la cosa es muy distinta y de una obviedad extrema: no es de recibo un sistema de representaci¨®n catalana en Espa?a que diluya y acalle al socialismo catal¨¢n, a su federalismo plurinacional, y que d¨¦ la voz en exclusiva a los conservadores catalanes y a su nacionalismo instrumental. Ello atenta contra la voluntad democr¨¢tica de los catalanes y contra su misma realidad nacional. M¨¢s aun despu¨¦s del g¨®lgota estatutario y del estallido final de la vajilla contra los suelos extraparlamentarios del nacionalismo espa?ol, experiencia que ha llevado a tantos catalanes al m¨¢s absoluto fatalismo respecto de Espa?a, de su capacidad por reconocerse plurinacional, por dar un trato igual a las lenguas que incluye, por acabar con el modelo imperial del desarrollo conc¨¦ntrico, por reequilibrar la solidaridad territorial de manera justa...
La mordaza sobre el PSC no es soportable para Catalu?a. Ni lo es para Espa?a. Es tanto como decir a esa mitad de catalanes que siente con mayor intensidad su identificaci¨®n catalana, que CiU es la ¨²nica presencia directa y efectiva de Catalu?a en Espa?a. Es decirles a los "nuevos catalanes" -de antes o de ahora- que el catalanismo es de derechas y que el progreso solo se cifra en t¨¦rminos espa?oles, el viejo y sobado cuento "lerrouxista". M¨¢s aun: es tanto como decirle al resto de los espa?oles que Catalu?a, efectivamente, se reduce al estereotipo que ofrece el nacionalismo catal¨¢n, interesado tan solo en el trueque circunstancial, sin proyecto alguno para el conjunto, esa idea t¨®pica que alimenta a la "catalanofobia" y de la que la derecha espa?ola saca petr¨®leo. En definitiva, se trata de una situaci¨®n que abandona la relaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a al choque de nacionalismos. Un choque que consigue abducir a muchos incautos a ambos lados, mientras los estados mayores respectivos arengan a los suyos con una mano y, con la otra, planean y pactan la hegemon¨ªa conservadora en Catalu?a y en Espa?a. La necesidad de recuperar, en Espa?a, la presencia y la voz del socialismo catal¨¢n, del federalismo plurinacional, es obvia y perentoria, para el PSC como para el PSOE, para la Catalu?a progresista como para la Espa?a inclusiva.
Para los duros de cerviz, puede ser ¨²til darle la vuelta al caso en el terreno de la ficci¨®n. Veamos. Estamos en 2030, en una Europa pol¨ªticamente unida. Y hete aqu¨ª que el Parlamento Europeo aprueba un reglamento que permite al PP espa?ol formar un grupo espec¨ªfico, al que denomina Minor¨ªa Espa?ola, mientras que el PSOE queda inmerso en el Grupo Socialista Europeo. En los grandes debates televisados, interviene la Minor¨ªa Espa?ola, que habla en nombre de Espa?a y defiende sus supuestos intereses nacionales, mientras el PSOE lo encaja mudo e invisible. Este rechaza la situaci¨®n, se queja amargamente, denuncia la grave distorsi¨®n de la voluntad democr¨¢tica de los espa?oles y de su realidad nacional. Algunas voces le responden que se deje de "nacionalismos", que no acceda a "jugar en el terreno elegido por su adversario", que juegue en el terreno europe¨ªsta e internacionalista, dentro del Grupo Socialista Europeo...
No hay m¨¢s terreno ni m¨¢s juego que el que est¨¢ servido. Ser¨ªa rid¨ªculo que un equipo, a medio partido de f¨²tbol, pretendiera jugar a baloncesto en el campo de al lado. Lo que hay que evitar es que el terreno de juego est¨¦ inclinado contra la propia porter¨ªa o que alguien te obligue a jugar a la pata coja. Para ello, hace falta algo muy preciso: levantar un proyecto alternativo, coherente con los principios defendidos, viable. Pero no solo: hace falta tambi¨¦n disponer de la suficiente legitimidad nacional. Es esta una condici¨®n previa ineludible. Quienes quieran obtener la confianza de la mayor¨ªa han de ganarse la centralidad de la opini¨®n ciudadana, han de conseguir que, junto a sus electores cl¨¢sicos, una decisiva franja de opini¨®n identifique su proyecto como el m¨¢s conveniente para la naci¨®n; como el que, cambiando lo necesario, va a garantizar algunas continuidades b¨¢sicas. Quienes no dispongan de esa legitimidad nacional no van a obtener nunca la confianza mayoritaria. Es una obviedad universal. Que opera tambi¨¦n en Catalu?a. Por eso, Catalu?a es una naci¨®n. No solo por el "hecho diferencial" -lengua, cultura, derecho civil, historia, societarismo, noci¨®n de "estado compuesto"...-, sino sobre todo porque tiene reflejos de naci¨®n. El PSC, como partido nacional catal¨¢n, aspira a ganarse la centralidad de la ciudadan¨ªa de Catalu?a. Resignarse a jugar a la pata coja ser¨ªa renunciar a ello. Y no fue creado para eso.
Es de suponer que, si bastara con las voluntades del PSC y del PSOE, el grupo Socialistes de Catalunya ser¨ªa f¨¢cil de recuperar. Pero es posible que haga falta una reforma del reglamento de la C¨¢mara o, por lo menos, su reinterpretaci¨®n, con el debido consenso. Ah¨ª est¨¢ la dificultad. En cualquier caso, el PSC no puede seguir a la pata coja. Y el PSOE no puede desentenderse de ello, por inc¨®modo que le resulte, y debe aprestarse a mitigar como sea la minusval¨ªa forzada del PSC. Por solidaridad. Por los pactos firmados. Porque ello es coherente con la Espa?a plural e inclusiva que defiende. Y porque tambi¨¦n le afecta: no en vano la articulaci¨®n de una aut¨¦ntica alternativa catalana de izquierdas que sea mayoritaria -o lo que es lo mismo: con la debida credibilidad nacional catalana- es algo de lo que depende tambi¨¦n la suerte del PSOE a nivel espa?ol.
es miembro del grupo de opini¨®n Nou Cicle del PSC.
Jordi Font, licenciado en Geograf¨ªa e Historia,
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.