Obama afronta un a?o clave hundido en las encuestas
La pol¨ªtica conciliatoria del presidente lastra su popularidad
El nuevo curso pol¨ªtico, que comenz¨® ayer y decidir¨¢ la suerte de las elecciones presidenciales de 2012, se presenta como una monta?a dif¨ªcil de rebasar para Barack Obama, muy disminuido en su popularidad por la crisis econ¨®mica y las dudas sobre su capacidad de liderazgo. Dos encuestas publicadas ayer situaban el respaldo a la gesti¨®n del presidente ligeramente por encima del 40%, una cifra con la que su reelecci¨®n se ve claramente en peligro.
En el sondeo de The Wall Street Journal-NBC, un 51% de los norteamericanos desaprueba la actuaci¨®n de Obama y solo un 44% la apoya. La encuesta de The Washington Post-ABC eleva el porcentaje de desaprobaci¨®n al 53%, mientras que el respaldo se reduce al 43%, el m¨¢s bajo desde su elecci¨®n en noviembre de 2008. La situaci¨®n econ¨®mica, particularmente la persistencia del desempleo, que se ha estancado en el 9,1%, es claramente, en ambos casos, el motivo del descontento popular.
Los ¨²ltimos sondeos sit¨²an en torno al 40% el respaldo a la gesti¨®n presidencial
El ¨²nico ingrediente de estas encuestas alentador para la Casa Blanca es que la opini¨®n p¨²blica parece culpar m¨¢s a¨²n de sus problemas a los republicanos en el Congreso, que apenas sobrepasan el 20% de popularidad, la peor cifra desde 2008. Aun as¨ª, Obama est¨¢ solo unos puntos por delante de los principales candidatos a la presidencia, Mitt Romney y Rick Perry, y por detr¨¢s de un aspirante gen¨¦rico de la oposici¨®n.
Con algunos rebrotes en casos puntuales -especialmente tras la muerte de Osama bin Laden-, Obama no ha conseguido estabilizar un grado aceptable de popularidad desde la derrota dem¨®crata en las legislativas de 2010. Tanto Ronald Reagan como Bill Clinton, que tambi¨¦n fueron derrotados en esas elecciones de mitad de mandato, hab¨ªan logrado a estas alturas de su gesti¨®n asentarse en cifras superiores o en torno al 50%, lo que les permiti¨® despu¨¦s una c¨®moda reelecci¨®n.
En el caso de Obama, se da ya por descontado en la Casa Blanca que tendr¨¢ que afrontar una larga y dif¨ªcil campa?a con incierto resultado, incluso en el caso de que el Partido Republicano no sea capaz de elegir a un candidato suficientemente atractivo para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
Esa campa?a empezar¨¢ ma?ana mismo con una intervenci¨®n del presidente ante una sesi¨®n conjunta del Congreso con el fin de presentar, con el mayor relieve posible, sus propuestas para atajar la preocupaci¨®n n¨²mero uno de los ciudadanos: el paro.
A¨²n no se conocen los detalles de las ideas que Obama trasladar¨¢ a los congresistas, pero se espera una combinaci¨®n de propuestas para elevar la inversi¨®n en infraestructura, y con ello la demanda de empleo, sin descuidar la atenci¨®n al d¨¦ficit p¨²blico y la deuda nacional. Este ha sido uno de los problemas de Obama, agudizado en los ¨²ltimos meses: su predisposici¨®n a quedarse siempre a medio camino, su tendencia a conciliar puntos de vista enfrentados sin hacer apuestas rotundas que permitieran definir con claridad el car¨¢cter de su presidencia.
En lo que respecta a la econom¨ªa, Barack Obama es a estas alturas una v¨ªctima del ¨¦xito republicano de convertir el d¨¦ficit, y no el desempleo, en el principal debate pol¨ªtico del pa¨ªs, pese a que las encuestas han demostrado siempre que los ciudadanos estaban mucho m¨¢s alarmados por el paro que por la deuda.
El c¨¢lculo de la Casa Blanca ha sido desde hace tiempo el de que Obama ser¨ªa un f¨¢cil blanco de los ataques republicanos durante la campa?a electoral si no demostraba durante su gesti¨®n una actitud firme contra el d¨¦ficit. Ahora se trata de compensar esa estrategia con una ofensiva contra el desempleo con la que el presidente pretende, adem¨¢s, reconciliarse con los sectores de la izquierda dem¨®crata que le han abandonado.
Ser¨¢n, en todo caso, movimientos sutiles y calculados. Obama ha acreditado hasta ahora un perfil centrista con el que, probablemente, tendr¨¢ que jugarse ya su futuro hasta el final.
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