Beirut, la seductora
La capital libanesa se ba?a en las playas de la Corniche y baila en los 'pubs' de Hamra. Barrios afrancesados, musulmanes o modernos que bullen en caf¨¦s olvidando los ecos de la guerra
Beirut es demasiado grande para llevar un vestido de boda. Ella no puede vivir para siempre. Beirut, te quiero". La capital de L¨ªbano es ella, femenina. Lo es para la artista y activista libanesa Zena el Khalil en las p¨¢ginas de Beirut, I love you (Saqi, 2009), un relato descarnado, sensual, entregado y derrotado por momentos de la vida en su ciudad, de su feroz pasado y su efervescente presente, ese que, pese a andar con palo de ciego, ya no corta el paso para ver una de las ciudades m¨¢s abiertas de Oriente Pr¨®ximo (www.beirut.com).
Beirut, ella, corre con mucha vida de d¨ªa y de noche, desde la musulmana Hamra hasta los brazos del cristiano Ashrafieh, por la barandilla de la Corniche hasta el coraz¨®n del nov¨ªsimo Downtown, por entre medias de todos y a trav¨¦s de casi una veintena de confesiones ruidosas y encantadoras.
9.00 Caf¨¦ septuagenario
Te despiertas con ella. Al otro lado de la ventana, la calle de Hamra, arteria bulliciosa del barrio musulm¨¢n con el riego acelerado. La pereza se esconde entre las s¨¢banas del Cavalier (1) (www.hotelcavalier.com), hotel en boca de los que no pisan Beirut por primera vez; o se confunde con el silencio de los pasillos del Marble Tower (2) (www.marbletowerhotel.com), sol¨ªcito en cualquier caso y cerca de los caf¨¦s que mantienen la qu¨ªmica tras la ducha: como el septuagenario, m¨ªtico y cuidado caf¨¦ Younes (3) (www.cafeyounes.com) en la calle de Nehme Yafet; o el acogedor Bread Republic (4) (www.breadrepublic.com) en un callej¨®n escondido entre esta ¨²ltima y la v¨ªa Jeanne Darc, que huele al pan del desayuno, pero invita al vino de media tarde.
11.00 Las heridas de la guerra
U?as rojo sangre golpean el teclado del tel¨¦fono por la Rue Bliss, que abraza a la Universidad Americana de Beirut (5) (www.aub.edu.lb). Cruza con su mirada, rasgada por el mismo negro de su cabello, uno de los campus centenarios m¨¢s respetados de Oriente Pr¨®ximo, foro de roce interreligioso sin aspavientos y balc¨®n improvisado hacia la Corniche. La tentaci¨®n por el estudio hace novillos ante la llamada del Mediterr¨¢neo, escenario con butaca en la avenida de Par¨ªs.
De la mano, cuando se deja, camina por esta avenida, a lo largo de la Corniche y hacia el Downtown, con la atenci¨®n distra¨ªda por los que vienen corriendo, los que ven la vida pasar, los que est¨¢n por si pescan o los que sortean el tiempo con una pelota. Con la atenci¨®n esquiva a las heridas a¨²n sin cicatrizar de los muros atravesados como queso gruyer durante la guerra. El capricho morboso tira de la mano por la calle de Ibn Sina, junto al Hard Rock Cafe (6) (www.hardrock.com) y lleva hasta los pies del hotel Holiday Inn (7) (www.holidayinn.com), gigante m¨¢gico paralizado y atravesado por la guerra que estall¨® en 1975.
13.00 Moda y narguile
Despechada, se refugia del horror callejeando hacia el acartonado Downtown, barrio levantado de las cenizas de la batalla, infiel al encanto parisiense del pasado, pero apacible en el interior de una burbuja que mezcla las firmas m¨¢s caras de ropa con terrazas salteadas de narguile, arak y backgammon. Se detiene en la plaza de l'Etoile (8) para escuchar el eco de los miles de simpatizantes de Hezbol¨¢ que se dieron cita anteayer en la plaza de los M¨¢rtires. Sin los gritos est¨¢ desnuda y pierde el atractivo en favor de la mezquita de Mohammad al Amin (9), prima hermana de la Mezquita Azul de Estambul, donde descansan los restos de Rafic Hariri, s¨ªmbolo de la reconstrucci¨®n de la ciudad, asesinado en febrero de 2005 tras dejar la jefatura de Gobierno.
14.00 Un bocado de 'moolookhiye'
"Beirut", contin¨²a Khalil, "es peque?a. Agridulce. Incestuosa. Inevitable". Como lo es la historia que carga sobre sus hombros. Le da la espalda para verse con el barrio cristiano de Ashrafieh, a unos pasos del Downtown. Afrancesado en su callejeo, invita a comer donde sea a lo largo de la calle Gouraud, pedazo de la antigua L¨ªnea Verde (10). Ella la conoce como Gemmayzeh. Entre for¨¢neos y vecinos, a gritos de "Welcome!", se sienta en Le Chef (11) con un gui?o al ma?tre. ?Guapo? Simp¨¢tico. Sobre todo cuando te da a probar el moolookhiye (arroz, pollo, cordero...).
Y en Ashrafieh. La historia de Al Falamanki (12) (www.alfalamanki.com), un local abierto en la calle de Damasco en recuerdo de un beirut¨ª muy especial -pregunten por ¨¦l- le hace re¨ªr. Y su excesiva pomposidad, pensar en su mediterr¨¢neo y m¨¢s humilde vecino: el caf¨¦ Sho (13) (Monot, 304).
16.30 Un cine con forma de huevo
Demasiada luz para pisotear la Corniche. Anda deprisa. De la calle de Damasco a su paralela Bechara el Khoury. Y de ah¨ª en busca del Oeste. No quiere mirar, pero recuerda: al cine City Center (14) lo llamaban "el Huevo" por la forma que ten¨ªa antes de ser bombardeado. Se detiene. No puede apartar la vista de ese gigante rebanado por la mitad. El forjado al desnudo contempla los balazos de la iglesia de enfrente. Ahora s¨ª que corre hacia Hamra. Necesita m¨²sica, arte, cultura, di¨¢logo... Sin saber c¨®mo, se topa con la calle de Pavillion, con las puertas abiertas del caf¨¦ T-Marbouta (15). Eso tambi¨¦n es Beirut.
18.00 Chapuz¨®n con palomas
A pie hacia el mar. Ni taxi ni nada. Quiere caminar. Sentir c¨®mo crece el bullicio de Hamra e imaginar c¨®mo ser¨¢ cuando caiga el sol. La Corniche es Mediterr¨¢neo. Prueba a besar el agua desde un club del paseo. Desde el Sporting (16). Desde el que algunos cronistas de Oriente Pr¨®ximo pensaron y piensan el pa¨ªs todav¨ªa hoy. A braza se acerca hasta las Rocas de las Palomas (17). ?Por qu¨¦ las llaman as¨ª? Mira boca arriba, con el agua tirando de su cabello hacia el fondo, cu¨¢nta gente se agarra a la balconada para ver la forma de esos pe?ones.
20.00 El bar siempre abierto
Ellas, las rocas -piensa- aguantaron en pie. Y tambi¨¦n lo hizo el pub Barometer (18), coraz¨®n anta?o del movimiento intelectual beirut¨ª, cabez¨®n durante la guerra con sus puertas siempre abiertas. Ah¨ª sigue, en la calle de Makhoul (Hamra). Es otro ba?o. Este, salpicado de cocina levantina (humus, fattoush, baba ghannouj...), de m¨²sica libanesa, de baile, de roce, de risa. Una gota de arak para patear la seducci¨®n por las calles a¨²n muy despiertas de la ciudad.
22.00 Prende la mecha nocturna
?Hacia Gemmayzeh? No. El coraz¨®n late ahora en direcci¨®n a la calle que da nombre al barrio de Hamra. Solo cree en ese momento. La noche. La m¨²sica -tambi¨¦n en vivo- sale afuera. Tambi¨¦n los libaneses. Y los guiris, hechizados por ella. Por su ritmo, sonrisa, su look, baile y mecha. Prende cerca del puerto en la discoteca B018 (Quarantina, Lot 317), medio parking subterr¨¢neo, medio refugio antia¨¦reo, inspirado proyecto que dio fama al arquitecto Bernard Khoury. Y en el pub Dany's (19), en la calle de Jeanne Darc. Y corre por el bar de al lado. Y por el de enfrente. Da igual. Beirut no duerme. ?Y de la guer...? De eso ni hablar.
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