El 11-S, diez a?os despu¨¦s
La parte que sobrevive de la internacional del terror aparece cada vez m¨¢s como una organizaci¨®n de bandidos, incluso a los ojos de los que pretend¨ªa seducir. Esto representa un progreso decisivo
Diez a?os despu¨¦s, ?en qu¨¦ punto nos encontramos?
Al Qaeda a¨²n no est¨¢ muerta, por supuesto.
Del Sahel a Yemen, de Nigeria a Uzbekist¨¢n, o en el C¨¢ucaso, el c¨¢ncer terrorista no deja de metastatizarse.
Desgraciadamente, en Afganist¨¢n, los talibanes, que eran su ej¨¦rcito de reserva m¨¢s numeroso, progresan tambi¨¦n aprovechando la retirada anunciada por los occidentales.
Los grupos yihadistas paquistan¨ªes que investigu¨¦ en 2002 y 2003, Jahis-e-Mohamed, Lashkar-e-Toiba, Lashkar-e-Jhangvi y otros, que entonces se coaligaron en torno a la muerte de Daniel Pearl, siguen prosperando, y no solo en las zonas tribales del pa¨ªs, sino en Karachi e Islamabad.
Y nada nos dice que en este preciso instante, en el momento en que escribo estas l¨ªneas, un nuevo J¨¢lid Sheij Moh¨¢med, el arquitecto del ataque de 2001 contra las torres gemelas de Nueva York, no est¨¦ preparando otro golpe de un nuevo estilo, una especie de ataque aniversario, igual de mort¨ªfero.
Libia es la ant¨ªtesis de esa especie de castigo colectivo que quer¨ªa ser la guerra estadounidense en Irak
Para los 'padrinos' de Al Qaeda, el islam siempre fue como una tapadera, un instrumento de reclutamiento y poder
Pero lo cierto es que esa no es la tendencia de fondo, la verdadera, y que, si hacemos un balance honesto de estos 10 a?os de lucha contra Al Qaeda y sus sucursales, dentro y fuera del mundo ar¨¢bigo-musulm¨¢n, tenemos que reconocer que, si no en desbandada, los asesinos est¨¢n en serio retroceso.
Est¨¢ la muerte de Bin Laden, que, digan lo que digan de la estructura descentralizada de la organizaci¨®n, de su red de franquicias, ha sido un golpe muy duro para ella.
Est¨¢ la cuesti¨®n paquistan¨ª, que, lo repito, est¨¢ lejos de haber sido resuelta, pero, al fin, ha quedado planteada y, en cierto modo, eso era lo esencial: qu¨¦ diferencia con los a?os de Bush, en los que hab¨ªa quien se obstinaba en tratar como Estado aliado, o incluso amigo, al m¨¢s canalla de los Estados canalla, al que daba cobijo a los cerebros de la organizaci¨®n, la base de la Base, su base de retaguardia, su base de masas, su base pol¨ªtica, ideol¨®gica, econ¨®mica, financiera.
Est¨¢ el trabajo de los grandes servicios secretos occidentales y ¨¢rabes, que, como un d¨ªa sabremos, a lo largo de toda la d¨¦cada han venido desbaratando codo con codo algunos intentos de reedici¨®n de la tragedia que hoy se conmemora en Nueva York y en el resto del mundo, con sus casi tres mil v¨ªctimas (incluyendo a los heroicos bomberos de la ciudad).
Est¨¢ el mundo ar¨¢bigo-musulm¨¢n, cuyos titubeos, por no decir cobard¨ªas, ya han sido bastante fustigados como para no saludar ahora la toma de conciencia de la que est¨¢ siendo escenario. Todo comenz¨® con los facebookers de T¨²nez y El Cairo, que descubrieron que hab¨ªa otra soluci¨®n para la juventud del pa¨ªs, que no la confrontaci¨®n aterradora y, en el fondo, c¨®mplice, de la dictadura y la yihad: ?qu¨¦ es eso que ha dado en llamarse "primavera ¨¢rabe", sino -seg¨²n la hip¨®tesis m¨¢s pesimista- la reducci¨®n del yihadismo al rango de una ideolog¨ªa entre muchas, de una ideolog¨ªa perdida entre las dem¨¢s, marginada y, lo que es m¨¢s importante, privada del aura de la que disfrutaba cuando pretend¨ªa valerse de todo el prestigio que traen de la mano la radicalidad, la audacia y el monopolio de la oposici¨®n a las dictaduras de turno? Y continu¨® con los rebeldes de Bengasi, que descubrieron con estupor el rostro de un Occidente del que, seg¨²n hab¨ªan o¨ªdo desde peque?os, solo pod¨ªan esperar que les chupase la sangre y, de pronto, les tend¨ªa la mano, los salvaba de una masacre anunciada y los ayudaba a liberarse de un yugo que ellos asum¨ªan como invencible: creo que la guerra de Libia es el primer golpe -y un golpe probablemente fatal- contra esa idea del "choque de civilizaciones" que, antes de ser norteamericana, fue una idea de los Locos de Dios y, a partir de ah¨ª, el terreno, el caldo de cultivo, la argamasa de sus organizaciones terroristas. Por esta raz¨®n la considero como una antiguerra de Irak, lo contrario de esa especie de castigo colectivo, de r¨¦plica, que quer¨ªa ser tambi¨¦n la guerra estadounidense en Bagdad, as¨ª como un acontecimiento decisivo en t¨¦rminos hist¨®ricos.
Finalmente, y por consiguiente, est¨¢ el hecho de que la parte que a¨²n sobrevive de esa internacional del terror aparece cada vez m¨¢s, incluso a ojos de aquellos a quienes deber¨ªa seducir y enrolar, como lo que siempre ha sido -aunque lo fuese en secreto-: una organizaci¨®n criminal, un gang, la mayor¨ªa de cuyas v¨ªctimas se cuenta, hasta nueva orden, entre los mismos musulmanes, y cuyos padrinos nunca vieron el islam de otro modo que como una coartada, un instrumento de reclutamiento y de poder, una tapadera... ?Que la verg¨¹enza caiga sobre ellos! Esta nueva lucidez representa un progreso decisivo, pues un gang, por poderoso que sea, ya no puede aspirar a ese estatus m¨¢gico de Gran Organizaci¨®n que ofrece un proyecto de civilizaci¨®n alternativo a unos pueblos cr¨¦dulos, drogados por la sumisi¨®n...
No digo que la partida haya terminado, sino que ha cambiado de naturaleza. Y que ahora tenemos los medios y el valor necesario para librar esta batalla, esta operaci¨®n policial planetaria que va a consistir en aislar cada vez m¨¢s los ¨²ltimos focos del terror; y lo haremos juntos: los moderados del mundo ar¨¢bigo-musulm¨¢n aliados con los occidentales. Al Qaeda ha perdido. -
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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