Maestros
Seguramente recordar¨¢n una pel¨ªcula de hace unos a?os, Ni uno menos, del director chino Zhang Yimou, el mismo que mont¨® la inauguraci¨®n y cierre de los Juegos Ol¨ªmpicos de su pa¨ªs con gran imaginaci¨®n y gusto. Pues mejor sabor de boca nos dej¨® Ni uno menos, por su sencillez y naturalidad y porque nos habla de algo que forma parte de la vida de todo el mundo: ense?ar, aprender, profesores y alumnos, el aula.
Una escuela rural, una ni?a de 13 a?os que tiene que ejercer de maestra en sustituci¨®n de la titular y la frase de "ni uno menos", que significa que ha de conseguir que ning¨²n alumno deserte para que ella pueda cobrar el sueldo. Al principio lo que le motiva es el dinero, pero a lo largo de la historia descubrir¨¢ que le importan mucho m¨¢s sus alumnos y el pundonor de no dejar que ninguno se escape de entre los l¨¢pices y las tizas. Esta chica se convierte en una hero¨ªna cuando emprende un viaje a la ciudad para buscar a Zhang, el alumno fugitivo, y como les sucede a los h¨¦roes cl¨¢sicos este viaje de b¨²squeda acaba descubri¨¦ndole algo de s¨ª misma, la hace madurar, le hace darse cuenta de que su trabajo es especial y de que sin ella los ni?os que tutela dejar¨ªan de sentir que est¨¢n aprendiendo y creciendo. Cu¨¢ntos profesores se reconocer¨¢n en esta maestra a la fuerza. Cu¨¢ntos recordar¨¢n los primeros d¨ªas de clase y la sensaci¨®n de qu¨¦ hago yo aqu¨ª. Cu¨¢ntos habr¨¢n querido salir corriendo ante el esfuerzo que supone explicar y hacerse entender por esos ni?os y adolescentes que lo que desean es estar en otra parte haciendo mil cosas m¨¢s interesantes sin duda. Y cu¨¢ntos, como nuestra peque?a maestra china, acaban entregados, m¨¢s all¨¢ de las horas lectivas y m¨¢s all¨¢ de sus obligaciones, a los alumnos. Porque el maestro o profesor lo que tiene delante no son papeles ni sillas vac¨ªas, ni siquiera espectadores, lo que tiene delante es otro mundo con sus propias leyes, deseos y frustraciones, donde al mismo tiempo que ¨¦l habla de f¨ªsica o literatura se est¨¢ produciendo un complicado acoplamiento social entre los ni?os o adolescentes y el acoplamiento mental con quienes tratan de ense?arles cosas necesarias, que tendr¨ªan que interesarles, pero que, por alguna extra?a raz¨®n, se quedan muchas veces revoloteando en el mundo de la tarima sin lograr ni siquiera rozarles.
Ense?ar es uno de los trabajos m¨¢s duros, se acaba agotado y adem¨¢s no se puede desconectar
?Qui¨¦n no ha pasado por alg¨²n periodo de distracci¨®n o de inadaptaci¨®n en su etapa escolar? ?Pueden m¨¢s los p¨¢jaros en la cabeza o las explicaciones del profesor, la atenci¨®n o el dulce no pensar en nada y dejar vagar la mirada por el planeta? La clase es el futuro en peque?o, donde pr¨¢cticamente se concentran todos los ejemplares humanos y las emociones que nos vamos a encontrar m¨¢s adelante cuando nos sueltan por el mundo, y es natural que la esfera del profesor y la esfera de los alumnos no vibren al mismo ritmo.
Ense?ar es uno de los trabajos m¨¢s duros que existen, lo digo por experiencia, y eso que nunca he tenido que luchar contra el desinter¨¦s de los menores de 18 y solo deb¨ªa hacerme comprender. Se acaba agotado y adem¨¢s no se puede desconectar como en un trabajo de oficina en que puede uno quedarse mirando las musara?as, Internet, hacer una llamada de tel¨¦fono. En la clase no hay m¨¢s remedio que prestar atenci¨®n, estar alerta, no bajar la guardia porque tienes un interlocutor que te est¨¢ mirando a los ojos, con la obligaci¨®n a?adida de tener que interesar. ?Qu¨¦ puedo inventar hoy para que me escuchen, para que no se aburran? Y adem¨¢s el profesor no acaba las clases y las deja atr¨¢s, sino que se marcha a casa d¨¢ndole vueltas. Lo que haces, lo que dices tiene una respuesta inmediata positiva o negativa, y no hay dos clases iguales, unas te dejan contento y otras no. Estamos hablando de un trabajo que no consiste solo en las materias que hay que dominar y que hay que preparar, no son solo los ex¨¢menes, corregir, las reuniones de profesores y la burocracia que conlleva, el trabajo principal son las personas a quienes va dirigida toda esa actividad. Sin ellas no tiene sentido. Y por mucho que un profesor intente abstraerse de sus funciones y pasar de puntillas por ellas no lo tiene f¨¢cil, porque d¨ªa tras d¨ªa tiene decenas de ojos mir¨¢ndole y de orejas escuch¨¢ndole. Hay profesores extraordinarios y otros menos, pero al contrario que en otras profesiones no se puede disimular.
Lo que menos queremos para nuestros ense?antes son los recortes y la desmotivaci¨®n que propone la Comunidad. La vocaci¨®n tambi¨¦n necesita alicientes.
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