Responsabilidad econ¨®mica
"Hagas lo que hagas
en la vida ser¨¢
insignificante, pero es
importante que lo hagas porque nadie m¨¢s lo har¨¢".
Mahatma Gandhi
Los soci¨®logos m¨¢s rebeldes aseguran que mientras siga funcionando el sistema monetario ser¨¢ imposible promover la eficiencia, la abundancia y la sostenibilidad. Los economistas m¨¢s radicales advierten de que, debido al nivel de endeudamiento que arrastramos, podemos llegar a presenciar el colapso mundial del actual sistema financiero. Sean ciertas o no estas afirmaciones, lo fundamental es que reflexionemos acerca de los cambios y las transformaciones que s¨ª dependen enteramente de nosotros. Esta es la esencia de la denominada "responsabilidad econ¨®mica".
Si realmente queremos ser el cambio que queremos ver en el mundo, lo primero que podemos hacer es reflexionar acerca de c¨®mo estamos ganando el dinero que necesitamos para sufragar nuestros costes. En vez de trabajar para saciar solamente nuestro propio inter¨¦s, podemos buscar la manera de desarrollar una "funci¨®n profesional ¨²til", orientada al bien com¨²n. Es decir, cualquier ocupaci¨®n laboral que aporte alg¨²n tipo de servicio, contribuci¨®n, valor a?adido, beneficio o riqueza real para la sociedad.
El poder del ciudadano no reside tanto en el voto como en el consumo
El ahorro consciente propone poner el capital al servicio de la humanidad
Tambi¨¦n es fundamental saber de qu¨¦ manera empleamos el dinero. De ah¨ª el auge del "consumo ecol¨®gico". Nuestro poder como ciudadanos ya no reside tanto en el voto como en el consumo. Cada vez que pagamos por algo estamos validando y aprobando la manera en la que se ha producido. Esta nueva forma de votar parte de la premisa de que "el dinero es energ¨ªa". Con cada euro que gastamos damos fuerza al comercio, la empresa, el producto y el servicio que compramos.
Adem¨¢s, el consumo ecol¨®gico es el principal promotor del "comercio justo" y la "producci¨®n ecol¨®gica y org¨¢nica". Por un lado, el comercio justo apuesta por establecer una relaci¨®n comercial voluntaria e igualitaria entre productores y consumidores, de manera que todos salgamos ganando. Y dado que el mundo se ha convertido en un gran mercado, su filosof¨ªa es que la mejor ayuda que las naciones desarrolladas pueden proporcionar a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo es el establecimiento de relaciones comerciales ¨¦ticas, justas y respetuosas. Por su parte, la producci¨®n ecol¨®gica y org¨¢nica es una firme apuesta por la calidad y no tanto por la cantidad. De ah¨ª que no utilice transg¨¦nicos ni pesticidas, con lo que los productos son naturales y menos da?inos para todos.
En paralelo y de la mano de la revoluci¨®n verde, la gesti¨®n de residuos y el reciclaje se est¨¢n profesionalizando. Sin embargo, por m¨¢s nobles y beneficiosos que sean estos procesos para el planeta, no est¨¢n orientados a solucionar el problema medioambiental. Se centran en paliar los efectos de nuestra manera ineficiente e insostenible de consumir, y no en solventar su aut¨¦ntica causa: el hiperconsumismo. Esta es la raz¨®n por la que parte de nuestra responsabilidad como consumidores consiste en disminuir y optimizar nuestro consumo, logrando generar menos residuos. Tanto es as¨ª, que el principal eslogan ecol¨®gico dice lo siguiente: "Reduce, reutiliza y recicla".
En esta misma l¨ªnea se encuentra el "ahorro consciente", que propone poner nuestro excedente de capital al servicio de la humanidad. Eso s¨ª, esta acci¨®n pasa irremediablemente por dejar de ser clientes de la banca tradicional. Y no por asuntos morales, sino por ser verdaderamente coherentes con nuestros valores. Lo curioso es que, en general, no solemos preguntar a nuestro banco a qu¨¦ destina nuestros ahorros. Nuestra preocupaci¨®n suele centrarse en los intereses y la rentabilidad que nos ofrece. Y este desconocimiento a veces genera que nuestro dinero se invierta en sectores y actividades con los que no estamos de acuerdo.
Al empezar a concebir el mundo como un organismo vivo donde todo est¨¢ interrelacionado, de forma natural optamos por la "banca ¨¦tica". Y esta se distingue de las entidades convencionales en la naturaleza social de los proyectos que financia, en el filtro ¨¦tico de las empresas en las que invierte y en la transparencia de sus acciones. No destina ni un solo euro a organizaciones relacionadas con el tr¨¢fico de armas, la explotaci¨®n laboral, los combustibles f¨®siles petr¨®leo, carb¨®n y gas, los transg¨¦nicos o la destrucci¨®n de la naturaleza. En cambio, s¨ª apoya todo tipo de proyectos sociales y ecol¨®gicos, promoviendo la ocupaci¨®n laboral de personas con discapacidad o el desarrollo de las energ¨ªas renovables, entre muchos otros.
?Y qu¨¦ hay de las empresas? ?Qu¨¦ papel juegan en la econom¨ªa consciente? Pues aquel que los seres humanos que las creamos, dirigimos y componemos decidamos darle. Cuanto m¨¢s se despierte nuestra consciencia individual, m¨¢s r¨¢pidamente cambiar¨¢ y evolucionar¨¢ la mentalidad de las organizaciones, esencialmente para adaptarse y sobrevivir econ¨®micamente. Es una ley inmutable: las empresas no se transforman hasta que no lo hacen primero los empleados y los consumidores. As¨ª, al ejercer una profesi¨®n ¨²til y hacer un uso responsable y ¨¦tico de nuestro dinero, estamos fomentando que las compa?¨ªas impulsen internamente la "responsabilidad social corporativa". Y esta consiste en alinear el af¨¢n de lucro con la humanizaci¨®n de sus condiciones laborales y el respeto por el medio ambiente. Para lograrlo, las compa?¨ªas han de tener como principal objetivo crear riqueza para la sociedad y que el dinero llegue como resultado.
Borja Vilaseca es director del m¨¢ster en Desarrollo Personal y Liderazgo de la Universidad de Barcelona.
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