El otro lado
Ya son muchos meses jugando con fuego y, finalmente, Europa tiene el fantasma del default griego ante sus narices. La falta de decisi¨®n pol¨ªtica e institucional procede, en gran parte, del desequilibrio entre las dos principales elementos que compondr¨ªan un acuerdo estable de resoluci¨®n: la existencia de garant¨ªas y soporte institucional que proteja la deuda europea de ataques especulativos, por un lado, y, por otro, un compromiso firme y cre¨ªble de austeridad fiscal, en particular de los pa¨ªses cuya deuda est¨¢ m¨¢s amenazada. Dependiendo del ¨¦nfasis que se le est¨¢ dando a uno de estos dos elementos en detrimento del otro, han aparecido dos bloques en la eurozona que chocan entre s¨ª -las dos dimisiones del BCE de este a?o parecen reafirmarlo-, y es necesario que aproximen posturas y pronto. Lo que est¨¢ en discusi¨®n es con qu¨¦ garant¨ªas cuenta la deuda europea y c¨®mo puede reforzarse ese soporte para ahuyentar a los especuladores.
La soga es corta y en Atenas hay poco o ning¨²n margen de acci¨®n
?Qui¨¦n cierra el c¨ªrculo vicioso de las demandas de los dos lados del ansiado gran acuerdo europeo? Conviene reconocer que ese contrato que los pa¨ªses europeos tratan de negociar no se consigue materializar, en buena medida, porque el compromiso al otro lado de las garant¨ªas es d¨¦bil. Ese otro lado debe mostrar claramente su responsabilidad fiscal que, en el momento en el que estamos, pasa ineludiblemente por una cesi¨®n de soberan¨ªa o una aceptaci¨®n de l¨ªmites y reglas estrictas para la estabilidad presupuestaria. El problema es que el compromiso de ese lado no est¨¢ resultando cre¨ªble simplemente porque ya, a corto plazo, no se est¨¢ cumpliendo, principalmente en Grecia. Tal vez tambi¨¦n, cierto es, porque la soga es corta y en Atenas hay poco o ning¨²n margen de acci¨®n, algo sobre lo que tambi¨¦n cabe reflexionar.
Europa es la gran empresa en la que los tenedores de bonos de sus pa¨ªses miembros no tienen l¨®gicamente derechos pol¨ªticos. Pero si el bono pierde su esencia, su seguridad, se ha de procurar alg¨²n tipo de "convertibilidad", de modo que los tenedores exijan que la empresa amenazada que es hoy el proyecto del euro funcione bajo reglas fiscales m¨¢s homog¨¦neas y estrictas. Estamos ante una ordenaci¨®n de prioridades excepcional que requiere medidas excepcionales para pasar a un orden de intereses distinto y ah¨ª es donde la mayor¨ªa de los pa¨ªses chocan con la cesi¨®n de soberan¨ªa. Hay que evitar el unilateralismo como el que apuntaba el rumor de que Alemania ten¨ªa un plan para recapitalizar sus bancos ante el default griego. No todo es criticable en ese lado ya que, por ejemplo, la Constituci¨®n alemana contempla la posibilidad de ceder soberan¨ªa a Bruselas, que ha sido ratificada en la esperada decisi¨®n del Tribunal de Karlsruhe. Contrasta, por ejemplo, con el fuerte debate que ha habido en Espa?a con la reciente reforma constitucional para la estabilidad presupuestaria.
La cesi¨®n de soberan¨ªa es aceptar realmente que queremos m¨¢s Europa. El objetivo es contar con un compromiso fiscal tal que la amenaza de rescates de pa¨ªses europeos se vea como lejano y muy improbable y que a la vez permita un calendario de ajustes m¨¢s realista y compatible con un soporte social y un apoyo esencial al crecimiento y la recuperaci¨®n. Es fundamental dar pasos determinantes en esta direcci¨®n de inmediato. M¨¢s vale actuar y equivocarse que quedarnos quietos esperando el desastre.
Santiago Carb¨®, es Catedr¨¢tico de An¨¢lisis Econ¨®mico de la Universidad de Granada.
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