Ha llegado un ¨¢ngel
Las obras de Rodrigo Garc¨ªa ser¨ªan un revulsivo si se representasen en teatros comerciales, para el p¨²blico contra el que est¨¢n escritas, en vez de ante quienes comulgan con ¨¦l. Tambi¨¦n Llama un inspector (1945) ser¨ªa un revulsivo si en la platea popular del teatro de La Latina se sentara la casta financiera que J. B. Priestley retrata. En esta obra de tesis disfrazada de comedia policiaca, su autor muestra c¨®mo, para mejor controlar sus negocios, una familia cuyos miembros ocupan sistem¨¢ticamente puestos sociales clave (el padre, empresario notable, fue alcalde; su esposa preside una sociedad ben¨¦fica; su hija est¨¢ a punto de casarse con el hijo del propietario de la empresa rival...) es capaz de arrollar a cualquiera por ahorrarse un c¨¦ntimo, por satisfacer sus deseos, por pura envidia o para hacer valer su autoridad, sin preocuparse de lo que pueda sucederle a sus v¨ªctimas.
LLAMA UN INSPECTOR
Autor: J. B. Priestley. Traducci¨®n
y direcci¨®n: J. M. Pou. Int¨¦rpretes: J. M. Pou, Carles Canut, Vict¨°ria Pag¨¨s... Escenograf¨ªa: Pep Duran. Teatro de La Latina.
Hasta el 9 de octubre.
Los Birling son una lluvia ¨¢cida que cae siempre fuera de su finca: parecen agua clara, pero queman como las participaciones de uno de esos fondos de materias primas que especulan con el trigo y la soja. Su desenmascaramiento, llevado a cabo por un inspector demi¨²rgico en absoluto temeroso de sus influencias, es un ritual purificador sin efecto: pasado el crash inducido por su revolucionario visitante, la familia, como el capital, vuelve por sus fueros. Para el teatro brit¨¢nico no fue tan f¨¢cil digerir el discurso moral de Priestley, que abander¨® ideas socialistas: Llama un inspector hubo de estrenarse primero en la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Jos¨¦ Mar¨ªa Pou, director del montaje estrenado en La Latina, y el escen¨®grafo Pep Duran recrean con estilo el comedor de una casa lujosa y bien servida. Carles Canut provee de cierta humanidad ingenua al hombre de negocios satisfecho y pagado de su ¨¦xito, y reparte con ma?a el juego dram¨¢tico durante el primer acto. Pou (el inspector Goole) hace un trabajo de composici¨®n bien entendida: su personaje no es de este mundo, sus ideas s¨ª. En la Sheila de Paula Blanco echamos en falta matices y tonalidades. Bien Vict¨°ria Pag¨¨s en la aristocr¨¢tica se?ora Birling, elegante y eficaz Ruben Ametll¨¦ (su futuro yerno) y destemplado m¨¢s que dram¨¢tico David Marc¨¦ en la deriva ¨²ltima del hijo tarambana.
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