Doble sobreactuaci¨®n
Los excesos de nacionalistas y populares distorsionan la relaci¨®n de Catalu?a con Espa?a
El Congreso de los Diputados aprob¨® el martes una resoluci¨®n de apoyo al modelo ling¨¹¨ªstico catal¨¢n. La votaci¨®n parlamentaria tuvo lugar despu¨¦s de que el Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a dictara un auto urgiendo a la Generalitat para que adoptase las medidas legislativas necesarias a fin de que el castellano sea lengua vehicular al mismo nivel que el catal¨¢n. Partidos como el Popular y UPyD han considerado que la resoluci¨®n parlamentaria es un desaf¨ªo al Poder Judicial. Los nacionalistas entienden que es el Tribunal Superior catal¨¢n quien podr¨ªa estar interfiriendo en las competencias del Ejecutivo.
La resoluci¨®n del Congreso no exime a la Generalitat de respetar las decisiones de la justicia. Su valor es estrictamente pol¨ªtico, y viene a recordar que el modelo ling¨¹¨ªstico catal¨¢n no es patrimonio de los partidos nacionalistas. Entre las fuerzas de ¨¢mbito estatal, tambi¨¦n las hay que est¨¢n a favor de mantenerlo sin dejar de atender por ello la sentencia del Tribunal Superior de Justicia. Su posici¨®n est¨¢ quedando desdibujada por la sobreactuaci¨®n de los nacionalistas, que consideran cualquier correcci¨®n del sistema como una agresi¨®n intolerable, y por la de los populares y UPyD, para quienes la sentencia exige poco menos que desmantelar la pol¨ªtica seguida desde 1983. Ni una cosa ni otra son ciertas, por m¨¢s que constituyan un fiel reflejo del derrotero por el que se est¨¢n tratando de conducir las relaciones institucionales y pol¨ªticas entre Catalu?a y el resto de Espa?a.
Las declaraciones del presidente de la Generalitat, Artur Mas, en el sentido de que la sentencia del Estatuto y la reciente reforma constitucional han puesto fin al consenso de la transici¨®n no son solo una exageraci¨®n; son, adem¨¢s, un innecesario desprecio hacia muchos ciudadanos que, sin ser catalanes, consideraron un grav¨ªsimo error la totalidad del procedimiento seguido en la elaboraci¨®n del Estatuto, incluida la sentencia, y que ahora mantienen esa misma opini¨®n con respecto a la reforma constitucional. La frivolidad con la que se est¨¢n manoseando en los ¨²ltimos tiempos instituciones fundamentales de la convivencia pol¨ªtica no se dirige contra Catalu?a, como da a entender el presidente Mas, sino contra todos los ciudadanos que, en Catalu?a o fuera de ella, desean el respeto escrupuloso de las reglas del juego democr¨¢tico. Porque as¨ª le conviene a su programa, Mas solo aspira a convertirse en portavoz de una parte de ellos contra el resto.
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