Por el buen camino
A la intervenci¨®n de los bancos centrales deben seguirle otras medidas reactivadoras
La intervenci¨®n coordinada de los principales bancos centrales occidentales para ofrecer liquidez indiscriminada en d¨®lares a la banca europea hasta final de a?o tuvo ayer un ¨¦xito fulgurante en los mercados de valores y de deuda. No ha sido una medida acertada solo por sus efectos inmediatos, sino porque constituye un elemento clave del paquete de medidas de flexibilidad que debieran aplicarse en esta fase agravada e internacionalizada de la crisis de la deuda soberana europea y frente a los claros riesgos de estancamiento. Aunque tambi¨¦n su ¨¦xito ha subrayado su perentoria necesidad: las dos anteriores intervenciones de este tipo se realizaron el pasado febrero y tras el estallido de Lehman, que cumpli¨® ayer tres a?os.
La urgencia de este apoyo se ha justificado oficialmente en la estacionalidad: en el ¨²ltimo tramo del a?o se concentra la necesidad de liquidez en d¨®lares, que el BCE no puede facilitar directamente. En realidad, si eso es as¨ª, es porque la banca europea est¨¢ muy expuesta a la financiaci¨®n en la divisa norteamericana, y tiene compromisos con la de EE UU por cerca de medio bill¨®n de euros.
Pero si se arbitra un mecanismo extraordinario de financiaci¨®n es porque los ordinarios est¨¢n obturados. En efecto, las restricciones crediticias del momento responden en buena parte a la angostura del mercado interbancario -los pr¨¦stamos mutuos entre bancos- por el deterioro de la confianza de prestamistas a prestatarios. De nuevo aqu¨ª repercute la lentitud institucional en la resoluci¨®n del problema griego: la confianza en la banca europea se erosiona en buena medida por su tenencia de bonos de sus propios pa¨ªses. De modo que la incertidumbre sobre la soluci¨®n final al problema de la deuda revierte contra ella.
La intervenci¨®n supone adem¨¢s una bofetada a los halcones del BCE y de los bancos centrales alem¨¢n y holand¨¦s, que vienen protestando por la barra de liquidez en euros renovada desde Fr¨¢ncfort, por la compra de bonos p¨²blicos y por todo lo que no sea subir los tipos, lo justifique o no la inflaci¨®n. Es en este sentido, un buen epitafio pol¨ªtico para su ex economista jefe J¨¹rgen Stark, cuya huida en pleno drama agrav¨® la crisis. Y un anuncio a las agencias de calificaci¨®n, que acababan de degradar la nota a la banca francesa, de que sus opiniones pueden caer cada vez m¨¢s en saco roto.
Quedan otros ejercicios pendientes, como la reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s y la orquestaci¨®n de fuertes est¨ªmulos fiscales a la reactivaci¨®n, notablemente en los pa¨ªses que tienen mayor margen, al disponer de finanzas m¨¢s saneadas. Pendientes, al menos, si se toman en serio las previsiones econ¨®micas para este ejercicio divulgadas ayer por la Comisi¨®n. Y que concretan con detalle las realizadas por la OCDE, muy similares, y las alertas del FMI: el estancamiento est¨¢ a la vuelta de la esquina. Para combatirlo, ya no vale solo con la ortodoxia presupuestaria y las cruzadas pro austeridad.
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