La literatura del malestar
LE IMPORTA que le miren mientras trabaja? los personajes que se mueven por La mano invisible, la nueva novela de Isaac Rosa, levantan paredes, descuartizan animales o realizan encuestas telef¨®nicas rodeados de p¨²blico.
"En ficci¨®n, literatura o cine, solo nos fijamos en las condiciones laborales y yo he querido ir m¨¢s all¨¢. Independientemente de las condiciones, me mov¨ªa un inter¨¦s literario de ver si realmente es posible esa mirada al trabajo desde la literatura. A la hora de escribir la novela, adem¨¢s del puro asunto laboral, quer¨ªa narrar lo que est¨¢ ocurriendo en el mundo del trabajo, la degradaci¨®n de las condiciones laborales, el deterioro de la calidad de vida y el malestar que est¨¢ tan extendido", asegura Rosa (Sevilla, 1974).
Escrito de corrido, sin di¨¢logos y apenas puntos y aparte, La mano invisible trata de dar luz a todo ese trabajo que hacen posibles muchas de las cosas que nos rodean y que habitualmente no vemos. Para documentarse, Rosa ha investigado sobre las t¨¦cnicas y el lenguaje de ciertos oficios as¨ª como las herramientas y los modos de fabricaci¨®n.
Deseaba que los lectores mirasen a los obreros: "Quer¨ªa reflejar cada gesto, cada movimiento. Me interesaba ver qu¨¦ pasa por la cabeza del obrero que repite durante ocho horas el mismo gesto mec¨¢nico", a?ade. Si como dice uno de los protagonistas de la novela: "El mundo es un sitio que hay que limpiar a diario", se trataba de encontrar a algunos de los seres an¨®nimos que lo hacen posible. A la hora de elegir profesiones cuyo trabajo deb¨ªa ser narrado, busc¨® empleos cuyo desarrollo pudiera verse a trav¨¦s de un escenario, que tuvieran un componente teatral y visual. Redactar una novela de estas caracter¨ªsticas le ha dejado una peque?a secuela. Ha pasado de no ver determinados oficios a verlos con exceso.
Descuelga el tel¨¦fono y ve a los trabajadores que lo han fabricado o a los mineros que han sacado el colt¨¢n.
?C¨®mo se desnuda el escritor para convertirse en el obrero eterno? ?C¨®mo narrar la belleza del esfuerzo? "He buscado una cierta complejidad en la escritura porque tengo unos intereses sociales y pol¨ªticos pero tambi¨¦n tengo intereses art¨ªsticos, quer¨ªa escribir una novela que fuera interesante desde el punto de vista formal y que dentro de la historia que narra, que es un poco peculiar, sea contada desde muchos puntos de vista. Cada cap¨ªtulo responde a una voz diferente y quer¨ªa simultanearlos y hacer un trabajo ambicioso de lenguaje".
Pas¨® mucho tiempo dando vueltas a la idea de narrar el trabajo como concepto de forma narrativa, pero lo que verdaderamente le cost¨® a?os fue arrancar y dar con la historia argumental. Luego todo sali¨® de un tir¨®n.
Rosa considera que la influencia ideol¨®gica de la novela supera la del ensayo o la poes¨ªa. "La narrativa de ficci¨®n es m¨¢s eficaz que otras formas de escritura en el sentido de intervenir en el debate social a la hora de denunciar, sobre todo, por la recepci¨®n que tiene, la manera de ser le¨ªda, el propio potencial de la narrativa y que otros g¨¦neros intentan apropiarse. Vemos cada vez m¨¢s ensayos de base narrativa, historiadores que parece escriban una novela hist¨®rica, fil¨®sofos que cuentan una historia".
Como referencia, Rosa vincula La mano invisible con una tradici¨®n de literatura que ha mirado al mundo del trabajo a lo largo del XIX en Inglaterra, Francia o en Espa?a, con autores como Gald¨®s. "Cada momento de crisis tiene su novela realista o de literatura social; en plena recesi¨®n aparece Steinbeck o los espa?oles de los sesenta con lo que se conoci¨® como el realismo social. Ahora mismo se podr¨ªan escribir novelas sobre las condiciones de vida de los trabajadores", dice. "Pensamos que solo hay abuso y explotaci¨®n entre los emigrantes pero hay un malestar muy coyuntural que tiene que ver con la crisis, con el deterioro de las relaciones laborales, con la intensificaci¨®n de los modos de producci¨®n, con el paro, con la precariedad. Eso est¨¢ ah¨ª, pero hay un malestar m¨¢s de fondo que permanece independientemente de c¨®mo sean las relaciones laborales. Estamos mejor si trabajamos ocho en vez de doce o si tenemos pensi¨®n que si no la tenemos, pero subsiste un desencanto que tiene que ver con la naturaleza del propio trabajo. Ese malestar de fondo es igual al de cualquier lugar del mundo y est¨¢ relacionado con lo pol¨ªtico y con el modo de producci¨®n que ha imperado en el siglo XX".
Su idea es que en las novelas espa?olas se trabaja muy poco. "En muchas de las que hemos le¨ªdo en los ¨²ltimos a?os ni siquiera sabemos a qu¨¦ se dedica el protagonista y cuando lo sabemos nunca le vemos trabajar.
Todav¨ªa me pregunto por qu¨¦ algo a lo que dedicamos tanto tiempo y nos da una identidad social queda fuera de la literatura actual".
Rosa reconoce que para ser justos habr¨ªa que a?adir que la crisis no solo se encuentra en los modos de producci¨®n. Tambi¨¦n los trabajadores tenemos nuestra porci¨®n de culpa. "En nuestra vida diaria explotamos a los propios compa?eros y a otros trabajadores a los que les exigimos cosas tanto a la hora de comprar como de adquirir un servicio. Eso de 'el cliente siempre tiene raz¨®n' se ha convertido en un lema peligroso. En algunos aspectos, se trata de la forma en que muchas empresas ponen la responsabilidad en manos de otro.
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