El mundo on¨ªrico de Ben Bernanke
El presidente de la Junta de la Reserva Federal, Ben Bernanke, no est¨¢ considerado un or¨¢culo, como ocurr¨ªa con su predecesor, Alan Greenspan, antes de la crisis financiera, pero los mercados estuvieron muy atentos al discurso que pronunci¨® en Jackson Hole (Wyoming) el 26 de agosto. Lo que oyeron fue un poco lioso.
En primer lugar, Bernanke no propuso ninguna otra flexibilizaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria para apoyar la estancada -mejor dicho, inexistente- recuperaci¨®n. En segundo lugar, asegur¨® a sus oyentes que "esperamos que contin¨²e -y, de hecho, se intensifique- una recuperaci¨®n moderada", porque "las familias han logrado algunos avances en la reparaci¨®n de sus balances ahorrando m¨¢s, endeud¨¢ndose menos y reduciendo sus cargas en forma de pago de intereses y de deuda". Adem¨¢s, la bajada de los precios de los productos b¨¢sicos "contribuye a aumentar el poder adquisitivo de las familias".
Dos meses de malas noticias hacen que una pol¨ªtica que era apropiada sea demasiado austera hoy
Por ¨²ltimo, Bernanke afirm¨® que "los factores fundamentales del crecimiento de Estados Unidos no parecen haber resultado alterados permanentemente por las sacudidas de los cuatro ¨²ltimos a?os".
Francamente, no entiendo c¨®mo puede hacer Bernanke cualquiera de esas afirmaciones en este momento. Si ¨¦l y el resto del Comit¨¦ de Operaciones de Mercado Abierto de la Reserva Federal pensaban que el aumento proyectado del gasto nominal en EE UU estaba en la senda apropiada de la recuperaci¨®n hace dos meses, hoy no pueden creerlo. Dos meses de malas noticias econ¨®micas, junto con importantes revalorizaciones de los contratos de futuro, que tambi¨¦n causan un aumento menor de sus contrataciones, pues las bajadas de los precios de los activos incitan a las empresas a reducir sus inversiones, hacen que una pol¨ªtica que era apropiada hace 60 d¨ªas sea demasiado austera hoy.
Pero voy a centrarme en la cuarta afirmaci¨®n de Bernanke. Aun cuando se prevea una recuperaci¨®n econ¨®mica relativamente r¨¢pida, cuando esta depresi¨®n menor haya acabado, EE UU habr¨¢n experimentado una reducci¨®n de la inversi¨®n de al menos cuatro billones de d¨®lares. Hasta que desaparezca esa reducci¨®n de la inversi¨®n, la falta de capital contribuir¨¢ a deprimir el nivel de PIB real en Estados Unidos en dos puntos porcentuales. La trayectoria del crecimiento del pa¨ªs estar¨¢ un 2% por debajo de como habr¨ªa estado, si se hubiera logrado superar la crisis financiera y se hubiese evitado la depresi¨®n menor.
Y no es eso todo: los recortes de los presupuestos estatales y locales han reducido el ritmo de inversi¨®n en capital humano e infraestructuras, lo que a?ade otro punto porcentual a la tendencia descendente de la trayectoria de crecimiento a largo plazo del pa¨ªs.
Despu¨¦s de la Gran Depresi¨®n del decenio de 1930, la enorme oleada de inversi¨®n en capacidad industrial durante la Segunda Guerra Mundial compens¨® la reducci¨®n del decenio perdido. A consecuencia de ello, la Depresi¨®n no hizo sombra al crecimiento futuro... o, mejor dicho, la sombra fue arrollada por los cegadores reflectores de cinco a?os de movilizaci¨®n para la guerra total contra la Alemania nazi y el Jap¨®n imperial.
No se est¨¢ desplegando un conjunto an¨¢logo de reflectores para acabar con la sombra que arroja actualmente la depresi¨®n menor. Al contrario, la sombra se est¨¢ alargando cada d¨ªa que pasa, por la falta de pol¨ªticas eficaces para lograr que la corriente de gasto nominal a escala de la econom¨ªa vuelva a su trayectoria anterior.
Adem¨¢s, hay otro factor que hace de lastre. Un factor potente que disminuy¨® la sensaci¨®n de riesgo y foment¨® la inversi¨®n y la iniciativa empresarial en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial fue el llamado "impulso de Roosevelt". Pa¨ªses industriales de todo el mundo asignaron entonces la primera y m¨¢xima prioridad a la lucha contra la depresi¨®n, por lo que los ahorradores y las empresas no ten¨ªan motivo para preocuparse por que volvieran los tiempos dif¨ªciles que siguieron a 1873, 1884 o 1929.
Ya no se puede decir lo mismo de la actualidad. En el futuro, el mundo ser¨¢ un lugar m¨¢s peligroso de lo que pens¨¢bamos, no porque el Estado ya no ofrezca garant¨ªas que, para empezar, no deber¨ªa haber ofrecido, sino porque ha vuelto el riesgo real de que los clientes se esfumen en una depresi¨®n prolongada.
No s¨¦ hasta qu¨¦ punto ese riesgo suplementario impedir¨¢ el crecimiento de las econom¨ªas americana y mundial. Un c¨¢lculo r¨¢pido y aproximado indica que una depresi¨®n menor, de cinco a?os en un periodo de 50 a?os, que reduzca la econom¨ªa otro 10% por debajo de su potencial, disminuir¨ªa los beneficios medios de la inversi¨®n y retrasar¨ªa la inversi¨®n privada lo suficiente para que se perdieran dos d¨¦cimas de punto porcentual de crecimiento econ¨®mico al a?o. A consecuencia de ello, Estados Unidos no solo ser¨ªa al final de ese episodio un 3% m¨¢s pobre de lo que podr¨ªa haber sido, sino que, adem¨¢s, el desfase aumentar¨ªa: al 7% en 2035 y al 11% en 2055.
Esa ser¨¢ la situaci¨®n futura, si no se adoptan ahora las medidas para lograr la recuperaci¨®n r¨¢pidamente de esta depresi¨®n menor y despu¨¦s para aplicar pol¨ªticas que impulsen de nuevo el capital privado y la inversi¨®n en infraestructuras y educaci¨®n hasta su nivel normal. Tal vez eso fuera suficiente para tranquilizar a todo el mundo, en el sentido de que la aquiescencia actual de las autoridades ante una recesi¨®n prolongada fue un error horrible que no se repetir¨¢.
J. Bradford DeLong, exsecretario adjunto del Tesoro de EE UU, es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de California en Berkeley e investigador asociado en la Oficina Nacional de Investigaciones Econ¨®micas. ? Project Syndicate, 2011. Traducido por Carlos Manzano.
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