Arno Fischer, el cronista fotogr¨¢fico de Berl¨ªn
Retrat¨® con minuciosidad la vida en las calles de la RDA
Fue a la muerte de Stalin, en 1953, cuando Arno Fischer, fallecido el pasado mi¨¦rcoles en Berl¨ªn, tom¨® la decisi¨®n de mudarse a la parte Oriental y estudiar fotograf¨ªa. Entre los 20 y los 27 a?os se hab¨ªa dedicado a la escultura, a caballo entre ambas zonas de ocupaci¨®n. Desde entonces, sus fotos en blanco y negro se encuentran entre las m¨¢s significativas de la posguerra alemana. Seg¨²n muchos expertos, tambi¨¦n est¨¢n entre las m¨¢s infravaloradas.
Al aceptar en 1956 el cargo de profesor de fotograf¨ªa adjunto a la c¨¢tedra de Klaus Wittkugel en la escuela de Bellas Artes de Weissensee Fischer se convirti¨® en ciudadano de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA). Fue un paso voluntario. Hab¨ªa nacido en el lado occidental de la ciudad, en el barrio obrero de Wedding, en 1927. Seg¨²n su propio testimonio, con Berl¨ªn est¨¢n asociados "los trabajos m¨¢s importantes" de su vida. Muchas de las instant¨¢neas que tom¨® en la ciudad partida por la guerra fr¨ªa retratan escenas comunes de la vida diaria: juegos infantiles, pasajeros en un tranv¨ªa, gente de compras por las calles populosas de la zona occidental en pleno "milagro econ¨®mico".
Aunque naci¨® en la parte Oeste, en 1953 se traslad¨® al Berl¨ªn Oriental
Sus fotograf¨ªas de moda y sus retratos quedan lejos del patetismo del arte oficial de la ¨¦poca. Son piezas elegantes y minuciosas, en la tradici¨®n de las revistas estadounidenses como Life. Algunos de sus trabajos m¨¢s reproducidos son las fotos de Marlene Dietrich que hizo en Mosc¨² a mediados de los sesenta. Tambi¨¦n se encarg¨® de recopilar las im¨¢genes con las que el r¨¦gimen socialista decor¨® el llamado Foro Marx-Engels de Berl¨ªn. Siguen sin pena ni gloria cerca del Ayuntamiento, semiocultas entre los ¨¢rboles.
Fischer fue bastante conocido en la RDA, gracias a su labor en la revista femenina Sybille. Pudo llevar su trabajo a Nueva York. Fotografi¨® sus calles con la misma lente delicada que hab¨ªa aplicado a Berl¨ªn: retrataba gente com¨²n haciendo cosas normales. No hay un gesto heroico ni histrionismo alguno en sus trabajos. Fischer dec¨ªa ser enemigo de la composici¨®n en la fotograf¨ªa, porque "el mundo es la composici¨®n".
Tambi¨¦n se le permiti¨® viajar por Polonia, ?frica e India. En sus viajes aplic¨® sus avezadas dotes de observaci¨®n para extraer narraciones a las im¨¢genes.
Fue uno de los fundadores de la escuela de fotograf¨ªa en la avenida Schiffbauerdamm, junto al r¨ªo Spree de Berl¨ªn. All¨ª, junto a las v¨ªas elevadas de los trenes de cercan¨ªas, recib¨ªa durante horas a sus alumnos y a legendarios fot¨®grafos como Henri Cartier-Bresson y Helmut Newton. Guardaba all¨ª muchos libros occidentales introducidos sin permiso en la RDA. Adem¨¢s de varios perros, p¨¢jaros dom¨¦sticos y muchos discos con m¨²sica de vanguardia tra¨ªdos de Nueva York. No sorprende, por tanto, que sus estudiantes de arte del Este se sintieran afortunados de participar en sus clases.
Cuando la RDA colaps¨® y las dos Alemanias se unificaron en 1990, Fischer sinti¨® que se truncaba su carrera docente. No obtuvo la c¨¢tedra a la que aspiraba en la prestigiosa escuela superior de Leipzig. Sin embargo, su obra empez¨® a conocerse mejor entre los fot¨®grafos del Oeste alem¨¢n. Viv¨ªa en el campo desde 1978, en una casa con jard¨ªn donde se dedic¨® a hacer celebradas fotos con una Polaroid. Estas im¨¢genes en color muestran flores, p¨¢jaros, tocones de ¨¢rbol y otros detalles campestres sin apenas presencia humana.
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