Demoras peligrosas
La eurozona parece incapaz de resolver la crisis griega y descubre tarde su debilidad bancaria
Sea por la presencia de Timothy Geithner, el secretario del Tesoro estadounidense, sea porque la evoluci¨®n de los par¨¢metros econ¨®micos y financieros de Europa no invita al optimismo, la reuni¨®n de los ministros de Econom¨ªa europeos en Wroclaw (Polonia) acept¨® algunas premisas novedosas (que no originales) sobre la crisis de la deuda y la recesi¨®n econ¨®mica. La primera y m¨¢s importante, ha consistido en seguir al Fondo Monetario Internacional (FMI) en la idea de que la banca europea necesita un programa intensivo de recapitalizaci¨®n que le permita hacer frente no solo a la pesada carga de las deudas p¨²blicas de Grecia, Portugal e Irlanda, sino tambi¨¦n cumplir con la obligaci¨®n de canalizar un flujo de pr¨¦stamos que mantenga las posibilidades de recuperaci¨®n en pa¨ªses como Francia, Italia o Espa?a.
Aceptar, a estas alturas y despu¨¦s de los continuos fiascos de las pruebas de resistencia, que la banca europea necesita una inyecci¨®n de capital fresco para cubrir los boquetes abiertos por la crisis (ya cr¨®nica) de la deuda parece un retraso inaceptable, incluso para la burocracia europea. Pero el retraso es la norma en esta eurozona azotada por los huracanes financieros. No es precisamente tranquilizador que en medio de una crisis persistente de las deudas nacionales de varios pa¨ªses importantes de la zona euro se convoquen reuniones informales que se limitan a trasladar la resoluci¨®n de los graves problemas del euro a meses venideros. Los remedios para la situaci¨®n angustiosa de Grecia, una de las causas de las convulsiones peri¨®dicas que sufren los mercados de deuda y las Bolsas, se anunciaron en mayo del a?o pasado, se ratificaron en julio, se dejaron para concretar en septiembre (con las cotizaciones burs¨¢tiles en ca¨ªda sistem¨¢tica en todos los parqu¨¦s europeos y las primas de riesgo en r¨¦cords) y ahora se vuelven a dejar para octubre. Las estrictas condiciones que impone la ortodoxia alemana hacen temer que las ayudas europeas, imprescindibles para que Atenas supere una crisis literal de supervivencia, se eternizar¨¢ en un inacabable tr¨¢mite de supervisiones y burocracia, mientras los hospitales del pa¨ªs empiezan ya a sufrir dificultades de suministro. Esta pol¨ªtica de demoras e indecisiones es peligrosa y frustrante.
La presencia de Geithner en Polonia no es un episodio trivial. Geithner ha captado la urgencia de resolver de una vez por todas la quiebra griega (urgencia que no comparten, al parecer, ni Berl¨ªn, ni Par¨ªs ni Bruselas) y la necesidad de dotar a Europa de un Tesoro ¨²nico, un organismo de intervenci¨®n r¨¢pida, por as¨ª decirlo, capaz de tomar decisiones en los momentos de mayor presi¨®n especulativa. Los numerosos Consejos de Ministros de Finanzas ordinarios, extraordinarios e informales celebrados desde 2008 tendr¨ªan que haber servido precisamente para planificar una mayor coordinaci¨®n fiscal en la eurozona y, al mismo tiempo, articular esa homogeneizaci¨®n presupuestaria con un Tesoro ¨²nico, de funciones m¨¢s amplias que el actual Banco Central Europeo (BCE).
Pero el tiempo se ha perdido y se sigue perdiendo. La salvaci¨®n de la unidad monetaria sigue subordinada a los intereses electorales en Alemania o a las ocurrencias discontinuas de Francia. En Polonia tampoco se han debatido otras evidencias preocupantes. Por ejemplo, dicho sea a prop¨®sito de Geithner, el que las pol¨ªticas de contracci¨®n fiscal son necesarias para reducir los d¨¦ficits desbocados, pero su aplicaci¨®n dr¨¢stica no est¨¢ surtiendo los resultados apetecidos. No convencen a los acreedores, lo cual no deja de ser ir¨®nico si se tiene en cuenta que se aplican para tranquilizarlos. ?Tienen Francia y Alemania un plan para permitir est¨ªmulos a la inversi¨®n en los pa¨ªses perif¨¦ricos del ¨¢rea o consideran que solo las pol¨ªticas de ajuste acabar¨¢n con el d¨¦ficit y la deuda y, al mismo tiempo, impulsar¨¢n la recuperaci¨®n?
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