?Cambiar de identidad en Internet?
Existen la arbitrariedad, el anonimato, la cobard¨ªa y la suplantaci¨®n de identidad en Internet? Sin lugar a dudas. ?Se trata de un fen¨®meno grave y alarmante que hay que denunciar y combatir? Por supuesto, tal y como se hace fuera de la Red. ?Es, como afirmaba Juan Gabriel V¨¢squez en un art¨ªculo reciente en estas p¨¢ginas, el "car¨¢cter de Internet" el responsable de esta lacra? Claramente, no. No solo no lo es, argumentar¨ªa precisamente lo contrario: la Red y su estructura descentralizada nos est¨¢n conduciendo a un modelo de transparencia radical que, en realidad, ubica el problema en las ant¨ªpodas. Lo que Lawrence Lessig, acad¨¦mico y activista de Harvard, denomina el problema de la "transparencia desnuda": un influjo permanente de informaci¨®n y revelaciones que se vuelve dif¨ªcil de discernir e interpretar.
La Red es una nueva esfera p¨²blica que posibilita el ejercicio de un nuevo tipo de ciudadan¨ªa
La reafirmaci¨®n de la identidad individual en la era de Internet, dice V¨¢squez, se ha convertido en la "encarnaci¨®n de nuestros peores miedos, el lugar donde nuestra vulnerabilidad es total y es total nuestra impotencia". Esa es la lectura del vaso medio vac¨ªo; en la que la multiplicaci¨®n de voces y el ensanchamiento de los espacios de participaci¨®n p¨²blica diluyen, necesariamente, certezas arraigadas y la seguridad moral que proporcionan las jerarqu¨ªas. La otra lectura que se puede hacer -el vaso medio lleno- apunta hacia espacios de colaboraci¨®n que reivindican la participaci¨®n individual, la acci¨®n colectiva que pasa por la suma de voluntades individuales y la discusi¨®n de los asuntos p¨²blicos a una escala sin precedentes. Para fines tan distintos que pueden ir desde encender la chispa de una revoluci¨®n a colaborar en una enciclopedia abierta, pasando por organizar a un grupo de vecinos para frenar un desahucio.
La Red est¨¢ desarrollando mecanismos end¨®genos de participaci¨®n que redefinen por completo la forma en la que se ejerce y reivindica la identidad individual; que cambian las v¨ªas a trav¨¦s de las cuales nos relacionamos, colaboramos y compartimos informaci¨®n y conocimiento. Surgen esquemas in¨¦ditos de colaboraci¨®n entre personas (peer to peer) altamente eficaces capaces de hacer aflorar desde las lacras sociales m¨¢s soterradas hasta desenmascarar el fraude, la impostura y todo tipo de enga?os sociales. Surgen, en otras palabras, nuevas formas de acceder a la verdad.
Andy Carvin, reportero de la NPR estadounidense desconocido hasta enero, ilustra bien el fen¨®meno. Inadvertidamente se convirti¨® en parte de la historia de las revoluciones ¨¢rabes desde la terraza de su casa en Washington. ?C¨®mo lo hizo? Ocupando un nov¨ªsimo espacio en la cadena de producci¨®n de informaci¨®n: el de curator -o curador-. Por medio de su perfil en Twitter, Carvin construy¨® una red de informantes sobre el terreno que le suministraban fotograf¨ªas, v¨ªdeos y piezas de informaci¨®n inconexas. Por medio de una segunda red paralela de expertos, las informaciones eran validadas, sopesadas y difundidas a un c¨ªrculo de personas m¨¢s amplio. El resultado, seg¨²n Mar¨ªa Popova, de la revista Wired, es un nuevo tipo de autor¨ªa en la creaci¨®n de informaci¨®n. Es decir, una forma nueva y omnisciente de validaci¨®n y autenticaci¨®n capaz de derribar y exponer bulos con la misma velocidad -o incluso mayor- de la que fueron creados.
Otro ejemplo ilustrativo tuvo lugar en 2008, cuando la agencia estatal de noticias iran¨ª public¨® una fotograf¨ªa de una prueba de misiles en la que se observaba el lanzamiento de cuatro proyectiles. La fotograf¨ªa apareci¨® en la portada de varios diarios internacionales. Sin embargo, la imagen no resisti¨® el escrutinio p¨²blico un solo d¨ªa. R¨¢pidamente, diversos expertos militares en varios pa¨ªses demostraron que solo se hab¨ªan disparado tres de los cuatro misiles y que la fotograf¨ªa se hab¨ªa alterado digitalmente para ocultar el fallo, poniendo en evidencia ya no solamente a la agencia de prensa, sino la eficacia del Ej¨¦rcito iran¨ª; qu¨¦ habr¨ªa pasado, me pregunto, si la inteligencia occidental que apuntaba hacia las supuestas armas de destrucci¨®n masiva en el preludio a la invasi¨®n de Irak en 2003 hubiera sido analizada con m¨¢s minuciosidad y por un c¨ªrculo m¨¢s amplio de expertos.
En el fondo se trata del mismo mecanismo que en febrero de este a?o me permiti¨® descubrir que p¨¢rrafos ¨ªntegros de un art¨ªculo que publiqu¨¦ en este diario y que fue reproducido por O Globo en Brasil (La calle conecta con la Red, 9 de febrero de 2011) aparec¨ªan firmados como propios en el blog de un pol¨ªtico de R¨ªo de Janeiro.
?Qu¨¦ tiene en com¨²n esta lista dis¨ªmil y variopinta de ejemplos? El poder de una nueva esfera p¨²blica conectada en red. Millones de usuarios -millones de expertise- que de manera permanente, y por razones muy diversas, validan, desmienten y colaboran en una empresa colectiva amorfa y din¨¢mica; nuevos roles y formas de participaci¨®n que no se ci?en m¨¢s a los r¨ªgidos esquemas verticales que determinaban el alcance de la acci¨®n individual.
La misma Red que permite suplantar la identidad o refugiarse en el anonimato, tambi¨¦n est¨¢ desatando una fuerza mucho m¨¢s potente -y esta s¨ª, completamente nueva- en la direcci¨®n contraria. Un nuevo modelo de esfera p¨²blica bidireccional y en red que est¨¢ camino de transformar ya no solo la forma en la que se manifiesta la identidad individual, sino en la que se ejerce la ciudadan¨ªa.
Diego Beas es autor de La reinvenci¨®n de la pol¨ªtica: Obama, Internet y la nueva esfera p¨²blica (Pen¨ªnsula, 2011).
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