Viaje a Rusia

Una bella foto de Anna, t¨ªa abuela del autor, preside esta sentida cr¨®nica familiar de un escritor franco catal¨¢n que como su apellido indica tiene ascendencia rusa. "He vivido muchos a?os en Rusia, pero no he estado nunca". Con esta sorprendente paradoja empieza el viaje hacia ese pa¨ªs inmenso y misterioso. Uno piensa en los Cuentos rusos que ha escrito otro escritor catal¨¢n, Francesc Ser¨¦s, que igualmente parece que estuvo all¨ª. Nada tienen de extra?o estos contactos entre la cultura rusa y la catalana y, por ende, de la espa?ola. Recordemos a quienes tradujeron las grandes novelas rusas como es el caso de Augusto Vidal o de Andreu Nin que adem¨¢s de traductor tuvo una vida pol¨ªtica que le llev¨® al tr¨¢gico final que todos conocemos. Algunos ling¨¹istas, por otra parte, han hablado de los puntos en com¨²n que se dan entre las ¨¢reas extremas de una zona de lenguas y tambi¨¦n alg¨²n historiador ha puesto de relieve elementos curiosamente similares entre la historia de Espa?a y la de Rusia (o bien la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica). Bezsonoff ha sentido en diversos momentos de su vida el deseo de aprender ruso y por lo que se puede deducir de la lectura ahora ha cubierto etapas importantes. Su objetivo principal es poder leer en versi¨®n original a los grandes cl¨¢sicos de aquel pa¨ªs y, quiz¨¢s como complemento, lo que ya ha conseguido: invitar a una chica rusa en la calle de Sant Pau de Barcelona a una copa de Aromes de Montserrat, un licor dulce, adictivo y patri¨®tico. Bezsonoff recrea para nosotros como en una fotograf¨ªa en blanco y negro la vida de su abuelo en el pa¨ªs natal: la infancia y la juventud en Vor¨®nezh, una ciudad media de la provincia rusa, y su participaci¨®n en la guerra civil con las tropas que defienden al zar. Y lo hace mezclando datos geogr¨¢ficos e hist¨®ricos, recreando escenas y conversaciones que da por sucedidas e, incluso, sencillamente inventando los sucesos, incluso un sue?o er¨®tico que su abuelo tuvo durante un viaje en tren. Describe los desastres de la guerra y muestra con emoci¨®n contenida y melancol¨ªa compartida p¨¢ginas estupendas retratando el ambiente vivido en la pen¨ªnsula de Crimea por los desafectos del r¨¦gimen bolchevique, refugiados all¨ª provisionalmente. Una reconstrucci¨®n de vidas torcidas por medio de descripciones r¨¢pidas, ideas al desgaire, enumeraciones conceptuales y gestos absurdos de un gran encanto. He aqu¨ª una frase donde la desaz¨®n de las expresiones primeras se diluye en un quiebro humor¨ªstico: "Un almirante sin armada, un general sin regimientos, una cortesana sin protectores, una bailarina sin zapatillas". El autor que tiene presente la existencia reconocida de los taxistas del Marne imagina otros, los del zar, que en sus recorridos diarios por las calles de Par¨ªs sue?an con Mosc¨². Y como ha escrito un libro dedicado a la vida francesa, Una educaci¨®n francesa, y otro a los dimes y diretes de Catalunya, Un pa¨ªs de butxaca, incluye aqu¨ª un cap¨ªtulo donde se habla de lo que ¨¦l llama "el baile de las identidades" donde las preguntas transcendentales planteadas dan un poco de grima. Mejor pensar que m¨¢s all¨¢ hay vida, una vida que transcurre "con sus alegr¨ªas y sus inquietudes".