Euskadi y sus jueces
El ¨²ltimo viraje del caso Fais¨¢n puede ser cuestionable, si hacemos entrar en nuestra estimaci¨®n las implicaciones pol¨ªticas, pero por lo menos tiene la virtud de no cerrar puerta alguna al ejercicio de la justicia. La gravedad del caso no deb¨ªa ser obst¨¢culo para que en la investigaci¨®n y en el procedimiento se llegara hasta el nivel de responsabilidad delictiva que fuese necesario, pero s¨ª debe servir de exigencia a una instrucci¨®n en cuyo curso se agoten todas las posibilidades de indagaci¨®n antes de procesar a los supuestos culpables.
Otra cosa hubiera sido seguir la senda propuesta por el fiscal Javier Zaragoza, que no deja de sorprendernos despu¨¦s de su intervenci¨®n en el caso Garz¨®n y de lo revelado por Wikileaks. Ahora iba a resultar que el chivatazo dado para impedir que los cobradores de ETA fuesen detenidos, pod¨ªa ser un delito, pero no implicaba colaboraci¨®n con el grupo terrorista. Como alegato de un defensor est¨¢ bien, pero como propuesta de un fiscal, dada su dependencia institucional, semejante v¨ªa de escape solo servir¨ªa para fomentar la idea de que se trataba de cubrir a un Gobierno que, como ocurriera en el caso de la hospitalizaci¨®n de De Juana Chaos, estaba dispuesto a todo para mantener el "proceso de paz".
El victimismo de Otegi puede constituir el impulso al ascenso irresistible de la izquierda 'abertzale'
Lo cierto es que caso a caso, golpe a golpe, se suceden las interferencias en cuanto a las actuaciones judiciales sobre la situaci¨®n pol¨ªtica vasca, generando confusi¨®n y desprestigio. M¨¢s aun cuando los acontecimientos juzgados pertenecen a un tiempo distinto del actual, pero sobre los cuales no ha reca¨ªdo ni debe recaer prescripci¨®n alguna, y cuya valoraci¨®n parece entonces entrar en conflicto con las exigencias del presente. Es lo que reflejan las valoraciones de la sentencia sobre el caso Bateragune, insistiendo en que resulta negativa para el "irreversible" abandono de la "violencia" por ETA. Aunque as¨ª fuera, habr¨ªa que decir que es inevitable, y por otra parte, el establecimiento de la verdad en este tema nunca da?a, y menos a¨²n cuando la sentencia refleja con precisi¨®n -con r¨®tulo o no- la puesta en marcha del proceso de articulaci¨®n entre ETA y Batasuna que ha tenido feliz desenlace transitorio en la legalizaci¨®n de Bildu y en el ¨¦xito electoral de mayo.
Hay un reproche en todo caso: la insistencia en hablar de "instrucciones de ETA", cuando las pruebas se han acumulado en el sentido de las sentencias precedentes, confirmadas en Estrasburgo, de que Batasuna -y por lo tanto, salvo a los ojos de la mayor¨ªa del Tribunal Constitucional la "izquierda abertzale", su prolongaci¨®n clandestina- pertenece a ETA. As¨ª que cuando el 16 de octubre de 2009 Arnaldo Otegi niega pertenecer a Bateragune, y se declara solo "militante de Batasuna", a la vista de la normativa y de la jurisprudencia entonces vigente, est¨¢ confesando su pertenencia a ETA (otra cosa es lo que ¨¦l pudiera pensar). No hace falta, pues, hablar de "instrucciones", sino de articulaci¨®n dentro de un mismo entramado, seg¨²n confirman documentos y actuaciones hasta la circular de Batasuna de enero de este a?o.
Tal vez por este orden en cuanto a iniciativas, Batasuna (o su sucesora en tiempos revueltos, la izquierda abertzale) han llevado a cabo un brillante ejercicio de nataci¨®n sincronizada, si queremos una imagen pl¨¢stica. Y para que la sincronizaci¨®n funcionase, dada la prioridad de la acci¨®n pol¨ªtica desde 2009, se requer¨ªa un ¨®rgano de coordinaci¨®n. La apoyatura documental de la sentencia prueba con toda precisi¨®n los pasos y el sentido de ese mecanismo de ajuste a la nueva prioridad concedida por ETA a la acci¨®n pol¨ªtica.
Hasta aqu¨ª el recorrido jur¨ªdico. El problema es que la sentencia llega en un momento pol¨ªtico donde el victimismo del l¨ªder Otegi puede constituir ante las pr¨®ximas elecciones un factor m¨¢s de confusi¨®n y de impulso al ascenso irresistible de una izquierda abertzale que ya no tiene raz¨®n alguna para renegar de ETA (si es que tal fuera su deseo).
La experiencia hist¨®rica muestra que la liberaci¨®n de los injustamente procesados, con Otegi convertido en paloma de la paz vasca enjaulada por Espa?a, juega como factor decisivo para que el voto adquiera un matiz plebiscitario. Y sobre todo es que la sentencia viene a poner en cuesti¨®n abiertamente la competencia del Tribunal Constitucional al legalizar a Bildu. No se ha enterado o no quiso enterarse. Hubiera sido mucho m¨¢s razonable legalizar desde un primer momento a Sortu: por mucha desconfianza que inspirase, establec¨ªa en t¨¦rminos claros el rechazo a ETA.
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