Despolitizar, 'deslaportizar'
Rosell ha dignificado la asamblea como ¨®rgano de control social por excelencia del Bar?a. Ayer puso a consideraci¨®n de los compromisarios tres de las decisiones m¨¢s importantes del consejo: el patrocinio de Catar, la Grada Jove y la prohibici¨®n de fumar en el Camp Nou. Y, a diferencia del a?o pasado, cuando vot¨® en blanco en la acci¨®n de responsabilidad, anoche se manifest¨® a favor de las distintas propuestas, y todas se aprobaron muy bien.
Poco a poco, se cumple su programa, avalado por un respaldo electoral hist¨®rico. A veces parece incluso que desde entonces le anima una obsesi¨®n por sentirse acompa?ado por los socios en cada acuerdo, entre temeroso y populista, como si fuera incapaz de gobernar sin preguntar a la gente cosas ya decididas.
La junta ha atacado la deuda, controla el gasto, mantiene la excelencia deportiva y la grandilocuencia se sustituye por la proximidad, cosa que se agradece con la crisis. A partir de su experiencia como vicepresidente, Rosell organiz¨® un gobierno en la sombra que cont¨® con el apoyo de varios sectores del barcelonismo. As¨ª que, una vez llegado al palco, ha aplicado la obra de gobierno ideada en el exilio por oposici¨®n a la anterior directiva. Ha habido un acercamiento a las pe?as, se favorece el regreso de los fan¨¢ticos al estadio, despu¨¦s de encomendarse a los mossos, y se oficializa un gran contrato de patrocino que el presidente ya negoci¨® seguramente en tiempos de candidato por su familiaridad con Catar.
No es extra?o por tanto que dos de sus obsesiones sigan siendo Soriano y Laporta, y, por extensi¨®n, la caja de caudales y la manera de entender el juego y la direcci¨®n del club. El distanciamiento respecto a Cruyff es tan manifiesto como el acercamiento al nu?ismo. El barcelonismo, que ya pas¨® por la deskubalizaci¨®n y la descruyfficaci¨®n, como escribi¨® V¨¢zquez Montalb¨¢n, afronta ahora la deslaportizaci¨®n. La tarea consiste en afirmar la obra propia a costa de negar la del antecesor, como si fuera un accidente o un par¨¦ntesis, imposible encontrar una fotograf¨ªa o una cita de Laporta en los medios del club. Aunque Rosell est¨¢ en su derecho, tal como se explica induce a la sospecha. El chiste que cont¨® sobre el burro es una met¨¢fora de su proceder: la expectaci¨®n que genera es proporcional a la frustraci¨®n que despu¨¦s provoca. A menudo da la sensaci¨®n de que no disfruta del cargo, de que le falta autoestima y necesita reivindicarse, cansado tambi¨¦n de que la tendencia general sea la de reducir el ¨¦xito ahora a Guardiola y antes a Laporta. Ayer, a juzgar por su parlamento, pareci¨® que la despolitizaci¨®n anunciada forma parte precisamente de la deslaportizaci¨®n. El logotipo de Catar se agranda mientras se encoge el de Unicef. No se toca el bolsillo del socio y se mantienen unos valores que parecen consustanciales al club y no ganados en anteriores mandatos,
A Rosell le falt¨® grandeza para hablar del pasado y talento para afrontar el futuro. El presente, en cambio, es suyo. La asamblea, preparada o no, m¨¢s o menos representativa, en cualquier caso siempre legitimada, le dio la raz¨®n en todo, y se sinti¨® querido.
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