La balada m¨¢s triste de los Carpenters
En cada casa de ensue?o, un coraz¨®n roto. In every dream home a heartache. La canci¨®n de Bryan Ferry parece imponerse como melanc¨®lico fondo de la historia de los Carpenters. Es un drama con caparaz¨®n radiante: el d¨²o m¨¢s popular y reconfortante de los setenta, formado por Richard y Karen Carpenter, termin¨® bruscamente en 1983, cuando ella sucumbi¨® ante una enfermedad entonces poco diagnosticada: la anorexia nerviosa.
Un nuevo libro reconstruye la tragedia: Little girl blue: the life of Karen Carpenter, de Randy L. Schmidt. Una visi¨®n que compensa la pesadilla de Superstar: the Karen Carpenter story, el sombr¨ªo mediometraje de Todd Haynes donde mu?ecas Barbie reemplazaban a actores de carne y hueso. Apenas estuvo tres a?os en distribuci¨®n, antes de que Richard Carpenter y el sello discogr¨¢fico A & M consiguieran que fuera prohibido. Haynes no se hab¨ªa molestado en pedir los derechos de sincronizaci¨®n de las canciones. Se supone que pr¨¢cticamente todas las copias de Superstar fueron destruidas, pero, signo de los tiempos, ahora se puede visionar -e incluso descargar gratuitamente- en Internet.
Ella atesoraba una voz dulce y abundante en recursos; su hermano ten¨ªa talento y afici¨®n a las drogas de farmacia
El marido de Karen se burlaba de su delgadez: "Se te notan todos los huesos". El matrimonio fracas¨® r¨¢pidamente
Todd Haynes ten¨ªa una agenda ideol¨®gica evidente: retrataba a Karen como v¨ªctima de una familia cruel, una industria voraz y un hermano empe?ado en ocultar su supuesta homosexualidad. La realidad es m¨¢s compleja y amarga, aunque requiere un esfuerzo de la imaginaci¨®n: los Carpenters representaban esa parte de la generaci¨®n de los sesenta que sinti¨® los terremotos culturales, pero nunca rompi¨® los lazos con la vida convencional. Hijos de Agnes y Arnold Lynn, los hermanos llegaron al mundo en Connecticut, pero vivieron su adolescencia en un suburbio de clase media de Los ?ngeles. Richard, nacido en 1946, estudi¨® m¨²sica y tocaba teclados. Karen, nacida en 1950, termin¨® en la bater¨ªa. Hacia 1966 ganaban un concurso de grupos nuevos con un tr¨ªo instrumental. Al a?o siguiente, Karen comenzaba a cantar y, como Spectrum, se hac¨ªan un hueco en el circuito nocturno de la ciudad. Asombra saber que ocuparon el puesto de los Doors en el Whisky A Go Go, pero tiene l¨®gica: ambos grupos coincid¨ªan inicialmente en la querencia por el jazz ligero y la bossa-nova.
La pareja fue fichada por A & M Records, gracias a la insistencia de la madre ante el trompetista que se escond¨ªa detr¨¢s de la primera inicial, Herb Alpert. A & M era una compa?¨ªa sin prejuicios: se hab¨ªa subido al carro del rock contracultural, pero sab¨ªa que todav¨ªa hab¨ªa gran mercado para el pop light.
La empresa se fi¨® de los hermanos. Ella ten¨ªa una voz dulce y abundante en recursos; ¨¦l demostr¨® arte para componer, arreglar, producir. Eran chicos sensatos: aunque Richard firmaba abundantes canciones con John Bettis, regularmente renunciaba al ego -y a las regal¨ªas como compositor- para dar primac¨ªa a versiones de otros autores. Recibieron tratamiento Carpenters temas de Burt Bacharach, los Beatles, Hank Williams o Leon Russell. El olfato de Richard era notable: reconoci¨® material apropiado en un jingle publicitario para un banco y de ah¨ª sali¨® We've only just begun, una de sus piezas emblem¨¢ticas. En total, los Carpenters cosecharon unos veinte ¨¦xitos. Ten¨ªan una imagen propia de la mayor¨ªa silenciosa de Richard Nixon: dentaduras perfectas, ropas de buenos estudiantes, maneras educadas. Eran capaces de censurar alguna canci¨®n, si les parec¨ªa que la letra ten¨ªa versos "atrevidos". Y editaban regularmente discos navide?os, sin ninguna iron¨ªa.
Eso s¨ª: les quemaba que el ambiente musical cool no reconociera el talento que hab¨ªa detr¨¢s de sus deliciosas tartas sonoras. Ellos s¨ª que escuchaban atentamente a los dem¨¢s: Paul McCartney suele contar que, cuando era considerado un apestado por sus primeros trabajos en solitario, fueron Karen y Richard los primeros en llamarle para felicitarle por Band on the run (1973), el disco que permiti¨® su revalorizaci¨®n como creador.
Sin embargo, la consideraci¨®n de sus coet¨¢neos no era su principal problema. A principios de 1979, la afici¨®n de Richard a las drogas de farmacia le llev¨® a internarse en un centro de rehabilitaci¨®n. Decidi¨® tomarse el resto del a?o como periodo sab¨¢tico y su hermana se encontr¨® con tiempo libre. Karen viaj¨® a Nueva York, donde colabor¨® con el productor Phil Ramone confeccionando un disco de ritmos bailables que romp¨ªa los esquemas del sonido Carpenters. Fue un frustrado intento de emanciparse. De vuelta en Los ?ngeles, tanto Richard como el sello criticaron la grabaci¨®n, que qued¨® archivada. Aunque los ¨¦xitos ya escaseaban, A & M prefer¨ªa mantener el foco en el d¨²o en vez de probar con una solista. Aparte del golpe a su autoestima, Karen debi¨® pagar el medio mill¨®n de d¨®lares que cost¨® la aventura.
Y aqu¨ª es cuando la historia se torna siniestra. Karen no era feliz. La familia Lynn funcionaba como un matriarcado donde Agnes no repart¨ªa equitativamente su amor: Richard era el mimado y Karen se sent¨ªa postergada. En 1980, ella dej¨® el nido. Se hab¨ªa enamorado de Tom Burris, un empresario inmobiliario de gran encanto personal y empe?ado en casarse. Unos d¨ªas antes de la boda, Burris confes¨® que se hab¨ªa sometido a una vasectom¨ªa y que Karen no deb¨ªa hacerse ilusiones de tener descendencia. Mortificada, ella intent¨® suspender la ceremonia, pero la madre se neg¨®: las invitaciones estaban enviadas, se hab¨ªa convocado a los medios, el esc¨¢ndalo ser¨ªa may¨²sculo.
La boda se celebr¨® el 31 de agosto de 1980 y el matrimonio fracas¨® r¨¢pidamente. En contra de las apariencias, Burris ten¨ªa urgentes problemas de dinero y esperaba que Karen los resolviera. Adem¨¢s, se burlaba de su delgadez: "Se te notan todos los huesos". Al a?o siguiente, la pareja se separaba y Karen se sumergi¨® en el trabajo. Los Carpenters hab¨ªan resucitado para grabar lo que ser¨ªa su ¨²ltimo disco largo, Made in America, y realizar una gira europea. All¨ª sali¨® a la luz el secreto. En una entrevista televisada por la BBC, la periodista pregunt¨® a bocajarro si sufr¨ªa "la enfermedad del adelgazamiento". Karen lo neg¨® una y otra vez.
A principios de los ochenta, la anorexia y la bulimia eran trastornos poco conocidos y un tanto vergonzantes. Para el autor de la reciente biograf¨ªa Little girl blue: the life of Karen Carpenter, aqu¨ª obedec¨ªan a sus frustraciones emocionales. Karen depend¨ªa de su hermano para la direcci¨®n musical y no recib¨ªa ternura de su madre; solo le quedaba el control de su cuerpo. Y ¨²nicamente se ve¨ªa bella cuando estaba como un palo. En los inicios de su carrera no cuidaba mucho su imagen y algunas c¨¢maras la retrataban rellenita. Un pecado en el show business californiano. Se transform¨® en una fan¨¢tica de las dietas y el ejercicio f¨ªsico: viajaba con m¨¢quinas de gimnasio y un entrenador personal. Los resultados fueron brutales: en 1975 baj¨® a 41 kilos. Tard¨® en darse cuenta de que su look esquel¨¦tico resultaba repelente: el p¨²blico se quedaba boquiabierto al verla sobre el escenario, y hasta un cr¨ªtico de Variety sugiri¨® que deber¨ªa aprender a vestirse.
Lo hizo, a su modo: tras exhibir su cuerpo flaco con trajes de noche, se acostumbr¨® a disimularlo poni¨¦ndose capas de ropa: camisetas, blusas, jers¨¦is... Tambi¨¦n se hizo experta en fingir que com¨ªa. Y se escond¨ªa para tomar el sol: ya no ten¨ªa pechos. Pero no pudo enga?ar a sus m¨²sicos, a sus amigos, a su familia. Fue obligada a alimentarse y recuper¨® volumen. Todo se fue al traste tras el fracaso del enlace con Burris. Durante la gira de 1981 se descubrieron sus malas costumbres: en una farmacia de Par¨ªs se alborotaron cuando ella pretendi¨® comprar cantidades industriales de laxantes; confes¨® que tomaba unas 90 p¨ªldoras purgantes al d¨ªa. A la vuelta de la gira fue despachada a Nueva York, donde pasaba consulta Steven Levenkron, uno de los escasos expertos en des¨®rdenes alimentarios, autor de un popular libro sobre el tema, The best little girl in the world. Se trataba de un psicoterapeuta, pero no era doctor en Medicina, y puede que Karen le toreara. Aparte de diur¨¦ticos, ella utilizaba incluso f¨¢rmacos para la gl¨¢ndula tiroides que aceleraban su metabolismo.
Al advertir que no mejoraba, Levenkron forz¨® una reuni¨®n familiar en Nueva York. Un fracaso: los Lynn no entend¨ªan la enfermedad -"est¨¢ siendo testaruda para llevarnos la contraria"- y su impotencia generaba ira y sentimientos de culpa. Pero no se lleg¨® a la ra¨ªz del trauma. La madre fue incapaz de mostrar en petit comit¨¦ el cari?o que, seg¨²n Levenkron, Karen necesitaba: "De donde yo vengo no hacemos esas cosas".
El 20 de septiembre de 1982 ingres¨® en un hospital neoyorquino: padec¨ªa deshidrataci¨®n extrema, y en urgencias se empe?aron en nutrirla por v¨ªa intravenosa. A pesar de alg¨²n tropiezo para colocar un cat¨¦ter, el tratamiento logr¨® que Karen volviera a los alimentos s¨®lidos, ganara peso y recuperara la menstruaci¨®n. El 16 de noviembre volv¨ªa a Los ?ngeles. La brecha con sus padres hab¨ªa aumentado: se instal¨® en un edificio de apartamentos para solteros. Aparentaba normalidad. Acudi¨® a la comida del D¨ªa de Acci¨®n de Gracias, visit¨® la sede de A & M para anunciar que estaba dispuesta a grabar, se compr¨® ropa y volvi¨® a cuidar su aspecto. Solo alguna amiga y la mujer que limpiaba el apartamento advirtieron que dorm¨ªa demasiado, como si se desmayara a cualquier hora.
Hab¨ªa pasado la noche en la casa familiar cuando, el 4 de febrero de 1983, su madre la encontr¨® muerta en el suelo. La autopsia determin¨® que hab¨ªa sido v¨ªctima de una parada cardiaca. Demasiado tarde, comprobaron que llevaba meses abusando del jarabe de ipecacuana, un producto que induce v¨®mitos. Efectivamente: en cada casa de ensue?o hay un coraz¨®n roto.
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