La 'conversi¨®n' de Christine Lagarde
Cuenta la Biblia, en los Hechos de los ap¨®stoles, que yendo Saulo (San Pablo) camino de Damasco para hostigar a los primitivos cristianos, un rayo de luz venido del cielo le hizo caer al suelo y escuch¨® una voz que le dec¨ªa: "Saulo, entra en la ciudad y all¨ª se te dir¨¢ lo que tendr¨¢s que hacer". Aquel suceso fue el inicio de su conversi¨®n.
Con Christine Lagarde parece haber ocurrido algo parecido. Como responsable de la econom¨ªa francesa en el Gobierno de Nicol¨¢s Sarkozy, era el azote de los que defend¨ªan pol¨ªticas de est¨ªmulo para salir de la recesi¨®n y del paro, y partidaria ferviente de la austeridad compulsiva. Pero yendo camino de Washington para hacerse cargo del Fondo Monetario Internacional, al entrar en esa catedral de la ortodoxia econ¨®mica mundial parece como si un rayo de luz la hubiese iluminado y hubiera o¨ªdo una voz que la ha convertido en un nuevo ap¨®stol del pragmatismo econ¨®mico como medio m¨¢s eficaz para evitar la reca¨ªda en la recesi¨®n y en el desempleo masivo.
Alemania lleva a?o y medio cometiendo un grave error en la gesti¨®n de la crisis de deuda
Leyendo su arenga a los banqueros centrales, reunidos a invitaci¨®n de su colega Bern Bernanke en su cita veraniega en Jackson Hole (Wyoming), o su intervenci¨®n de hace unos d¨ªas en el Chatham House-Royal Institute for Internacional Affairs de Londres, se percibe lo extraordinario de su conversi¨®n.
Ahora, con un mejor conocimiento de las econom¨ªas europea y mundial y un mejor an¨¢lisis econ¨®mico, advierte, casi con p¨¢nico, a Gobiernos y autoridades monetarias del riesgo de reca¨ªda en la recesi¨®n y de la urgencia en cambiar la pol¨ªtica econ¨®mica para poner en marcha una estrategia m¨¢s pragm¨¢tica que, sin desatender la contenci¨®n del d¨¦ficit a medio plazo, ponga la prioridad en la recuperaci¨®n de la econom¨ªa y del empleo.
No vean en mis palabras asomo alguno de cr¨ªtica por esta conversi¨®n. Todo lo contrario: pienso que hay que tener valent¨ªa moral para cambiar como lo ha hecho ella cuando alg¨²n conocimiento nuevo te ilumina o las circunstancias cambian.
Y las circunstancias han cambiado a lo largo de 2011 como consecuencia de dos factores principales. Por un lado, la continuidad del proceso de desapalancamiento de las familias, empresas y bancos ha debilitado el consumo y la inversi¨®n y ha hecho que el motor principal de la econom¨ªa, el sector privado, est¨¦ al ralent¨ª. Por otro, la pol¨ªtica de austeridad compulsiva europea -y el incomprensible debate norteamericano sobre el l¨ªmite de deuda- han hecho que el motor auxiliar del sector p¨²blico se haya desactivado cuando m¨¢s necesario era. La consecuencia es el riesgo de reca¨ªda en la recesi¨®n que todos los indicadores econ¨®micos se?alan de forma un¨¢nime.
Como es conocido, las reca¨ªdas son peores que la enfermedad inicial. Cogen al cuerpo enfermo m¨¢s d¨¦bil y con menos defensas. Pero, parad¨®jicamente, ese miedo a volver a contraer la enfermedad que est¨¢ detr¨¢s del discurso de Lagarde puede ser lo que al final nos salve de volver a la recesi¨®n.
La historia puede servirnos de gu¨ªa en este punto. La reca¨ªda en la recesi¨®n que sufri¨® la econom¨ªa norteamericana a mitad de los a?os treinta como consecuencia de la retirada de los est¨ªmulos p¨²blicos, cuando hab¨ªa comenzado a repuntar despu¨¦s de la depresi¨®n provocada por el crash del 29, fue lo que convenci¨® al presidente Franklin Delano Roosevelt de la necesidad de abandonar su inicial pol¨ªtica de austeridad por una nueva estrategia apoyada en un intenso programa de inversiones p¨²blicas para fomentar la recuperaci¨®n y el empleo. Ese programa fue conocido como New Deal (nuevo acuerdo o pacto social) y salv¨® la econom¨ªa y la democracia norteamericanas.
Sin embargo, Europa no supo poner en marcha un New Deal similar y mantuvo a toda costa las pol¨ªticas de austeridad. La consecuencia fue una larga depresi¨®n y un desempleo masivo. Bajo la promesa de crear empleo, esa situaci¨®n facilit¨® la llegada al poder de gobiernos populistas y fascistas que utilizaron las inversiones y las acciones militares como mal remedo del New Deal roosveltiano. El resto es conocido.
Lagarde probablemente ha recordado esta historia. Y desde Washington advierte ahora a los Gobiernos del riesgo de la reca¨ªda en la recesi¨®n y de sus efectos pol¨ªticos.
Pero, sin embargo, en Europa a¨²n no se atreve a llevar la contraria a la pol¨ªtica fiscal contractiva generalizada que defiende Angela Merkel para toda la Uni¨®n, tanto para los pa¨ªses sobreendeudados como para los que no tienen ese problema. Alemania lleva a?o y medio cometiendo un grave error de diagn¨®stico y de terapia en la gesti¨®n de la crisis de deuda. Y los dem¨¢s Gobiernos, necesitados de su ayuda financiera, no son capaces de sacarla de ese error.
Esta crisis no es consecuencia ¨²nicamente de la prodigalidad de los pa¨ªses cat¨®licos de la periferia. El caso irland¨¦s es el mejor ejemplo para refutar la visi¨®n. La crisis de la deuda es tambi¨¦n consecuencia de un fallo espectacular del sistema financiero europeo, particularmente del alem¨¢n. Si desde Alemania no se reconoce esa complejidad del diagn¨®stico, seguir¨¢ equivoc¨¢ndose en la terapia.
Pero, a pesar de todas las se?ales en contra, especialmente las que vienen desde las ¨¦lites liberal-conservadoras alemanas, pienso que Angela Merkel conseguir¨¢ que a final de este mes el Parlamento vote mayoritariamente el acuerdo del pasado 21 de julio. Otro resultado tendr¨ªa consecuencias econ¨®micas, pol¨ªticas y morales que Alemania no podr¨ªa soportar.
Este acuerdo, adem¨¢s de renovar la ayuda a Grecia a trav¨¦s de un mecanismo menos gravoso, pone en marcha el nuevo fondo europeo de rescate con capacidad para actuar de prestamista fiscal de ¨²ltimo recurso de los Gobiernos. Ese ser¨¢ un gran paso, aunque no la soluci¨®n definitiva. Esa no existe.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.