?Est¨¢ Europa dormida?
En diciembre de 2001 Romano Prodi, entonces presidente de la Comisi¨®n Europea afirmaba: "Estoy seguro de que el euro nos obligar¨¢ a introducir un conjunto de instrumentos de pol¨ªtica econ¨®mica. Ahora es pol¨ªticamente impensable proponerlos. Pero alg¨²n d¨ªa habr¨¢ una crisis y se crear¨¢n nuevos instrumentos". Tres a?os antes, en 1998, un colega de la Facultad de Ciencias Econ¨®micas y Empresariales y yo presentamos una ponencia en un encuentro internacional sobre el Euro y sus Repercusiones sobre la Econom¨ªa Espa?ola celebrado en Donostia donde afirm¨¢bamos: "...el principio de subsidiaridad aprobado en Maastricht junto con los procedimientos de decisi¨®n adoptados y las reglas para la toma de decisiones, plantean un escenario alejado del que podr¨ªa ser el id¨®neo para el logro de los objetivos de crecimiento, convergencia real y cohesi¨®n social que la UEM pretende alcanzar. No es posible, sin embargo, plantear reformas muy dr¨¢sticas que tender¨ªan a ser rechazadas en la arena pol¨ªtica".
"No ha sido un pecado de ignorancia el que nos ha colocado en la posici¨®n en la que estamos"
"Quiero pensar que los retrasos que observamos no son s¨ªntoma de inoperancia"
Estas dos citas, y hay muchas m¨¢s, ilustran que no ha sido un pecado de ignorancia el que nos ha colocado en la posici¨®n en la que estamos. Se sab¨ªa que el edificio construido para el funcionamiento de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UME) era incompleto y se conoc¨ªa que incluso la discusi¨®n sobre si era conveniente dise?ar la Europa del euro como una confederaci¨®n o una federaci¨®n, hab¨ªa quedado inconclusa.
No hemos sabido o querido completar el dise?o europeo y ahora nos encontramos sin instrumentos e instituciones operativas. La mayor¨ªa de las decisiones han de decidirse en foros multinacionales y algunas tienen que ser aprobadas por los ¨®rganos competentes de pa¨ªses integrantes del euro que plantean dificultades cuando hay que ayudar a otro pa¨ªs.
La experiencia de estos ¨²ltimos a?os de crisis deja bien claro que la falta de un dise?o completo est¨¢ haciendo pagar un alto precio a Europa y que, sin embargo, era pr¨¢cticamente imposible conseguir que la moneda ¨²nica se convirtiera en realidad si, en aquel momento, se hubiera insistido en proponer que las instituciones de la zona euro dispusieran del conjunto de instrumentos de pol¨ªtica econ¨®mica que tanto echamos ahora en falta. El problema entonces fue pol¨ªtico y tambi¨¦n hoy, en plena crisis, seguimos teniendo problemas pol¨ªticos que impiden que Alemania, la econom¨ªa m¨¢s fuerte y potente de la UME, haga, junto con sus socios, lo que es necesario hacer. Terminar de darle forma al acuerdo Europeo del 21 de julio (anunciado en mayo y pospuesto hasta octubre) para resolver la crisis griega y no impedir que se arbitren a tiempo y con eficacia medidas en manos del Banco Central Europeo (BCE) que pueden llevarnos a limitar los da?os y el retorno a sendas de crecimiento y de generaci¨®n de empleo.
La econom¨ªa, en sistemas mixtos como el europeo, no puede funcionar sin la pol¨ªtica y a¨²n siendo cierto que los economistas estamos desbordados y divididos ante un fen¨®meno nuevo, virulento, global y de gran alcance, est¨¢ claro que la voluntad pol¨ªtica de sacar al euro adelante y convertir a Europa en una econom¨ªa potente y cohesionada, no es tarea de los mercados sino de los pol¨ªticos o idealmente de ambos en conjunto.
Desde 2008 hasta el presente en la eurozona se ha creado alg¨²n nuevo instrumento. El Fondo de Estabilidad Econ¨®mica y Financiera (FEEF), que ha quedado descafeinado por la falta de acuerdo acerca de la cuant¨ªa de la dotaci¨®n es un ejemplo. El resto han sido reuniones, declaraciones y pol¨ªticas adoptadas por el BCE garante de la estabilidad de precios. El BCE se ha arriesgado comprando deuda p¨²blica de pa¨ªses europeos, evitando situaciones por lo dem¨¢s insostenibles, pero sigue sin disminuir los tipos de inter¨¦s y en Europa se sigue sin adoptar una decisi¨®n necesaria; la creaci¨®n de los eurobonos, que convertir¨ªa a la zona euro en un espacio monetario y econ¨®mico donde poder so?ar con los objetivos primitivos del crecer, lograr la convergencia real y mejorar la cohesi¨®n social. Se echa en falta el instrumento que dote a la UEM de capacidad para conseguir una mayor coordinaci¨®n fiscal en la zona as¨ª como una instituci¨®n que pueda ejercer las pol¨ªticas presupuestarias que un ¨¢rea monetaria ¨²nica exige. Con lo que llevamos vivido de crisis estas medidas aparecen como algo imprescindible.
Quiero pensar que los retrasos que observamos desde fuera y que a menudo nos desconciertan y preocupan no son s¨ªntoma de inoperancia; que la toma de decisiones, tan pausada en una situaci¨®n como la griega, no es fruto de una falta de voluntad de responder al envite sino de intentar hacerlo lo mejor posible y con garant¨ªas y de que, en Europa hay personas que trabajan para el establecimiento de las condiciones que har¨¢n desaparecer la inestabilidad e incertidumbre que impiden la recuperaci¨®n. Quiero creer que saldremos de esta crisis con una Europa reforzada, con Grecia dentro del euro y con unas instituciones comunes solidas y operativas. Vislumbrar la desastrosa alternativa debe ser incentivo suficiente para que los responsables comunitarios y nacionales acierten a conducir la econom¨ªa de la eurozona hacia una zona segura.
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