"Cada segundo es sorprendente"
Juan Cobos Wilkins bucea en el azar y la soledad en un libro de relatos
Una nevada que deja bloqueadas a dos personas en una ermita rom¨¢nica en la que se exponen cuadros de Botero, la ampliaci¨®n de una fotograf¨ªa de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez que saca a la luz una historia de amor, un viaje en avi¨®n junto a una mujer que cree que matar¨¢ a su padre por la impresi¨®n que le va a producir, el poder inabarcable de un tatuaje... Los relatos de Juan Cobos Wilkins (Riotinto, Huelva, 1957) enfocan la realidad desde un caleidoscopio en el que el azar mueve sus hilos entre personas que se contemplan como si estuvieran dentro de grandes burbujas.
Cobos Wilkins acaba de publicar La soledad del azar en Almuzara. "Son relatos que se han ido escribiendo a lo largo de bastante tiempo. Al repasarlos, me di cuenta de que en todos, y no de manera prevista y voluntaria, aparec¨ªan la soledad y el azar, que se interrelacionaban y alteraban mutuamente", afirma el escritor, que es autor de las novelas El coraz¨®n de la tierra, Mientras tuvimos alas y El mar invisible.
"Nuestro deseo es no convertirnos en polvo sino en polvo enamorado"
El libro se divide en dos secciones: Haz y Env¨¦s. Son como dos espejos en que se miran los personajes de los relatos y en los que estos se completan. "Son como la luz y la sombra, la cara visible y la cara oculta de la luna. Los relatos est¨¢n engarzados. As¨ª, en los segundos relatos, en los de la parte del env¨¦s, hay una vuelta de tuerca que cambia la seguridad y realidad de lo que llev¨¢bamos le¨ªdo en los primeros relatos", comenta Cobos Wilkins.
"Parad¨®jicamente, me parece que los relatos resultan m¨¢s inquietantes y enigm¨¢ticos cuando es la cotidianidad, lo tangible, lo que est¨¢ en primer plano. Una persona de mediana edad se tropieza al doblar una esquina con dos personas y escucha una frase: 'As¨ª viene, as¨ª se va'. Reflexiona y se da cuenta de que en esa frase est¨¢ el resumen de lo que es su vida. La irrupci¨®n de algo en medio de la cotidianidad es lo que produce la zozobra", asevera el novelista, que tambi¨¦n es autor de una decena de poemarios.
Los relatos est¨¢n llenos de sugerencias, de puertas que se abren. No son historias cerradas. Tras leerlos siempre aletea una serie de preguntas. La duda salpica el paisaje narrativo. "Todo debe mirarse desde su haz y su env¨¦s, hay que ponerlo en solfa y dudar. De esa duda nace la reflexi¨®n y el principio del conocimiento. Este comienzo de milenio nos tiene en una cuerda floja permanentemente. Esas dudas que aparecen en el libro son un reflejo de esa inquietud en que nos ha colocado este comienzo de milenio", dice el escritor. "La b¨²squeda de la eternidad me parece que est¨¢ muy presente: el permanecer en la memoria de alguien. Cuando digo una b¨²squeda de la eternidad, hablo de que ser recordados por alguien es nuestro deseo de no convertirnos en polvo sino en polvo enamorado", agrega Cobos Wilkins.
Situaciones vividas por el propio autor est¨¢n en el origen de varias historias. "Casi todos los relatos parten de algo sucedido o casi vivido por m¨ª. Luego entra la palabra literaria que cambia, altera y da alas", detalla.
Los personajes de los relatos no se conocen y, a veces, intuyen aspectos de la vida de los dem¨¢s. "Eso es algo que todos en un momento de soledad practicamos en la terraza de un caf¨¦, en un autob¨²s... Imaginamos, inventamos y suponemos la vida de quien se cruza con nosotros. A veces nos quedar¨ªamos cortos si de verdad supi¨¦ramos lo que hay de amor, desamor y frustraci¨®n en las vidas que nos cruzamos. Acabar¨ªamos perplejos. Vivimos a veces como en peque?as celdas apartadas una de otra en un panal y cuando entramos en contacto hay una invasi¨®n de emociones que nos altera y cambia", comenta Cobos Wilkins.
El libro recoge una cita latina: "Morimos cada d¨ªa, cada d¨ªa cambiamos". "Mientras hay cambio y evoluci¨®n hay vida. Siempre se dice recordando a Her¨¢clito que 'nadie se ba?a dos veces en el mismo r¨ªo', que 'todo fluye'. Generalmente se interpreta que, al fluir las aguas, cuando entras por segunda vez ese r¨ªo no es el mismo. De acuerdo. Pero t¨² tampoco eres el mismo que se ba?¨® cinco minutos antes. Somos dos los que cambiamos", detalla.
Los relatos dejan clara la sensaci¨®n de que hay muchos aspectos de la vida que el ser humano no puede controlar. "De pronto el azar eclosiona, aparece, entra... Nosotros decimos: '?por qu¨¦ ahora? ?A qu¨¦ viene esto'. Eso no lo controlamos en absoluto. Un trozo de nuestra vida forma parte de la pleamar y la bajamar. Unas veces nos deja un cofre lleno de regalos; otras veces, nos deja desnudos", concluye Cobos Wilkins.
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