Una triste y certera estocada final
Eran las 20.16 cuando Seraf¨ªn Mar¨ªn se dirigi¨® al centro del ruedo, dej¨® caer las orejas que portaba en las manos, se inclin¨® y bes¨® la arena. La plaza, puesta en pie, se vino abajo y lo aclam¨® enfervorizada, mientras el torero, envuelto en l¨¢grimas y con gestos de resignaci¨®n, correspond¨ªa al afecto.
Fue ese un momento intenso y misterioso, cargado de emoci¨®n y tambi¨¦n de melanc¨®lica tristeza. Seraf¨ªn era entonces el s¨ªmbolo de la fiesta, el triunfador de un fracaso colectivo. Momentos despu¨¦s, ¨¦l y sus compa?eros fueron izados a hombros y, entre los gritos de "libertad, libertad", llevados en volandas por las calles de Barcelona, donde el gent¨ªo les rindi¨® el homenaje sincero de la resignaci¨®n.
EL PILAR / MORA, TOM?S, MAR?N
Toros de El Pilar, anovillados, muy blandos, sosos y nobles. Destac¨® el segundo.
Juan Mora: dos pinchazos y estocada ca¨ªda (ovaci¨®n); estocada baja (ovaci¨®n).
Jos¨¦ Tom¨¢s: estocada (dos orejas); dos pinchazos y estocada -aviso- (gran ovaci¨®n).
Seraf¨ªn Mar¨ªn: estocada baja (ovaci¨®n); estocada (dos orejas).
Plaza Monumental. Feria de la Merced; 25 de septiembre. Lleno de "no hay billetes".
Con aire de tragedia griega se escenific¨® la muerte de los toros en Catalu?a
Toca llorar como un ni?o lo que no se ha defendido como aficionado
Desalojados los tendidos, se apagaron las luces de esta Monumental centenaria, referente del distrito barcelon¨¦s del Ensanche, en la confluencia de la Gran V¨ªa y la calle de la Marina, y la plaza qued¨® vac¨ªa y sola. All¨¢ desde lo alto, en la grada, se percib¨ªa la desolaci¨®n, el adi¨®s para siempre, el portazo definitivo. Pero aqu¨ª dentro, en este solar, al menos, pervivir¨¢ la historia. Porque estas paredes viejas y esa tierra del ruedo guardan en sus entra?as los ecos de d¨ªas de glorias y fracasos, de ilusiones y emociones, de recuerdos y olvidos. Pese a quien pese, aqu¨ª quedar¨¢n para siempre los ecos de Joselito, Belmonte, Manolete, Bernad¨®, Chamaco, Tom¨¢s y tantas y tantas figuras como han desgranado en este ruedo el perfume de su torer¨ªa. Y de ella ha quedado impregnada la plaza, la tierra, el aire, el ambiente, el barrio entero... Podr¨¢n prohibir los toros, pero no los olores, no el sentimiento...
Dudalegre, n¨²mero 23, negro mulato, de 567 kilos de peso, el sexto de la tarde, ha sido -ser¨¢, con toda seguridad- el ¨²ltimo toro de la fila de esta Monumental. El azar quiso que tuviera la dram¨¢tica fortuna de ser el que cerrara definitivamente la puerta de chiqueros, el que recibiera el ¨²ltimo capotazo, el ¨²ltimo puyazo, el ¨²ltimo par y el que diera la postrera embestida a la muleta; pero no recibi¨® en solitario la ¨²ltima estocada, que esa la comparti¨® con la fiesta misma, que se la clavaron en el alma. Una estocada final, triste, certera y mortal.
As¨ª, con ese aire de tragedia griega, se escenific¨® ayer la muerte real de los toros en Catalu?a, porque la oficial la decidi¨® el Parlamento auton¨®mico en julio del pasado a?o. Y hubo otra, la muerte social, causada por la denunciable pasividad de los taurinos, monumentales hip¨®critas, que hoy lloran l¨¢grimas de cocodrilo en un intento bald¨ªo y cobarde de sacudirse una responsabilidad que a ellos ata?e en la misma medida, al menos, que a los pol¨ªticos que decidieron la abolici¨®n de la fiesta. ?Qu¨¦ barato y c¨®modo es el lamento...! Los toros no volver¨¢n a Catalu?a porque, una vez desaparecido Pedro Bala?¨¢, el gran empresario de la Monumental, no han interesado a nadie.
Por eso, ayer se celebr¨® el ¨²ltimo pase¨ªllo. De nada sirve ahora que se agoten las localidades, ni las reivindicaciones, ni las apelaciones a la libertad. Se acabaron los toros en Catalu?a, y que cada cual haga examen de conciencia.
El festejo final no result¨® tan apote¨®sico como el del s¨¢bado. Para empezar, la corrida elegida result¨® ser una novillada sin trap¨ªo exigible, siquiera, en plaza de segunda. La falta de fuerzas y de casta hicieron el resto, aunque sobr¨® la nobleza almibarada tan al gusto de las figuras actuales.
Triunf¨® Jos¨¦ Tom¨¢s con el segundo, un inv¨¢lido de embestida sedosa y suave, al que recibi¨® a la ver¨®nica con capotazos excelsos por su temple y hondura. Toda la faena de muleta la realiz¨® con la zurda, y abundaron los naturales hermosos, emotivos, largos y hondos. Una tanda de molinetes ligados con un largo de pecho provoc¨® el ¨¦xtasis colectivo. Ayudados por alto, pases de la firma y una estocada en lo alto corroboraron la emoci¨®n que se vivi¨® en la plaza. Quede claro, no obstante, que hubo torero, pero no toro. Brind¨® al p¨²blico el cuarto, soso y sin codicia, y a la labor de Tom¨¢s le falt¨® fuste.
Dos orejas del sexto pase¨® Seraf¨ªn Mar¨ªn -el ¨²nico torero que ha defendido la fiesta en Catalu?a- tras una labor larga, muy trabajada e insulsa. Lo intent¨® toda la tarde, pero no estuvo fino. Su primero, muy descastado, fue el de m¨¢s corto recorrido, y con el sexto no lleg¨® a entenderse a pesar de su entrega.
Y Juan Mora mostr¨® ese estilo tan personal y fr¨ªo del que ha hecho gala durante toda su carrera. Veronique¨® a su lote con fina elegancia, pero dej¨® escapar la bondad del primero, y aburri¨® con el soso cuarto.
Adi¨®s, Barcelona, adi¨®s para siempre... Ahora toca llorar como un ni?o lo que no se ha sabido defender como aficionado.
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