Wilson Greatbatch, inventor del marcapasos
En 1962 patent¨® el dispositivo que m¨¢s vidas ha salvado
El inventor que m¨¢s vidas ha salvado en los ¨²ltimos 50 a?os no fue un m¨¦dico, sino un ingeniero. Nacido en Buffalo (Nueva York) en 1919, Wilson Greatbatch nunca pens¨® en dedicarse a la sanidad. Toda su carrera estaba dirigida a la electricidad, rama de la que era ingeniero. Pero -una vez m¨¢s- una casualidad puso a su alcance un descubrimiento que ha permitido revolucionar la cardiolog¨ªa. Tanto, que en 1983 la Sociedad Nacional de Ingenieros Profesionales lo consider¨® uno de los hallazgos del siglo.
Seg¨²n relat¨® ¨¦l mismo en su libro The making of the pacemaker (La construcci¨®n del marcapasos), Greatbatch estaba trabajando en un sistema para registrar los latidos del coraz¨®n. Pero un error al elegir un componente produjo un fen¨®meno nuevo: una emisi¨®n r¨ªtmica de impulsos el¨¦ctricos. El genio de Greatbatch fue darse cuenta de que ese patr¨®n pod¨ªa identificarse con el de un coraz¨®n. Sum¨® dos y dos y, tras recordar las charlas con algunos m¨¦dicos en las que estos le explicaban que en el fondo el coraz¨®n es un motor que se alimentaba con electricidad, se puso manos a la obra hasta que consigui¨® el primer marcapasos implantable. Este se prob¨® con ¨¦xito en perros en 1958. Lo patent¨® en 1962.
Pero el ingeniero, que mantuvo su inquietud intelectual hasta casi el final, como acreditan sus m¨¢s de 325 patentes -algunas tan dispares como una canoa alimentada por energ¨ªa solar o algunos biocombustibles-, no se qued¨® ah¨ª. En esto no sigui¨® el estereotipo del genio arruinado que solo se ve reconocido despu¨¦s de muerto, y con los beneficios de su invento cre¨® en 1970 una compa?¨ªa, Wilson Greatbatch Limited, que sigue operativa. Y con beneficios.
Tampoco se deslig¨® por completo de los marcapasos. Tras solucionar problemas como la estanqueidad del aparato, se enfrent¨® a otro que limitaba seriamente su utilizaci¨®n: para que el dispositivo fuera realmente ¨²til deb¨ªa tener una vida larga, a ser posible m¨¢s que la del paciente al que iba a ayudar. Y eso no era posible en aquella ¨¦poca porque fallaba la fuente de alimentaci¨®n, y es que las pilas de entonces apenas duraban dos a?os.
En 1972 lleg¨® con la soluci¨®n: la creaci¨®n de bater¨ªas de yodo y litio con una larga vida. Con ello se consegu¨ªa que el aparato funcionara sin que hubiera que reabrir al paciente para cambiarle la fuente de alimentaci¨®n. Estas pilas son las que se usan todav¨ªa hoy mayoritariamente en el sector.
Greatbatch falleci¨® el 27 de septiembre en su casa de Williamsville (Nueva York).
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