Berl¨ªn, ciudad mutante
La capital alemana est¨¢ de moda. Con el lema 'pobre pero sexy' atrae a nueve millones de turistas al a?o. Algunos berlineses temen que muera de ¨¦xito
Berlin verstehen" (comprender Berl¨ªn), dice un eslogan colgado frente a la Potsdamer Platz. Y no queda m¨¢s remedio que pensar que s¨ª, que a la capital alemana hay que entenderla. Y leerla. Cientos de p¨®steres dan noticia de tanta iniciativa que agota; los flyers, a miles, convocan a todo tipo de eventos, y los grafitis, cargados de munici¨®n sociopol¨ªtica, van susurrando al oriundo mensajes secretos, y al visitante consignas de orientaci¨®n. Un ejemplo: "Arm aber sexy" (pobre pero sexi), se repet¨ªa un tiempo como frase promocional. Y s¨ª, Berl¨ªn tiene dos caras. En una, el paro, 13%, que dobla al estatal; la herida social del Este/Oeste que no est¨¢ cerrada o la educaci¨®n, de las peor calificadas del pa¨ªs. En la otra, un universo cool, fiestero, pleno de creatividad... El lema se hizo popular pero fue fallido: no consigui¨® dar pena a los otros Estados federados alemanes cuando su alcalde, Klaus Wowereit, se fue lema en mano a pedirles dinero estatal extra, dado el nivel de ruina municipal: 17.420 euros de deuda por habitante, en el top de Europa: 60.000 millones.
Cifras
? Poblaci¨®n: 3,5 millones.
? Turistas en 2010: 9 millones.
? Edificio m¨¢s alto: Fernsehturm, la torre de la televisi¨®n, 368 metros.
? Alojamientos tur¨ªsticos: 771.
? Zonas verdes: 2500, un quinto de la ciudad es bosque.
? Ocio: 175 museos, 190 clubes, 900 bares, 4.650 restaurantes y m¨¢s kebabs que Estambul, seg¨²n Turismo.
Si uno es sexi, le vinieron a decir, la pobreza es relativa. Y lo mandaron a casa. Un rev¨¦s. Pero nada que quite el sue?o al berlin¨¦s, convencido de la fortaleza de su esp¨ªritu ("Geist ist geil", el esp¨ªritu mola) y del valor original de su ciudad: "Berl¨ªn ist geil" (Berl¨ªn mola). Y haciendo de lo financiero sorna, alguno ha escrito en el Gorlitzer Park: "Somos la Grecia alemana". Cuadrar¨¢n cuentas en 2020, por mandato constitucional, s¨ª, pero habr¨¢ tres ¨®peras en la ciudad porque aqu¨ª la m¨²sica tambi¨¦n es alimento.
La historia de la ciudad se lee aqu¨ª cual enciclopedia. Los grandes acontecimientos se describen en sus monumentos y en la arquitectura contempor¨¢nea de marca; en las placas de muertos y del muro en el suelo. Hay p¨¢ginas que se han escrito tanto en su cronolog¨ªa convulsa como en su urbanismo herido. ?Qu¨¦ son si no hoy las plazas artificiales como Potsdamer Platz, los nuevos barrios levantados sobre la cicatriz que dej¨® el muro, las hileras de restaurantes y tiendas que han ido colonizando barrios anta?o de frontera, esos jugosos huecos vac¨ªos en pleno centro, las rutas de los barcos que serpentean por los canales remozados del Spree y hasta esas colas de turistas ante museos en las que se habla un c¨®ctel de idiomas, el castellano de los primeros?
Todo frases impresas de un tiempo pasado y de este nuevo en que todo crece y se completa... Hay tantos planes en marcha hoy en la ciudad que el visitante queda boquiabierto (y m¨¢s en este tiempo cr¨ªtico): barrios, viviendas, campus... Y todo fluye, no sin gran pol¨¦mica y desgaste, con energ¨ªa extraordinaria. "Berliner Republik", se hacen llamar. Tranquilidad, disfrute, eficacia, laissez faire a la hora de aplicar y saltarse la normativa alemana (que es extensa). Por eso fascina esta ciudad. Siempre lo hizo. Basta mirar la literatura que ha generado y hasta lo que la han cantado: "No tienes ni idea de lo hermoso que eres, Berl¨ªn...", entonaba Marlene Dietrich. Ahora, la capital alemana es pasi¨®n globalizada, sede de una nueva religi¨®n se dir¨ªa, el "berlinismo". Nueve millones de visitantes en 2010. Y subiendo...
"No more Rollk?ffer (no m¨¢s trolleys)", ha escrito alguien en una pintada en el barrio turcoalem¨¢n de NeuK?lln, muy mezclado y devastado. Y es como estar viendo la CNN en directo: el sentir m¨¢s actual; la masa tur¨ªstica ha llegado y con los berlineses se han topado. Al verlo (o leerlo) el recuerdo se va otra vez a la Dietrich: "Ich hab noch ein Koffer in Berlin..." (a¨²n tengo una maleta en Berl¨ªn, as¨ª que he de volver...).
Choca que a alguien no le guste aqu¨ª el vaiv¨¦n viajero con las vueltas que ha dado la ciudad. Isla y bipolar hasta que en noviembre de 1989 cay¨® el muro... "Wendepunkt" (momento crucial). Y los visitantes empezaron a fluir por sus calles como agua por los canales. En 1999 ya sumaban cuatro millones (uno de extranjeros)... y as¨ª hasta los citados (nueve, tres de fuera; 20 millones de pernoctaciones).
"Comprender Berl¨ªn", la frase reson¨® tanto en la ciudad por ser lema del SPD, los socialdem¨®cratas, en las recientes elecciones que volvieron a ganar el pasado domingo (con un 28,3%) de la mano de Wowereit, alcade gay en su tercer mandato. Muchos le hicieron contracampa?a: "Comprender a Wowereit" o "Berlin ruinieren und alles sch?nenreden", que rima en alem¨¢n pero no en castellano y viene a decir: arruinar Berl¨ªn y contarlo bonito. Y Wowereit mismo explic¨® el concepto: "Esta ciudad tiene su propio ritmo, hay que vivir con ¨¦l, porque es algo que se siente. No hace falta haber nacido aqu¨ª, esto se capta a los tres meses si se tiene sensibilidad para verlo...".
El ritmo. Todos los berlineses comprensivos lo siguen a pies juntillas; hacer y dejar hacer es la clave. Los que no, no molestan (pues ser¨ªan expulsados del firmamento). Pero la resaca de la propia ca¨ªda del muro, el exceso de terrenos vac¨ªos -ins¨®lito en una capital europea- y el paso del tiempo han arrastrado a sus p¨¢ginas vocablos que no esperaban, o al menos, no tan voraces: promotor, propietario, especulaci¨®n... reunidos bajo otro la mar de sonoro: "Gentrifizierung" (gentrificaci¨®n), del que se derivan colas como Touristifizierung. La presi¨®n urban¨ªstica y de los promotores cambia normas y h¨¢bitos (buenos y malos), obliga al desplazamiento. "Significa que no hay m¨¢s casas accesibles en una ciudad que siempre tuvo espacios vac¨ªos, algo que fomentaba la iniciativa", se?ala Kai Roeger, redactor jefe de la revista Zitty, la biblia del ocio aqu¨ª desde los setenta. "La gente con menos dinero se encuentra en situaci¨®n complicada... est¨¢n siendo desplazados hacia el extrarradio, donde ya de por s¨ª el tipo de poblaci¨®n es delicado, y eso significa mucho en lo personal, de acceso a la cultura...". Berl¨ªn crecer¨¢, ir¨¢ a mejor, pero ya no ser¨¢ ciudad para todos, opina.
"El turista se siente atra¨ªdo por aquello que acaba destruyendo", vaticinaba el fil¨®sofo Hans Magnus Enzensberger. Y sus palabras son citadas en Der Spiegel en un art¨ªculo reciente: "Berl¨ªn se ahoga entre hordas de turistas y aumento de los alquileres". Y frente al boom del turismo, los berlineses se han dividido: entre los m¨¢s o menos entusiasmados con el desarrollo, y los que de ning¨²n modo. Y estos ¨²ltimos, con grados, desde el que escribe grafitis pidiendo que todo estadounidense con maleta de ruedas se vuelva ipso facto a Iowa hasta el que se expresa regularmente contra la subida de precios de alquileres, alimentos o cultura; contra el ruido persistente del turista borracho (que suele ser muy espa?ol y muy british) y el de los aviones nocturnos que pronto, 2012, saldr¨¢n del nuevo Aeropuerto Internacional en Sch?nefeld.
Para Kai Roeger, que vive en el barrio de Prenzlauer Berg y ha visto c¨®mo varios clubes m¨ªticos (Magnet, Knaack) han sido amenazados por cierre ¨²ltimamente, es Facebook lo que ha convertido en objeto esta ciudad: "Lo hace todo m¨¢s peque?o". Los problemas ¨²ltimos para ¨¦l no son ni los turistas ni tan siquiera los promotores: "Es ese furor por tener casa en propiedad, aqu¨ª, donde nunca nadie pose¨ªa nada, y el dinero ni se ve¨ªa, ni importaba: eso lo cambia todo. En cuanto eres due?o empiezas a protestar por los ruidos del club de abajo, que lleva ah¨ª toda la vida". Otra cuesti¨®n es el turismo sostenible. "No tiene sentido que en el Este abran tres hostales en un a?o, por ejemplo, porque la zona queda ya kaputt, y otros barrios del Oeste se mueran por los turistas. Crecer hay que crecer, el mal es el desarrollo desigual. O que muchos proyectos que fueron algo grande hayan fracasado: mira, el Sony Center se ha vendido, igual que el Daimler, y tantos... O que iniciativas de salas, muy berlinesas, con muchos a?os a sus espaldas como el Arena o Badeschifft est¨¦n ahora en bancarrota... Se dejan caer muchos proyectos as¨ª mientras se levantan otros despersonalizados".
Dudas. No solo de Kai Roeger. Son generales. La palabra Zweifel (duda), gigantesca y sola (una instalaci¨®n art¨ªstica del noruego Lars O Ramberg) fue hace nada reflexi¨®n sobre la propiedad de los pueblos. Colg¨® mucho tiempo en lo alto del desaparecido Palast der Republik (s¨ªmbolo de una pol¨ªtica y un tiempo comunista) antes de su demolici¨®n. Hubo quien no lo ve¨ªa claro. Como ahora. Quiz¨¢ sea este el derrumbe de un tiempo.
Otra opini¨®n tiene Christian T?nzler, que desde VisitBerl¨ªn promociona la ciudad para atraer turismo: "El valor de las personas y el sentimiento de libertad que hab¨ªa anta?o, que son la esencia de esta ciudad, no se han perdido. Estos han sido a?os de pioneros, espontaneidad y creatividad, todo brot¨® de repente y necesariamente la poblaci¨®n ha ido cambiando: han llegado embajadores, funcionarios de ministerios, Administraci¨®n. Y grupos concretos como los n¨®rdicos, por ejemplo, que es un tipo de poblaci¨®n muy destacada y activa. Su programaci¨®n cultural es de importancia; y sus artistas, desde Olafur Eliasson a Jeppe Hein, con atelier en Oranienstrasse. Y as¨ª muchos otros".
En Kreuzberg (donde han ganado Los Verdes las elecciones, y la juerga gusta un rato) se quejan de invasi¨®n: la han visto en los barrios de Mitte o Prenzlauer Berg o en la frontera con Friedrischshain, donde hay horas en que el berlin¨¦s ni est¨¢ ni se le espera. Tienen miedo de las ciudades cl¨®nicas, del efecto low cost descontrolado que pueda convertir Berl¨ªn en una suerte de Ballermann, en Mallorca, es decir, todo por el party y poco m¨¢s. Hasta manifestaciones ha habido (la ¨²ltima, el 3 de septiembre). "Berl¨ªn don't love you" (Berl¨ªn no te quiere) era el mensaje al turista jaranero. Y en ese punto justo de la trama del libro berlin¨¦s nos encontramos.
Todos los agentes de la ciudad saben lo que el turismo significa: 9.000 millones de euros bombeados a las arcas del Estado en 2010. "Ellos llenan nuestras calles y alimentan nuestra econom¨ªa", dijo Wowereit. Pero ¨¦l mismo al ser preguntado en d¨®nde vive, desvela las contradicciones del lugar: "En Charlottenburg; quer¨ªa una bonita casa en un barrio intacto. All¨ª me siento bien. Convive gente con estrecheces con otros m¨¢s pudientes, la tienda de la t¨ªa Emma, el sastre y el peluquero...". Conservar intacto lo peculiar: ambiente de provincia y al tiempo metr¨®poli global. Complicado. "Be Berl¨ªn" fue otra sugerencia eslogan, all¨¢ por 2008. Dada la tolerancia aqu¨ª, mut¨® enseguida en "Bi Berl¨ªn". Y lo entendieron todos.
Los habitantes
190 nacionalidades
Tres millones y medio. Mucho treinta?ero, m¨¢s de la mitad vive solo, un cuarto de origen extranjero (190 nacionalidades) y la gran mayor¨ªa con trabajos creativos o del sector servicios...
Los berlineses suelen ir en bici aunque aman los autom¨®viles, comen d?ner o beben cerveza, pero cenan a menudo en restaurante con vino. Les gusta viajar, el f¨²tbol, el cine, la m¨²sica... no ser manipulados y salir a la calle a protestar. Gente orgullosa de s¨ª y de sus habilidades, que ama la tranquilidad, la jornada reducida y la conciliaci¨®n familiar, lee prensa y est¨¢ absolutamente al tanto de lo que se cuece en las calles de su ciudad. Tan reservados que no te saludan en la escalera, pero van un d¨ªa y te salvan la vida. Cr¨ªticos, solidarios, ecologistas, muy pol¨ªticos y creativos, pero tambi¨¦n funcionarios prusianos que cierran en punto y basta. "El gran valor de esta ciudad es su gente, ella es el verdadero capital", dice Kai Roeger, jefe de Zitty, revista de ocio que es referencia desde que naci¨® en 1977. "La mentalidad isla no es soluci¨®n, cada barrio tiende a cambiar cada 20 a?os su poblaci¨®n, as¨ª que la renovaci¨®n es natural", asegura. Berl¨ªn ya ha cambiado y cambiar¨¢. "Lo peor", dice, "es que sea arrastrada por el encarecimiento, la gente joven no venga o se pierda su esp¨ªritu liberal, ese anything goes, la libertad de ser y dejar ser". Norma que todo berlin¨¦s cumple cual Constituci¨®n.
"Ich bin ein Berliner". Soy berlin¨¦s. El concepto tiene tanto peso y poso que hasta Kennedy en 1963 le sac¨® partido. No hay uno ¨²nico, claro. Pero serlo es m¨¢s que estilo, objetivo: hacer de su vida y ciudad algo especial. Y en ello se empe?an tanto como en la elecci¨®n de su indumentaria, y no es broma. Informal, a veces. Casual, nunca. "Aqu¨ª no hay moda", alguien dijo un d¨ªa, "aqu¨ª hay terror por ir como los dem¨¢s".
Nuevos hoteles
Techo espa?ol
Con 20 millones de pernoctaciones al a?o, abundan y crecen en Berl¨ªn los hoteles de toda condici¨®n y ¨¦poca: lujosos o no, de marca, art¨ªsticos, de dise?o, tem¨¢ticos, originales (H¨¹ttenpalast. www.huettenpalast.de, habitaciones en carromatos y rulotes), lugares de encuentro y espect¨¢culo en s¨ª mismos (Michelberger, www.michelbergerhotel.com). Y hasta hoteles barco: www.wasserkutsche.com... Tambi¨¦n se podr¨ªan dividir por nacionalidades. En el ¨²ltimo tiempo han abierto cinco espa?oles significativos. En Mitte, junto a su tienda de zapatos original, abri¨® Casa Camper, cuidadoso y personalizado, y le han seguido dos espectaculares, el H10, elegante y sobrio en pleno Ku'Damm, centro del Oeste, y el NHow, de NH, asomado al canal del Spree, fuera, y hacia lo musical dentro, con dos estudios de grabaci¨®n. Hace un a?o, se inaugur¨® el Gat Point Charlie, pr¨¢ctico, asequible, junto al Check Point. A la lista se suma un Alma Berl¨ªn de concepto distinto, el Schlosshotel Grunewald. Urbano pero en el bosque. En verdad, otro Berl¨ªn. "Nuestro palacio es muy querido por personalidades como Beyonce, Kate Winslet, Joe Cocker..., gente que aprecia la tranquilidad y privacidad", cuenta la cordobesa Sara Torralvo-Castro, de 30 a?os, que empez¨® de gobernanta en la cadena y hoy es directora general. Este hotel palacio, dice, es, adem¨¢s de un reto, la pura aplicaci¨®n del lema de la casa: "No tenemos est¨¢ndares, tenemos alma". Inspirado en palacios franceses del XVIII, se construy¨® en 1912 como residencia del abogado de Guillermo II. En 1951 se transform¨® en hotel y en 1994 Karl Lagerfeld lo redecor¨®: "A¨²n se puede visitar su suite". En 2006, tras el nacimiento del grupo Alma, compraron el palacio inesperadamente: "Fue ver el edificio y caer prendados". Actualizado en tecnolog¨ªa y reformado bajo su l¨ªnea cl¨¢sica buscan, dice, "ofrecer una experiencia, no solo estancia". Poseen otros en Lisboa, Barcelona, Sevilla..., siempre en edificios hist¨®ricos con car¨¢cter. Para aquellos que buscan algo diferente y puedan: cuesta a partir de 238 euros.
C¨®mo vender una ciudad
"La cultura es el verdadero capital"
Christian T?nzler, de VisitBerl¨ªn, sabe lo que es poner rostro a la capital, porque es responsable de su promoci¨®n. "No se puede comparar con otras metr¨®polis: la estructura econ¨®mica es distinta, nunca ser¨¢ tan cara como otras; no hay tanta industria ni tanto monumento antiguo, la cultura es y ser¨¢ el verdadero capital".
? DATOS: 9 millones de turistas. Y 20 de pernoctaciones (pretenden llegar a 30). 60%, nacionales; 40%, extranjeros. Los ¨²ltimos crecen m¨¢s. "Antes el ranking era brit¨¢nico, americano y holand¨¦s, ahora brit¨¢nico, espa?ol e italiano".
? HITOS TUR?STICOS: "La ca¨ªda del muro fue el gran momento, la ciudad se abri¨® y las visitas desde entonces no han parado de crecer". Otros: la capitalidad recuperada en 2000, con la llegada de funcionarios, ministerios y embajadas... y el Mundial de F¨²tbol de 2006.
? CAMPA?AS: Por tierra, mar y aire. La ¨²ltima: en redes sociales. La ciudad pele¨® en agosto por el mill¨®n de amigos en Facebook. Lo pr¨®ximo: venderse como ciudad saludable con sus lagos, piscinas, spas, saunas... "El futuro es biotecnolog¨ªa, turismo m¨¦dico y de salud".
El 'boom' inmobiliario
Mi Le Corbusier
La tradici¨®n en Berl¨ªn es alquilar (80%). Y tras d¨¦cadas de mercado semimuerto, ahora tambi¨¦n se compra. Hay tantas inmobiliarias ¨²ltimas que esa compraventa y b¨²squeda de alquiler desesperado ha generado un lenguaje propio, cr¨ªptico: en revistas, carteles, vallas... Un sector en auge en el que las firmas m¨¢s poderosas llegan a una zona y compran miles de viviendas para convertirlas en apartamentos de vacaciones ante los ojos at¨®nitos de la vecindad. Un promotor dan¨¦s lo ha hecho recientemente. Algunos temen (y otros no, claro) que esta pr¨¢ctica desestabilice Berl¨ªn y la convierta en ciudad balneario una ¨¦poca y fantasma en otra. Hacerse sitio en este mercado cuesta. En ImmoBerlin (www.inmo-berlin.de) lo han conseguido tacita a tacita desde el grupo de los peque?os. Julieta Benito, arquitecta espa?ola, y su marido Dirk Lachmann, abogado alem¨¢n, crearon la firma en 2007. Sus clientes son espa?oles "enamorados de la ciudad", que se desplazan empujados por la crisis o que desean un lugar de vacaciones y no se manejan en alem¨¢n: "Nos lanzamos cuando el mercado aqu¨ª empezaba a moverse mucho por extranjeros (ingleses y n¨®rdicos) y en Espa?a se hablaba ya de Berl¨ªn como para¨ªso inmobiliario, y, al conocer bien la ciudad y el idioma, muchos conocidos empezaron a pedirnos ayuda para invertir". El mercado a¨²n se mueve r¨¢pido, "pero la legalidad aqu¨ª es muy antiespeculadora, as¨ª que no hay burbuja inmobiliaria". Una ciudad fascinante, precios m¨¢s baratos que otras capitales, y buena calidad de las edificaciones, es la f¨®rmula, opina. "Me fascinan muchos de los inmuebles que vendemos, desde pisos en la unidad habitacional de Le Corbusier, un cl¨¢sico de la arquitectura moderna, a colonias residenciales dise?adas por Bruno Taut y otros racionalistas, o lofts en edificios industriales...". Ahora reforman un edificio de 1990 para viviendas de alquiler.
El futuro
Berl¨ªn en 2020
En pocos a?os habr¨¢n cambiado tanto algunas zonas que ser¨¢n irreconocibles.
? EL KU'DAMM. La gran avenida del Oeste acaba de cumplir el siglo y se est¨¢ remozando. Anta?o territorio del lujo, es hoy reino de la franquicia y el dorado kitsch, muy querido por clientes de pa¨ªses del Este. Abre el hotel Waldorf Astoria (www.waldorfastoria.com) con el mirador Zoofenster (120 metros), se renueva la Bikini Haus (construida en los cincuenta) como una suerte de oasis multiestilo (http://bikinihaus.com) y la zona se convertir¨¢ en esquina mundial de la moda (un sector que crece).
? AEROPUERTO SCH?NEFELD. El Berl¨ªn Brandenburg International recoger¨¢ todo el tr¨¢fico a¨¦reo. Implica el cierre de Tegel en 2012, cuyos edificios pasar¨¢n a la Universidad T¨¦cnica, ser¨¢n viviendas y sede de empresas de "tecnolog¨ªas urbanas".
? AEROPUERTO TEMPELHOF. Cerr¨® en 2008 y su uso completo est¨¢ por concretar (de momento se alquila y es sede de la feria de moda Bread&Butter, entre otros). Tan inmenso como 375 campos de f¨²tbol, los berlineses han reivindicado el espacio como p¨²blico y pulm¨®n verde. Se convertir¨¢ en el cultural Tempelhof Forum y sede de la International Garten Baustelle a celebrar en 2017. Sobre la parte reservada a viviendas, el Columbia Quartier, a¨²n se discute.
? CAMPUS CIENT?FICOS. La gran esperanza futura son los barrios cient¨ªficos del extrarradio al calor de la ya muy potente industria de biotecnolog¨ªa y solar, en los campus de Adlershof y Obersch?neweide y en el Campus Berl¨ªn Buch (www.campus-berlin-buch.de).
? ALREDEDORES DEL MUSEO HAMBURGERBAHNHOF Y LA ESTACI?N CENTRAL. Se van cerrando descampados dejados aqu¨ª por el muro con viviendas. Muchas de las galer¨ªas de arte de la Heidestrasse crecidas en los patios fabriles al estilo Soho neoyorquino est¨¢n mud¨¢ndose a la Potsdamer Strasse.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Turismo de Berl¨ªn (www.visitberlin.de) ofrece informaci¨®n, tambi¨¦n en espa?ol.
? La web municipal (www.berlin.de) recopila datos y citas en la capital.
C¨®mo ir
? Easyjet (www.easyjet.com) ha subido los precios, ante el auge de la ciudad. Aun as¨ª se encuentran vuelos desde 110 euros (ida y vuelta).
? Iberia (www.iberia.com), que vuela a Tegel, tiene billetes desde 137 euros (ida y vuelta).
D¨®nde dormir
? Casa Camper Berlin. Weinmeisterstrasse 1, Mitte. (www.casacamper.com/berlin).
? Hotel H10. Joachimstaler Strasse, 31-32, Charlottenburg. (www.hotelh10berlinkudamm.com).
? Gat Point Charlie. Krausenstrasse, junto al Check Point Charlie. (www.gatrooms.de).
? NHow Berl¨ªn. Stralauer Allee, 3. Friedrichshain. (www.nh-hoteles.es).
? AlmaBerl¨ªn. Schlosshotel Gr¨¹newald. Brahmsstrasse, 10. (www.almahotels.com).
Compras
? Ku'damm (www.kudamm2011.de) celebra este a?o su 125? aniversario con actividades como el Festival of Lights, del 12 al 23 de octubre, o una noche de compras, 29 de octubre.
? KadeWe (www.kadewe.de) era el centro comercial m¨¢s grande del Oeste y uno de los primeros que abri¨® en la Europa continental. En el restaurante se pica bien.
? Friedrichstrasse, una calle plena de historia y salpicada de tiendas de marcas, de coches, de galer¨ªas subterr¨¢neas (como los Quartier, www.quartier206.com) y grandes almacenes como las Galer¨ªas Lafayette (www.galerieslafayette.de), con la c¨²pula invertida de Jean Nouvel.
? Kastanienallee y sus alrededores son el centro de la moda berlinesa. En el barrio de Prenzlauer Berg muy cerca de Hackescher Markt y de la Alte y Neue Sch?nhauser Strasse, ya en Mitte.
? Mercadillos: el de la calle 17 Juni, en Tiergarten; Boxhagener Platz, en Friedrichshain o el de Mauer Park en Prenzlauer Berg, con karaoke.
Visitas
? La Isla de los Museos. (www.smb.museum) es imprescindible. Se puede visitar el reci¨¦n abierto Bode Museum, donde hasta el 20 de noviembre se expone Rostros del Renacimiento; saludar a Nefertiti en el reci¨¦n abierto Neues Museum (admirable restauraci¨®n de David Chipperfield), o ir al imprescindible Pergamon.
? Museo Martin Gropius Bau (www.berlinerfestspiele.de) expone, hasta el 24 de octubre, la retrospectiva del pintor japon¨¦s Hokusai.
? C¨²pula del Reichstag. Hay que pedir cita con antelaci¨®n para visitarlo. Otra opci¨®n para subir a la c¨²pula es reservar en su restaurante en el 00 49 302 262 99 33 o el kaeferreservierung.berlin@feinkost-kaefer.de.
? El aeropuerto nazi de Tempelhof cerr¨® sus puertas y se transform¨® en lugar de esparcimiento para pasear, patinar o ir en bici.
? Jardines de visita obligatoria son el de Tiergarten, el Jard¨ªn Bot¨¢nico, los Jardines del Mundo en Marzahn o los imperiales de Potsdam (que merece la pena visitar un d¨ªa). Se pueden recorrer, en castellano, con City Guide (www.cityguide-isabel-garcia.com).
? Rutas por la ciudad. Hay decenas de empresas dedicadas a rutas tem¨¢ticas y personalizadas: el Berlin subterr¨¢neo, el gastron¨®mico, el musical, el acu¨¢tico... Algunas, como Cultourberlin (www.cultourberlin.com), est¨¢ especializada en el p¨²blico espa?ol. ? Una bicicleta se puede alquilar por todas partes y suelen costar unos 10 euros al d¨ªa. Hay numerosos carriles y rutas por la ciudad y alrededores. La m¨¢s famosa, la del muro, implica seguir la historia. Las etapas se especifican en varios idiomas en www.berlin. de/mauer.
? Zoos. El Zoologischer Garten es el m¨¢s visitado, pero el Tiergarten, la casa de fieras del Este, no se queda a la zaga. (www.zoo-berlin.de).
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