El espectador como obra de arte
El observador es un pr¨ªncipe que disfruta en todas partes de su inc¨®gnito", escribe Charles Baudelaire en El pintor de la vida moderna. Es esa transparencia, ese pasar sin huella, el que ha interesado al fot¨®grafo italiano Francesco Jodice (N¨¢poles, 1967) para elaborar una instalaci¨®n que se presentar¨¢ en el Museo del Prado a partir del mi¨¦rcoles 5 de octubre. A lo largo de siete d¨ªas y tres noches de la misma semana, Jodice grab¨® en HD (alta definici¨®n) las im¨¢genes inm¨®viles de 490 visitantes de la pinacoteca madrile?a. Personas an¨®nimas procedentes de distintos pa¨ªses se prestaron a componer una galer¨ªa de retratos que cobrar¨¢ protagonismo entre las obras de arte que guarda el museo. Una relevancia que la historia del arte no le ha dado hasta hace poco, cuando el espectador y el acto de mirar empiezan a alimentar diversas tesis de estudiosos y artistas.
"Me gusta comportarme como un par¨¢sito, como un virus, que ataca el espacio p¨²blico", afirma Francesco Jodice
Desde la apertura de la ampliaci¨®n del Museo del Prado, en 2007, la cifra anual de visitantes supera los dos millones y medio. Jodice ha querido captar la atm¨®sfera emocional del hecho o el momento de mirar un cuadro. Adem¨¢s de los retratos, ha grabado un v¨ªdeo de cinco minutos que se acerca a las expresiones de estos observadores enfrentados a determinadas pinturas. "Lo interesante de los museos cl¨¢sicos como el Prado es que cada d¨ªa miles de personas entran en ¨¦l y cuando salen est¨¢n ligeramente cambiadas por la experiencia", comenta Jodice.
Se conoce mejor a este artista por sus trabajos relacionados con paisajes urbanos, arquitectura y ser humano. "El centro de mi trabajo gira en torno a la relaci¨®n del paisaje humano y el arquitect¨®nico. No se trata de gente y edificios, sino el poder con el que influyen los unos en los otros", dice. "Lo que sucede en el Prado es que aplico este paradigma de investigaci¨®n: un ambiente arquitect¨®nico determinado, el museo, con toda la historia est¨¦tica que contiene el Prado, y la comunidad que d¨ªa a d¨ªa llena esas salas. Esa especie de atlas mundial interminable de la humanidad".
"Todos los museos se han dedicado a preservar el arte, pero no se han detenido a preservar la experiencia de la humanidad. Por eso me he fijado tanto en la presencia f¨ªsica de estos visitantes, en los retratos de cuerpo entero y en los de sus rostros", contin¨²a. En el v¨ªdeo, que se desarrolla ante el acto de mirar un cuadro, es posible observar indicios de las peque?as epifan¨ªas personales que se producen en determinados encuentros. En efecto, el museo es un edificio para mirar y salir cambiado.
"Normalmente se va a museos como el Louvre, el Prado o el Hermitage porque quieres tener una experiencia con el arte. Pero es innegable que se da tambi¨¦n una experiencia con la gente que lo visita al mismo tiempo. Hay una maravillosa frase que escribi¨® Alberto Giacometti: 'Cuando era joven y acud¨ªa al Louvre sent¨ªa que toda esa belleza me robaba la imaginaci¨®n. Ahora, de mayor, voy al Louvre y siento que me roba la imaginaci¨®n la belleza de los espectadores que la visitan'. Es una frase que siempre me impresion¨® y he venido acariciando la idea de un proyecto que me permitiera desarrollarla. La ocasi¨®n que me brind¨® el Prado ha sido la mejor. La belleza del espectador".
Hay un fen¨®meno propio de nuestros d¨ªas y es que la asistencia a los museos es la mayor de la historia. Millones de personas hacen cola durante horas para ver los museos y exposiciones. ?Es porque vivimos en un mundo eminentemente visual? "Creo que hay dos razones", dice Jodice, "la primera es precisamente que vivimos en un siglo de predominio visual. Todo se comunica a trav¨¦s de im¨¢genes. Es el lenguaje m¨¢s com¨²n. La segunda es que creo que hay una especie de reacci¨®n pol¨ªtica a un problema social mundial. En los ¨²ltimos veinte a?os los Gobiernos, tanto en Occidente como en Oriente, han producido una especie de desculturizaci¨®n de las comunidades. Estamos m¨¢s controlados, somos m¨¢s ignorantes, tenemos mayores dosis de televisi¨®n, redes sociales, etc¨¦tera. Y hay una especie de reacci¨®n que surge de abajo, de la base social, tanto si hablamos de gente con estudios superiores o personas de mentalidad muy sencilla: la gente quiere tener acceso al conocimiento. Y quieren hacerlo a su aire. Sin que nadie les indique, los gu¨ªe o les diga lo que tienen que elegir. Por eso es tan dif¨ªcil de predecir qu¨¦ va a ser visto y qu¨¦ no. Hay algo aleatorio en esas decisiones".
Por eso le interesa el espectador que visita y se mueve libremente en los museos, eligiendo las obras que quiere ver sin orden ni sentido concreto. "No les interesa tanto la biograf¨ªa del artista ni la explicaci¨®n acad¨¦mica sobre la obra. Son los que se abstraen por algo que los atrae por la raz¨®n que sea. Todos somos algo infantiles o inocentes ante lo que escogemos. A m¨ª me hechiza Ribera, no s¨¦ por qu¨¦, m¨¢s que otros artistas importantes. Y es algo personal".
Hay dos partes en este proyecto. Una es el cortometraje en v¨ªdeo y la otra es la gran instalaci¨®n que consiste en cinco proyecciones a escala humana (1:1) en cinco hornacinas de la planta baja, de las conocidas como galer¨ªas j¨®nicas con vistas al paseo del Prado. La exposici¨®n estar¨¢ activa toda la noche y se podr¨¢ ver desde la calle. "Siempre he buscado sistemas para romper el museo, hacerlo explotar, y construir espacios p¨²blicos que sean como pr¨®tesis. Por eso la videoinstalaci¨®n se puede ver desde fuera. Sigue siendo el Prado, pero es a la vez un espacio p¨²blico", subraya Jodice. "Ser¨¢n las figuras de pie en tama?o real de esos visitantes fotografiados (en realidad son v¨ªdeos de alta definici¨®n), mirando de frente, en una confrontaci¨®n con los que los observan a ellos a su vez. Algo hiperrealista". Es decir, de d¨ªa la experiencia se da dentro del museo. De noche se proyecta hacia fuera. "Es una expresi¨®n de mi pol¨ªtica respecto a los museos. Creo que los museos deben renovarse, hacer m¨¢s accesible el arte".
El cortometraje, de cinco minutos de duraci¨®n, ser¨¢ proyectado en una zona de paso de la primera planta, junto a las salas de Goya, en un encuentro inesperado con el p¨²blico. El v¨ªdeo se exhibir¨¢ a partir del 7 de octubre en 400 salas de cine comerciales de toda Espa?a, justo despu¨¦s de la publicidad y antes de la pel¨ªcula. "Los cines se convertir¨¢n en pr¨®tesis del museo. En una nueva sala del museo", insiste. "Como artista, en este caso, me gusta comportarme como un par¨¢sito, como un virus, que ataca el espacio p¨²blico -el paseo del Prado o el cine- para obligar a la gente, sin que se lo propongan, a confrontarse con el arte. Este aspecto es tan importante para m¨ª como la propia obra. Hay una declaraci¨®n o estrategia pol¨ªtica que me interesa cumplir y es la de que el 50% es la obra; el otro 50% es el lugar donde se desarrolla o toma posici¨®n. Tengo que llegar a la gente...", enfatiza Jodice.
"Desde 2005 todo mi trabajo se dirige en esa direcci¨®n. La imagen en movimiento es mucho m¨¢s poderosa que la fotograf¨ªa actualmente. La imagen es gramaticalmente muy simple en su construcci¨®n, pero el cuerpo encaja de una manera hiperrealista. La construcci¨®n es muy b¨¢sica, pero el contenido -la piel, el comportamiento, la mirada- supera lo bidimensional". Con esa iniciativa, el Prado no solo abre una vez m¨¢s sus puertas al arte contempor¨¢neo sino que incorpora la experiencia contempor¨¢nea del arte a una historia de la creaci¨®n est¨¦tica que deja de pertenecer solo al pasado.
El Prado por Francesco Jodice. Museo del Prado. Madrid. Del 5 de octubre al 8 de enero. Patrocinado por Acciona.
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