Cantar y pensar
Qui¨¦n era Czeslaw Milosz, escritor que lleg¨® a alcanzar una edad muy avanzada y que nos leg¨® al partir voluminosos tomos de poes¨ªa, prosa y correspondencia tan abundante que parece digna de un integrante de la generaci¨®n de Voltaire? La primera biograf¨ªa de Milosz, cuyo autor es Andrzej Franaszek, nos revela a un hombre muy complejo, dif¨ªcil, marcado por el genio y extraordinariamente trabajador. No pretend¨ªa alcanzar una unidad absoluta de su expresi¨®n po¨¦tica. Milosz, despreciando las reglas no escritas del modernismo po¨¦tico, avanzaba simult¨¢neamente en direcciones divergentes, buscaba respuestas a las preguntas m¨¢s dif¨ªciles, se contradec¨ªa y discut¨ªa consigo mismo, cambiante siempre. ?Estamos por tanto ante un poeta intelectual y filos¨®fico? S¨ª y no. En ocasiones, Milosz se revela paralelamente como un poeta de m¨¢xima sencillez, como si operaran continuamente en ¨¦l dos procesos creadores diferentes: uno, orientado al debate dial¨¦ctico, a la pol¨¦mica, la protesta y la b¨²squeda de la verdad en la mara?a de ideas y posturas; y otro, centrado en el lirismo puro, completamente ajeno al fragor de las conversaciones filos¨®ficas, seg¨²n expresa el poeta en numerosas obras, entre las que se podr¨ªa citar uno de sus poemas tempranos, titulado 'Lo que he escrito': "No hay lengua que baste para la belleza. / En m¨ª vi extensos valles / y pod¨ªa, con el pie alado de bronce / pasar sobre ellos en zancos de aire. / Pero esto, noche olvidada, se apag¨®".
Este a?o se cumple el centenario del nacimiento de este prol¨ªfico y complejo escritor
Perteneci¨® a esa raza de poetas, poco extendida, que no elude el contacto con el pensamiento contempor¨¢neo. Siendo a¨²n muy joven, antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, supo mantener un equilibrio sorprendente: le fascinaba el marxismo, manten¨ªa lazos de amistad con algunos de sus coet¨¢neos de ideas radicalmente izquierdistas, a veces incluso comunistas, odiaba la ret¨®rica de la derecha nacionalista (sentimiento que conservar¨ªa hasta el final), y a la vez se sent¨ªa fuertemente atra¨ªdo por la religi¨®n, siempre que no se tratara de su vertiente oficial representada por la Iglesia cat¨®lica. Hab¨ªa le¨ªdo con atenci¨®n a autores neotomistas, entre ellos Jacques Maritain, y su defensa de la autonom¨ªa de la obra art¨ªstica. Compart¨ªa la sensibilidad izquierdista, pero ridiculizaba a aquellos poetas que se pasaban al bando de la propaganda pol¨ªtica. Fue por tanto, desde joven, un individuo prudente y reflexivo, al que sin embargo le fascinaban pensadores y poetas de ideas extremas, como si intuyera que existe un saber secreto y que solamente los escasos iniciados, si quieren, pueden revelar el misterio del universo. Una gran aventura de su juventud fue el encuentro con Oskar Milosz -un familiar lejano, perteneciente a la generaci¨®n inmediatamente anterior a la del poeta-, quien hab¨ªa apoyado la creaci¨®n del Estado lituano tras la Primera Guerra Mundial, diplom¨¢tico afincado en Par¨ªs, poeta de prestigio (escribi¨® en franc¨¦s), m¨ªstico y profeta gn¨®stico del inminente Apocalipsis.
La ¨¦poca de la ocupaci¨®n nazi, que Czeslaw Milosz vivi¨® principalmente en Varsovia, coincidi¨® con un cierto cambio en su orientaci¨®n po¨¦tica. Hab¨ªa iniciado su obra bajo el signo de admiraci¨®n hacia la poes¨ªa francesa; pero a partir de finales de los a?os treinta, se interes¨® cada vez m¨¢s en la obra de autores angloparlantes: William Blake, T. S. Eliot y W. H. Auden. Este hecho ayuda a comprender una de las paradojas de la obra de Milosz: si bien en numerosos poemas escritos antes de la guerra se respira el ambiente de una espera apocal¨ªptica, el poeta registra con gran objetividad e inteligencia el horror de la presencia en Varsovia -atroz y plenamente real- de las SS y la Gestapo. A diferencia del conocido grupo de poetas varsovianos, tan s¨®lo diez a?os m¨¢s j¨®venes que ¨¦l y dotados de gran talento (ninguno de ellos sobrevivi¨® a la guerra), Milosz no tiene en su haber ning¨²n poema que beba de un modo tan directo, espasm¨®dico, en met¨¢foras de guerra, muerte, horror y esperanza metaf¨ªsica. En cambio, como artista consciente del valor de la distancia y la reflexi¨®n, compone poemas ir¨®nicos, amargos, basados en la observaci¨®n de la calle varsoviana, as¨ª como obras dedicadas al recuerdo de un mundo de bondad ideal, como es el caso del extraordinario ciclo titulado El mundo (Poema ingenuo). Se convirti¨® asimismo Milosz en un testigo cabal y perspicaz del exterminio de los jud¨ªos; dos de sus grandes poemas, como son 'Campo dei Fiori' y 'Un pobre cristiano mira el gueto', constituyen, dentro de la literatura polaca, un ejemplo imborrable de la dimensi¨®n humanista de la poes¨ªa en un momento de cataclismo.
Los a?os de la ocupaci¨®n llevaron al poeta a distanciarse en cierta medida de lo que podr¨ªamos denominar la corriente dominante del patriotismo polaco (no necesariamente nacionalista), o incluso de la sociedad civil. Milosz estaba convencido de que los j¨®venes que mor¨ªan luchando contra los alemanes, embarc¨¢ndose en acciones suicidas -refiri¨¦ndose principalmente a la Insurrecci¨®n de Varsovia de 1944, condenada al fracaso militar-, habr¨ªan hecho mejor en aguardar a que pasaran los ¨²ltimos meses de la guerra, para dedicarse a continuaci¨®n a trabajar, por su propio bien y el de su patria, postura por otra parte indudablemente acertada. Si bien Milosz no fue el ¨²nico detractor radical de la Insurrecci¨®n de Varsovia, pertenec¨ªa a una minor¨ªa que, al terminar la guerra, acept¨®, si bien sin entusiasmo, el Gobierno comunista, rechazado por la gran mayor¨ªa callada. Durante unos a?os sirvi¨® lealmente a dicho Gobierno como diplom¨¢tico en EE UU, servicio del que m¨¢s tarde se arrepentir¨ªa amargamente. Sin embargo y sin lugar a dudas, no accedi¨® nunca a poner su poes¨ªa al servicio de los comunistas, consciente de la clara l¨ªnea divisoria entre la lealtad de funcionario y la actividad art¨ªstica. En su famoso Tratado moral, sorprendentemente publicado en aquella ¨¦poca en una revista literaria de circuito oficial, Milosz afirm¨®: "La avalancha cambia de rumbo seg¨²n qu¨¦ piedras encuentre en su camino". Sus lectores comprendieron que era imposible evitar la avalancha del totalitarismo comunista, pero que las personas honradas pueden y deben intentar mitigar la destrucci¨®n que ¨¦ste deja a su paso.
Los a?os de la posguerra resultaron ser muy dif¨ªciles para Milosz; parad¨®jicamente, el periodo de la ocupaci¨®n, cuando pr¨¢cticamente todo habitante de Varsovia se expon¨ªa diariamente al riesgo de ser arrestado en una redada callejera, encarcelado, ejecutado o deportado a Auschwitz, fue m¨¢s f¨¢cil psicol¨®gicamente, dado que las elecciones morales y pol¨ªticas no dejaban lugar a duda alguna. En Polonia el nazismo no seduc¨ªa a nadie. El estalinismo, sin embargo, seduc¨ªa y amenazaba, hechizaba y persegu¨ªa. Milosz no se hab¨ªa dejado hechizar nunca, y menos a¨²n su poes¨ªa. Cuando decidi¨® romper relaciones con la Polonia Popular, solicitando en 1951 asilo en Par¨ªs, debi¨® de notar cierto alivio, porque se cerraba un periodo de ambig¨¹edades y dudas. Por otra parte, sinti¨® tambi¨¦n angustia, porque tem¨ªa perder su gran don po¨¦tico una vez convertido en emigrante y le preocupaba que el hecho de encontrarse apartado del torrente del lenguaje oral, del habla ingenua de ni?os y adultos, de los susurros y gritos de la lengua polaca a partir de cuya materia sublimaba su poes¨ªa, terminara por aniquilar su poes¨ªa.
Durante los diez a?os que siguieron cre¨® relativamente pocos poemas, convirti¨¦ndose en cambio inesperadamente en escritor pol¨ªtico. El pensamiento cautivo ofrece un an¨¢lisis de la particular mezcla de seducci¨®n y persecuci¨®n policial que el estalinismo comunista aplic¨® a los escritores, as¨ª como un examen del pensamiento del siglo XX, que, ante el ocaso de las antiguas religiones, se muestra dispuesto a abrazar una nueva fe sospechosa. Pese a que Milosz emplea en el libro seud¨®nimos, no resulta dif¨ªcil adivinar que se refer¨ªa a autores que conoc¨ªa personalmente. Aunque en el fondo escrib¨ªa sobre s¨ª mismo; se trata pues de un libro que se sit¨²a en la tradici¨®n de Confesiones de San Agust¨ªn, obra de un pecador que intenta redimir su pecado. Dicho esto, hay que se?alar que la naturaleza izquierdista e insolente de Milosz no consegu¨ªa reconciliarse con el capitalismo. En aquella ¨¦poca, el poeta polaco rechaz¨® claramente el estalinismo, pero, sin lugar a dudas, el Occidente democr¨¢tico de los a?os cincuenta le atra¨ªa bastante menos que el cristianismo al joven Agust¨ªn. Milosz no estaba satisfecho con el ¨¦xito internacional alcanzado por el libro, ya que debido a ¨¦ste durante los siguientes treinta a?os muchas personas en EE UU y en Europa ver¨ªan en ¨¦l al autor de El pensamiento cautivo en lugar de a un gran poeta. Por otra parte -y para colmo de la iron¨ªa-, los intelectuales de izquierdas, sus supuestos aliados naturales, le considerar¨ªan un cold warrior algo sospechoso. Renac¨ªa, como siempre, en la poes¨ªa, en sus versos -ora amargos, ora ext¨¢ticos-, escritos primero en Europa y m¨¢s tarde en California, donde desde 1960 ense?¨® literatura polaca en la Universidad de Berkeley. En las im¨¢genes de la infancia, en los recuerdos de Lituania, en la pintura y la agricultura, como Virgilio, en el mundo de la naturaleza, maravillosa y aterradora en su crueldad darwiniana, encontraba el descanso tras ¨¢ridas disputas intelectuales y anatemas. As¨ª lo refleja en el bello poema titulado 'Mittelbergheim': "Todav¨ªa tengo los ojos cerrados. No me persigas / fuego, poder, fuerza, es demasiado temprano. / He sobrevivido muchos a?os y, as¨ª como en mi sue?o / notaba que alcanzaba la m¨®vil frontera, / tras la que se cumple el color y el sonido / y todas las cosas de esta tierra est¨¢n unidas".
?Ser¨¢ que existe a pesar de todo la justicia? Cuando en 1980 la Academia Sueca le otorg¨® a Milosz el Premio Nobel, rescatando as¨ª del olvido a este magn¨ªfico poeta, pudimos creer que, despu¨¦s de todo, los m¨¦ritos se premian, que el siglo XX, el m¨¢s cruel de todos, no hab¨ªa perdido memoria y supo honrar a quien sigui¨® tan atentamente sus sucesos, tanto los ignominiosos como los m¨¢s humanos. A quien supo pensar y cantar: una combinaci¨®n inusual en los dominios del esp¨ªritu.
Traducci¨®n de Beata R¨®zga. Tierra inalcanzable. Antolog¨ªa po¨¦tica. Czeslaw Milosz. Traducci¨®n, selecci¨®n y pr¨®logo de Xavier Farr¨¦. Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores. Barcelona, 2011. 435 p¨¢ginas. 23,90 euros. Milosz. Andrzej Franaszek. Znak, 2011. 959 p¨¢ginas. Adam Zagajewski (Lvov, Ucrania, 1945) es autor, entre otros libros, de los poemarios Tierra del fuego, Deseo y Antenas y de los ensayos Dos ciudades, En defensa del fervor y Solidaridad y soledad, todos editados en Acantilado, que pr¨®ximamente publicar¨¢ su libro de poemas Mano invisible.
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