Beatriz se oper¨®, Teatriz se retoca
Reabre el m¨ªtico local de la calle Hermosilla, un teatro transformado en restaurante por Philippe Starck. 'Lifting' a un icono de la modernidad noventera
La noche del 8 de marzo de 1933 Federico Garc¨ªa Lorca tuvo que subir varias veces al escenario para aplacar al p¨²blico del Teatro Beatriz (oficialmente, Infanta Beatriz). No dejaban de aplaudir en "verdaderas ovaciones entusiastas" (La Libertad) ante "la poes¨ªa hecha carne" (El Heraldo) de Bodas de Sangre. Era el estreno y este teatro del barrio de Salamanca viv¨ªa una de sus noches de gloria desde que se inaugurase en 1925, cuando, seg¨²n ABC, "se congreg¨® en la elegante sala el todo Madrid de las fiestas de arte".
En 1990, "el todo Madrid" postmoderno se volvi¨® a congregar en el mismo local de la calle Hermosilla. El dise?ador franc¨¦s Philippe Starck hab¨ªa transformado el Teatro Beatriz en el restaurante Teatriz, y celebraba all¨ª su 41 cumplea?os. "Este local tiene todos los elementos para ser el volc¨¢n de Madrid, el lugar donde se concentre el magma de las noches madrile?as", dijo el franc¨¦s en las p¨¢ginas de Gente de este peri¨®dico. A la fiesta acudieron Ana Garc¨ªa Obreg¨®n y Agatha Ruiz de la Prada. Javier Mariscal hab¨ªa dise?ado el logo del restaurante y Arnold Chan, el iluminador favorito de Prince, lo ilumin¨®. Y as¨ª, el Teatriz, ideado por Pl¨¢cido Arango, del Grupo Vips, se convirti¨® efectivamente en el sitio de la d¨¦cada. Un icono del dise?o noventero.
"Veinte a?os despu¨¦s, sigue siendo estupendo, pero estaba un poco envejecido", dice Bruno Borrione, el dise?ador de interiores que acaba de reformar el local. Arango se lo pidi¨® a Starck, pero la superestrella estaba demasiado ocupada y recomend¨® a Borrione, que trabaj¨® en su estudio durante 25 a?os. "Si alguien pod¨ªa hacerlo era yo", dice Borrione, "nunca traicionar¨ªa su esp¨ªritu".
En principio, el encargo consist¨ªa en hacer un segundo comedor sobre el escenario. Cuando Starck transform¨® el teatro en restaurante, coloc¨® las mesas en el patio de butacas. Sobre el escenario puso una escenogr¨¢fica barra de onix retroiluminada para tomar copas tras la cual conserv¨® las viejas tramoyas. Borrione ha sustituido esa barra verde por otra blanca (el onix de la original est¨¢ apoyado sobre una pared) y ha colgado del centro del escenario una gigantesca l¨¢mpara de cota de malla que ilumina una decena de mesas. "Los de abajo tienen la sensacion de que est¨¢n viendo una obra sobre un restaurante japon¨¦s", dice el dise?ador. "Eso iba a ser todo, pero igual que cu¨¢ndo vac¨ªas un piso para pintarlo, nos dimos cuenta de la cantidad de cosas que se hab¨ªan ido acumulando con los a?os sobre el dise?o original: hac¨ªa falta limpiar a fondo".
Resultado: Borrione ha cambiado la cortina que rodeaba el comedor original, retapizado las sillas (uno de cuyos modelos fue bautizado por Starck como Placid Wood, en honor a Placido Arango), acristalado el bar (ubicado en lo que era el gallinero del teatro), reamueblado los espacios de tapeo (en lo que era el lobby y el fumoir del Beatriz) y reformado los lavabos. Los de Starck se hicieron muy famosos: eran mesas rococ¨® con grifos. Permanece igual que antes el dise?o de Chirico en el suelo del comedor, la madera de las paredes, las casetas de los retretes, las columnas rebombolonas, las cuerdas de las bambalinas, la barra de marmol y dorados del bar... "Esto es un lifting, como los cirujanos, no te puedes pasar o tu cliente queda rid¨ªculo", dice Borrione, "el Teatriz ten¨ªa que seguir siendo un Starck".
Hace 90 a?os, otro disc¨ªpulo hac¨ªa honores a su maestro en la prensa de su ¨¦poca. Eduardo Lozano Lardet dio las entrevistas cuando se inaugur¨® el Beatriz porque el autor del proyecto, Eduardo S¨¢nchez Eznarriaga, hab¨ªa muerto poco despu¨¦s de proyectar las trazas del edificio. La prensa destac¨® la suntuosidad de las fuentes de marmol, los plafones de estilo espa?ol y "las molduras de extrema modernidad". Tambi¨¦n la juventud del ayudante que levant¨® edificio con fidelidad al gusto ecl¨¦ctico y alto burgu¨¦s del maestro. "Lo hice con un cari?o, con un fervor tal, que mi ¨²nica pretension era conseguir dar al edificio identica orientacion y gusto art¨ªstico que Eznarriaga", dijo Lozano Lardet en ABC. "Creo haberlo conseguido pues en ello puse, a m¨¢s del cari?o, todo el respeto del disc¨²pulo al maestro".
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