Hessel, de la resistencia a la indignaci¨®n
El precursor del 15-M cuenta en sus memorias que en Buchenwald usurp¨® la identidad de otro preso para salvarse
Si St¨¦phane Hessel (Berl¨ªn, 1917) pudo escribir ?Indignaos! fue gracias a la muerte de Michel Boitel. Siendo justos, fue gracias a m¨¢s cosas, pero lo fundamental en esta historia es la muerte de Michel Boitel y otros episodios que demuestran que Hessel ya era un tipo con buena estrella antes de cumplir 93 a?os, cuando logr¨® vender tres millones de copias de un panfleto que anima a plantar cara ante la crudeza del sistema. "He sido sumamente afortunado. He pasado por cosas que han salido mal y he logrado salir indemne", reconoce ¨¦l mismo.
El d¨ªa que Hessel cumpli¨® 27, Boitel muri¨® en el campo de Buchenwald. Boitel era franc¨¦s y estaba enfermo de tifus. Hessel, nacido alem¨¢n y nacionalizado franc¨¦s, figuraba en la lista de presos a ejecutar por trabajar para la Resistencia contra la ocupaci¨®n nazi de Francia. Con el aliento aliado en el cogote, entre septiembre y octubre de 1944 los alemanes aceleraban las liquidaciones. Hessel contaba las horas, atrapado en esa contradicci¨®n tan salvaje que debe sentir alguien cuya vida depende de la muerte de otro. "Mis sentimientos son los de un hombre salvado en el ¨²ltimo instante. ?Qu¨¦ alivio!", escribi¨® el 21 de octubre de ese a?o.
"Nos pasamos el d¨ªa tirando de ropas cubiertas de sangre y excrementos"
"En el campo el deportado se convierte en lobo para sobrevivir"
Ya como Michel Boitel, fue enviado a una f¨¢brica de trenes de aterrizaje del Junker 52 en el campo de Rottleberode, del que se fugar¨ªa por unas horas. Ni siquiera entonces le mataron, lo que no deja de ser otro golpe de suerte. Y tambi¨¦n sobrevivi¨® a la siguiente escala en Dora, el campo de exterminio ultrasecreto donde se fabricaban los V-1 y V-2 empleados en el bombardeo de Londres, aunque fuese a cambio de sumergirse en "el horror puro, absoluto": desnudaba cad¨¢veres a cambio de dos rodajas de salchich¨®n. "Nos pasamos el d¨ªa tirando de ropas cubiertas de sangre y excrementos, palpando carnes fr¨ªas", describe en Mi baile con el siglo, las memorias que lanza Destino en Espa?a el pr¨®ximo mi¨¦rcoles.
Finalmente salt¨® del tren en marcha en el que los alemanes evacuaban a los presos hacia el norte y se convirti¨®, con el tiempo, en uno de esos testigos excepcionales de algo imposible de digerir pasadas seis d¨¦cadas. "No es f¨¢cil describir ese progresivo envilecimiento, insidioso, casi irreversible, del hombre concentrado que se convierte en lobo para sobrevivir, en quim¨¦rico para seguir siendo cuerdo", reflexiona.
La autobiograf¨ªa de Hessel se public¨® en Francia en 1997 antes de la hecatombe financiera internacional, que estall¨® en septiembre de 2008 con la ca¨ªda de Lehman Brothers y que inspir¨® su cr¨ªtico op¨²sculo. En Espa?a se editan ahora por vez primera estas memorias, que revelan que el librito ?Indignaos! es lo menos interesante de Hessel, un hombre que ha estado tantas veces al borde de la muerte que ha elegido creer en el futuro sin medias tintas. Alguien que ha ido mejor¨¢ndose cada vez que el siglo XX le marcaba a fuego. "Ya no s¨¦ si entiendo a aquel joven de los a?os 1940 a 1945, franc¨¦s por elecci¨®n, patriota por contexto, imprudente por su juventud, particularmente afortunado, superviviente en m¨¢s de una ocasi¨®n, pol¨ªglota, narcisista y ego¨ªsta", confiesa en un pasaje.
Nada tiene que ver desde luego aquel joven con el que, tras la II Guerra Mundial, entra en el cuerpo diplom¨¢tico franc¨¦s y participa en la redacci¨®n de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos (1948), contrapunto esperanzador al espanto previo. Una guerra trunca tambi¨¦n personalidades. La de Hessel hab¨ªa cambiado por completo. Hasta 1940 hab¨ªa sido un privilegiado con formaci¨®n elitista, criado en ambientes nada formales. Sus padres, Helen (protestante) y Franz (jud¨ªo), eran dos alemanes cosmopolitas que se conocieron en Par¨ªs, donde se instalaron cuando St¨¦phane ten¨ªa siete a?os. Ellos y el escritor Henri-Pierre Roch¨¦ -tercero en discordia: amigo del padre y amante de la madre- son el alimento de Jules et Jim, que luego llevar¨ªa al cine Truffaut. Si algo irrita a Hessel es que alguien le diga: "Ah, usted es la ni?a de Jules et Jim".
El tri¨¢ngulo amoroso es una geometr¨ªa convencional. La respuesta de Franz, que anim¨® a su esposa y a su amigo a describir su pasi¨®n en un diario ¨ªntimo, fue un caso ¨²nico.
En los a?os bulliciosos de entreguerras, el adolescente Hessel aprendi¨® a jugar al ajedrez con Duchamp, habitual de la casa familiar, junto a Man Ray, Le Corbusier, Brancusi, Breton o Picasso. Su madre, una mujer de vanguardia capaz "de escribir un ensayo, domar un caballo o conducir un autom¨®vil", colaboraba con peri¨®dicos. Cuando la fiesta languidece y Hitler sube al poder, el padre de Hessel oculta su nombre para seguir escribiendo en Berl¨ªn hasta que, en 1938, su exesposa acude a rescatarlo y vuelve a casarse con ¨¦l para protegerle.
Para entonces, St¨¦phane ya hab¨ªa ingresado en la Escuela Normal Superior, tras nacionalizarse franc¨¦s, aunque simb¨®licamente dio su gran paso patri¨®tico cuando se enrol¨® para sacudirse la incomodidad que le caus¨® el armisticio firmado por P¨¦tain en Francia Libre, la organizaci¨®n impulsada por De Gaulle desde Londres. "Lo que queda incrustrado en el recuerdo, 55 a?os m¨¢s tarde, son los episodios en los que tuve un buen papel, y con raz¨®n, puesto que el hecho de no haber combatido, de no haber llevado a cabo nada para frenar el avance alem¨¢n, de haber participado en la desbandada general queda silenciado: solo salv¨¦ mi cuaderno de notas, que luego perd¨ª".
Ah¨ª arranca su activismo, pero la gran clave que explica a este hombre al que el siglo XX le dio excusas para ser detestable y, sin embargo, eligi¨® sonre¨ªr est¨¢ en otro pasaje de su libro, donde aflora el sentido de la responsabilidad que atenaza a quienes salieron vivos del experimento de Hitler: "No se trata tanto del orgullo de haber sobrevivido, sino de la verg¨¹enza de haber permitido que el horror comience de nuevo, aqu¨ª o all¨¢, en ese mundo que cre¨ªamos que no volver¨ªa a ver una cosa semejante".
El escritor Elie Wiesel, tambi¨¦n superviviente, resum¨ªa con simpleza y complejidad apabullante la contradicci¨®n de aquellas v¨ªctimas: "Es imposible contar, pero est¨¢ prohibido callarse".
Millones de lectores
- A los 93 a?os, una edad en la que casi todos se instalan en el pasado, St¨¦phane Hessel le dio una vuelta al futuro en un op¨²sculo, ?Indignaos!, que le catapult¨® a la fama. Le Monde rastre¨® por 34 pa¨ªses sus apabullantes ventas mundiales.
- Francia: 2,1 millones
- Alemania: 450.000.
- Espa?a: 430.000 (se han publicado traducciones en catal¨¢n, gallego y euskera).
- Italia: 120.000
- Estados Unidos: 50.000
- China: 30.000
- Corea del Sur: 20.000
- Holanda: 12.000
- Portugal: 10.000
- Reino Unido: 9.500
- Turqu¨ªa: 8.200
- Jap¨®n: 6.000
- Argentina: 5.400
Babelia
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