El famoso caso del grupo parlamentario del PSC
Es ilusorio pensar que una eventual recuperaci¨®n del grupo parlamentario socialista catal¨¢n en el Congreso de los Diputados har¨ªa desaparecer las acusaciones de infidelidad a Catalu?a que CiU lanza sin cesar contra el PSC. El "sucursalismo", la "dependencia" y la "sumisi¨®n" respecto al PSOE que los nacionalistas recriminan al PSC no provienen de que los diputados socialistas formen un grupo parlamentario o dos en las Cortes, ni de su modelo federal de articulaci¨®n org¨¢nica y pol¨ªtica. Procede de su aversi¨®n al acervo ideol¨®gico y pol¨ªtico compartido por el PSC y el PSOE. Lo m¨¢s probable es que, si se reconstruyera el grupo parlamentario de los socialistas catalanes, los diputados de CiU en las Cortes prosiguieran aplicando la t¨¢ctica consistente en presentar una y otra vez mociones sobre asuntos catalanes concebidas para obligar a los socialistas a rechazarlas. La t¨¢ctica que les permite, luego, declarar enf¨¢ticamente: "Nos han dejado solos en la defensa de Catalu?a".
Los socialistas catalanes deber¨ªan aclarar antes de las elecciones si quieren tener grupo propio o si olvidan el asunto
Llevan d¨¦cadas haci¨¦ndolo y no van a renunciar a ello porque eso es precisamente lo que define a los partidos nacionalistas como tales, no solo a los de Catalu?a: para el nacionalismo, cualquier asunto es susceptible de terminar convertido en una defensa de la naci¨®n, un concepto suficientemente pl¨¢stico como para meter en ¨¦l lo que en cada momento se considere m¨¢s oportuno. Es una ret¨®rica destinada a dar un barniz a los intereses del partido nacionalista de turno, sea el que sea. En el caso de CiU, un partido de centro derecha que, tras unos or¨ªgenes muy marcados por la ideolog¨ªa democristiana, ha mutado al neoliberalismo imperante entre las derechas. En un sistema pluralista, los intereses defendidos por la derecha no son m¨¢s leg¨ªtimos que los representados por la izquierda. Los intereses de las patronales que aplauden a CiU no son m¨¢s o menos catalanes que los de los trabajadores que se les oponen y votan a la izquierda.
Esto no significa, sin embargo, que la constituci¨®n de un grupo parlamentario socialista catal¨¢n en las Cortes no fuera positiva. Ser¨ªa un instrumento ¨²til, como lo fue ya durante las dos legislaturas en las que existi¨®, entre 1977 y 1982. Dar¨ªa visibilidad al socialismo catal¨¢n, que existe y es matizadamente distinto al del PSOE. Igual que la derecha catalana de CiU lo es de la derecha espa?ola del PP.
La eliminaci¨®n de aquel grupo del PSC fue uno de los frutos de la reacci¨®n del nacionalismo espa?olista al calor del golpe de Estado fallido del 23 de febrero de 1981. Pero su desaparici¨®n constituy¨® una flagrante violaci¨®n de las condiciones pactadas en 1977 por los diversos partidos socialistas existentes en Catalu?a, entre ellos la federaci¨®n catalana del PSOE, para unificarse y crear el PSC. Cinco a?os despu¨¦s, el PSC se trag¨® la eliminaci¨®n de su grupo porque la extraordinaria victoria de los socialistas en 1982, con una apabullante mayor¨ªa absoluta, produjo una euforia tal que engull¨® el asunto, literalmente, y lo compens¨® con una relevante participaci¨®n del PSC en el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez.
Desde entonces, sin embargo, ha llovido mucho y, de vez en cuando, ha sido en forma de reclamaci¨®n del grupo por parte de un sector del PSC. El famoso caso del grupo parlamentario del PSC se ha convertido en un Guadiana. Sale una y otra vez a la superficie del debate pol¨ªtico para luego desaparecer. Lo m¨¢s curioso es que, ahora, quienes lo reclaman en el propio PSC aceptan que desaparezca de la agenda electoral, que es la mejor circunstancia para conseguir su objetivo. Es precisamente cuando se va a unas elecciones a Cortes cuando el PSC debe decir a los electores qu¨¦ quiere hacer con los diputados que obtenga. Debe definir si quiere integrarlos en un ¨²nico grupo socialista junto con los diputados obtenidos por el PSOE o quiere crear el grupo del PSC. Aclararlo ahora, antes de las elecciones, obligar¨ªa al PSOE a hacer lo propio. Es el PSOE el que est¨¢ en falso en esta cuesti¨®n, pues incumple el solemne pacto fundacional. Posponer el retorno a la normalidad es resignarse a la pol¨ªtica de hechos consumados que rige desde 1982. Es comprensible que se intente evitar un choque en periodo electoral; pero si se impone este criterio, ser¨ªa mejor que se olvidaran luego del asunto en vez de marearlo cuando no corresponde.
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