M¨¢s que un Einstein, un Edison moderno
El cofundador de Apple no invent¨® nada relevante, pero ha creado dispositivos atractivos y f¨¢ciles de usar - El Mac, el iPod o el iPhone han revolucionado la inform¨¢tica, la m¨²sica y el m¨®vil
El fallecimiento de Steve Jobs ha tenido un tratamiento medi¨¢tico que solo los grandes personajes de la historia o los magnicidios merecen. Las incontables hagiograf¨ªas que estos d¨ªas relatan su trayectoria profesional dejan traslucir que el cofundador de Apple fue el personaje clave del avance tecnol¨®gico en los ¨²ltimos treinta a?os. Una conclusi¨®n a la que ayuda ese tono de veneraci¨®n que acompa?a a los testimonios y las cr¨®nicas a ra¨ªz de su fallecimiento, y le convierten en una especie de santo laico a la espera de beatificaci¨®n por los adictos a sus dispositivos.
Pese a esa agitaci¨®n medi¨¢tica, Jobs no invent¨® nada relevante en realidad. Ni dise?¨® el primer PC, ni el iPod fue el primer reproductor musical MP3, ni el iPhone fue el primer m¨®vil con pantalla t¨¢ctil. Empresas como IBM, Microsoft, Creative o HTC se le adelantaron. Pero ninguna de ellas tuvieron, ni de lejos, la visi¨®n del impulsor de Apple para conjuntar los distintos avances tecnol¨®gicos y empaquetarlos en carcasas m¨¢gicas, para crear m¨¢quinas f¨¢ciles e intuitivas de usar.
El "dise?o emocional" de sus aparatos atrae a los compradores
Tal vez uno de los logros m¨¢s impresionantes de Jobs y sus socios de Apple se resuma en ser los primeros en desterrar los manuales de instrucciones de sus equipos. Ni lo tra¨ªa el iPhone ni por supuesto el iPad. Puede parecer una an¨¦cdota pero el hecho de que cuando alguien abra la caja de su dispositivo no tenga que emplear horas en leer un mamotreto casi ininteligible supone un salto enorme en la popularizaci¨®n de la tecnolog¨ªa.
La facilidad de uso ha ido siempre acompa?ada de un aliado que convierte en imbatibles a las m¨¢quinas m¨¢gicas de Apple: el dise?o. Los gadget de la marca de la manzana fueron los primeros en colorearse, redondearse y hacerse atractivos a la vista y al tacto. Es lo que el experto en mercadotecnia Donald Norman, que fue vicepresidente de Tecnolog¨ªa Avanzada de Apple, llama "dise?o emocional".
No compramos un objeto solo por su utilidad o su fiabilidad t¨¦cnica sino por su aspecto, por las sensaciones que suscita en nosotros, y la comuni¨®n est¨¦tica con nuestra forma de pensar. Los adictos a Apple no van a cambiar jam¨¢s su iPhone o su iPad por un Samsung, un LG o un HTC por mucho que no pueda reproducir v¨ªdeos (formato flash), no tenga conexi¨®n USB o su precio sea muy elevado. El universo cerrado de Apple tiene esos inconvenientes. Si compras un aparato tienes que quedarte con el lote entero: hardware, software y aplicaciones. Sus incondicionales est¨¢n dispuestos a pagar ese peaje a cambio de un aura de distinci¨®n de pose cool.
Esa cerraz¨®n no ha impedido a Apple romper moldes y revolucionar el universo tecnol¨®gico. En inform¨¢tica, el Mac demostr¨® que los ordenadores pod¨ªan tambi¨¦n estar en el cuarto de estar y no solo en inmensas e inh¨®spitas oficinas. Tard¨® ocho a?os en dar con la f¨®rmula, desde el Apple I, que parec¨ªa una m¨¢quina de escribir robotizada, hasta el Apple II, que adopt¨® la forma de un ordenador, y sirvi¨® de fuente de ingresos, hasta llegar al primer Macintosh en 1984. El usuario, por fin, se liberaba de aprenderse un mont¨®n de comandos de memoria. Para actuar con su equipo bastaba pinchar en unos iconos y unas carpetas con un curioso invento: el rat¨®n.
Con todo, el Mac siempre fue un ordenador minoritario. Sus fervorosos partidarios pertenec¨ªan a nichos de mercado como dise?adores gr¨¢ficos, ejecutivos o publicitarios que no paraban de recordarles a los millones de usuarios de equipos que corr¨ªan con el sistema Windows, que el Mac no se colgaba ni se infectaba de virus. La popularidad le llegar¨ªa a Apple de la mano del iPod. En 2001, se presentaba este reproductor de audio digital que desterrar¨ªa para siempre el walkman del viejo casete, algo que otros fabricantes pioneros de reproductores como Creative no hab¨ªan logrado. El iPod se har¨ªa diminuto (Nano) y luego t¨¢ctil y con v¨ªdeo (Touch). Y a¨²n hoy, cuando casi todos los m¨®viles ofrecen todas sus prestaciones, se sigue vendiendo. M¨¢s de 150 millones.
Seis a?os despu¨¦s, Jobs provocar¨ªa el mismo terremoto en el m¨®vil con el iPhone. No ten¨ªa c¨¢mara de v¨ªdeo, ni enviaba MMS, entre otras muchas carencias. Pero dispon¨ªa de una pantalla t¨¢ctil asombrosa. No era la primera que equipaba a un m¨®vil. Pero ninguna ten¨ªa ese pellizco m¨¢gico con el que agrandar o disminuir las fotograf¨ªas o las p¨¢ginas web a voluntad. Nac¨ªan los tel¨¦fonos inteligentes (smartphone). Apple, que ya va por la quinta versi¨®n, ha vendido m¨¢s de 120 millones desde 2007.
El ¨²ltimo en llegar, pero no menos revolucionario, ha sido el iPad. Hac¨ªa tiempo que los fabricantes estaban pensando en una pantalla alternativa, ni tan grande como la del port¨¢til ni tan peque?a como la del m¨®vil. Apple volvi¨® a adelantarse. Puede que por ahora solo se utilice para leer el peri¨®dico en el ba?o o matar el tiempo en el aeropuerto. Pero ya se ha hecho imprescindible.
Jobs no fue un gran inventor, pero todo lo que toc¨® lo hizo popular y vendible, gracias a sus macrotiendas digitales (iTunes y Apple Store). Su figura se asemeja m¨¢s a la de Edison, el inventor del fon¨®grafo o la bombilla, que a la de un genio cient¨ªfico como Einstein.
La sobrereacci¨®n por su muerte, su imagen de Papa de la tecnolog¨ªa evangelizando sobre el ed¨¦n de los cachivaches de Apple, han agrandado su figura. El tiempo dejar¨¢ su memoria en su justo t¨¦rmino. Pero como dec¨ªa un comentario en Twitter. "No olvidemos que al final a Newton se le cay¨® encima una manzana, no un iPhone".
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