La indignaci¨®n cobra impulso
El apoyo de grupos ciudadanos y de los sindicatos a una multitudinaria manifestaci¨®n en Nueva York refuerza el movimiento Ocupa Wall Street
La llama prendi¨® hace ya 20 d¨ªas, pero el fuego del movimiento Ocupa Wall Street se ha avivado con fuerza durante la ¨²ltima semana y ha recibido su mayor impulso tras la multitudinaria manifestaci¨®n celebrada en Nueva York el pasado mi¨¦rcoles, que reuni¨® en las calles del distrito financiero a unas 20.000 personas.
La transformaci¨®n que ha vivido su cuartel general, el parque Zuccotti, rebautizado como plaza de la Libertad, es muy similar a la que han protagonizado los integrantes de esta protesta, dirigida contra los abusos del poder financiero pero con m¨²ltiples ramificaciones similares a las del 15-M espa?ol.
Los primeros d¨ªas este espacio escogido de forma casi casual ante los impedimentos policiales para acampar frente a la Bolsa neoyorquina, presentaba un aire algo desolado. La gente conversaba y dorm¨ªa en peque?os grupos, la comida escaseaba, apenas hab¨ªa zonas de trabajo concretas y la presencia policial era casi mayor que la de los acampados, con la consiguiente tensi¨®n en el aire.
Las detenciones y los famosos han atra¨ªdo al lugar a los neoyorquinos El campamento ya ha alcanzado un alto grado de organizaci¨®n
Solo las asambleas diarias en las que se toman las decisiones por consenso y tras intensos debates consegu¨ªan transmitir esa energ¨ªa que con el pasar de los d¨ªas se ha ido extendiendo al resto del campamento y despu¨¦s se ha contagiado entre neoyorquinos que, llamados por la curiosidad, los arrestos multitudinarios, las celebridades, los amigos o las redes sociales, han decidido asomarse y, en muchos casos, quedarse y participar en el movimiento.
A ellos hay que unir la fuerza y, para muchos, la legitimidad que el movimiento sindical le a?ade a la indignaci¨®n de lo que en un principio fueron unas 300 personas, en su mayor¨ªa j¨®venes menores de 30 a?os, y que hoy integra a varios miles de personas en Nueva York y en otras ciudades del pa¨ªs.
Claro que, al menos en la ciudad de los rascacielos, el crisol de edades, profesiones, intereses y sobre todo nacionalidades es sin¨®nimo de la heterogeneidad cultural de esa Gran Manzana de la que sus ciudadanos quieren reclamar el pedazo que les corresponde en plena crisis econ¨®mica.
Tras la marcha del mi¨¦rcoles, el alto grado de organizaci¨®n alcanzado el campamento se sent¨ªa con claridad: varias personas barr¨ªan enfervorecidas el ¨¢rea de comidas, que cuenta con 35.000 d¨®lares en donaciones, repart¨ªa pizzas, bocadillos, bebidas y ensaladas, el grupo de audiovisuales trabajaba fren¨¦tico en al menos seis ordenadores, la zona de donaciones de ropa, donde se acumulaban cajas y cajas de abrigos y pantalones llegados de todo el pa¨ªs, recib¨ªa las visitas de quienes trataban de huir del fr¨ªo, las ¨¢reas de informaci¨®n se afanaban por contestar a todas las preguntas... "Es la primera vez que vengo y estoy tratando de entender en qu¨¦ consiste el movimiento, pero en principio comparto sus ataques contra Wall Street. Hay que subirle los impuestos a los hedge funds, entre otras muchas cosas", comentaba un joven reci¨¦n llegado que no se pod¨ªa creer que por all¨ª hubiera ya pasado un premio Nobel como Joseph Stieglitz o un economista de la talla de Rick Wolff. "Quienes piensan que somos una panda de hippies sin futuro deber¨ªan asistir a nuestros debates y escuchar a nuestros invitados. Este es un movimiento que se va a construir poco a poco con la participaci¨®n ciudadana y cuyo objetivo es cambiar el statu quo. Importa bien poco el resultado pol¨ªtico de las pr¨®ximas elecciones. Aspiramos a mucho m¨¢s", asegur¨® a este diario Robert Grodt, acampado en Wall Street desde el primer d¨ªa.
El apoyo de los sindicatos se ve de forma positiva entre la mayor¨ªa de los integrantes originales de la protesta. "Ellos han aceptado que aqu¨ª no queremos l¨ªderes, se lo hemos dejado muy claro. Comparten nuestra indignaci¨®n y nuestras protestas. Llevan organizados hace a?os y pueden reunir a mucha gente con m¨¢s facilidad que nosotros. Si eso ayuda al movimiento, bienvenido sea", zanjaba una joven el mi¨¦rcoles desde su saco de dormir.
En la construcci¨®n del movimiento ha tenido un cierto peso la presencia de espa?oles. Unos porque vinieron directamente del 15-M para apoyar en el ¨¢rea de audiovisuales, como Nikky Schiller y M¨®nica L¨®pez. Otros porque asistiendo de lejos a las protestas de la Puerta del Sol pensaron que era posible que el movimiento se internacionalizara y apostaron por ello. Y otros porque la revoluci¨®n les encontr¨® en Nueva York, como a Manuel Levin, estudiante de ingl¨¦s. "La crisis de legitimidad de las instituciones pol¨ªticas es la misma en la mayor¨ªa de los pa¨ªses que llevan a?os viviendo en democracia. Las nuevas generaciones ya no creemos en ellas. Por eso queremos cambiarlas". C¨®mo hacerlo fue la clave del debate en Espa?a y lo est¨¢ siendo en Wall Street.
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