Arthur C. Nielsen, contador de multitudes
La empresa fue pionera en la medici¨®n de audiencias
Su apellido se asocia inevitablemente, en Estados Unidos y en todo el mundo, a la televisi¨®n. Arthur C. Nielsen, gestor de la agencia de referencia que mide y analiza en cientos de pa¨ªses los datos de audiencia de los programas emitidos a diario por la peque?a pantalla, muri¨® el pasado lunes en Winnetka, en los suburbios de Chicago. Ten¨ªa 92 a?os de edad y sufr¨ªa p¨¢rkinson.
Fue un pionero en la industria de los servicios de informaci¨®n, se?ala la compa?¨ªa en un comunicado. Pero, adem¨¢s, invirti¨® y desarroll¨® ideas para "entender y medir" la intenci¨®n y h¨¢bitos de compra del consumidor y el comportamiento del espectador ante la televisi¨®n. "Si puedes ponerle un n¨²mero, entonces sabes algo", le dijo una vez su padre, y aquello se convirti¨® en su mantra.
"Si puedes ponerle un n¨²mero, entonces sabes algo", le dijo su padre
Nielsen (Winnetka, 1919) se puso manos a la obra para transformar la que fue, en manos de su padre, una oscura compa?¨ªa de estudios de mercado en un gigante global reconocido en todo el mundo. Entendi¨® desde el principio que para expandir el negocio hab¨ªa que innovar constantemente. Y con esa visi¨®n apost¨® desde el primer momento en que la computadora ser¨ªa una herramienta clave para la supervivencia. Eso fue en 1948, tres a?os despu¨¦s de incorporarse, tras servir en la II Guerra Mundial.
Lo que empez¨® en Chicago en 1923, poniendo n¨²meros a las ventas de alimentos no perecederos y medicamentos, pas¨® luego a medir la audiencia de la radio durante los a?os de la Gran Depresi¨®n y, en los a?os de posguerra, a medir las audiencias televisivas -una industria que se desarrollaba a una velocidad vertiginosa y que en 1950 vendi¨® siete millones y medio de televisores, por solo 200.000 tres a?os antes-. La compa?¨ªa desarroll¨® un sistema que tomaba como muestra una peque?a porci¨®n de televidentes estadounidenses, y les ped¨ªa que registraran lo que hab¨ªan visto en unos diarios.
Hoy tambi¨¦n hace de bar¨®metro en las ventas de libros, m¨²sica y de otros h¨¢bitos de compra mientras se expande en el nuevo universo online.
Arthur Nielsen ocup¨® la presidencia de la firma de 1957 a 1983. Pero incluso como presidente em¨¦rito desempe?¨® un papel relevante en decisiones estrat¨¦gicas clave, como la venta de la compa?¨ªa en 1984 a Dun & Brad-street. Una operaci¨®n de 1.300 millones de d¨®lares de la ¨¦poca.
La agencia, que opera en m¨¢s de un centenar de pa¨ªses y cuenta con m¨¢s de 34.000 asociados, fue adquirida despu¨¦s por del grupo editorial holand¨¦s VNU. Y desde comienzos de a?o cotiza en la Bolsa de Nueva York. La firma no est¨¢ exenta de cr¨ªticas -como sucede con agencias similares en el sector financiero- debido a la metodolog¨ªa que sigue en su trabajo de an¨¢lisis. Y es que su ¨ªndice es, al fin y al cabo, el que marca la supervivencia de un programa e, incluso, de sus ejecutivos, porque es la gu¨ªa que conduce a los anunciantes que quieren invertir su dinero en el espacio cat¨®dico.
Su influencia llega a tal extremo que se podr¨ªa calificar como un monopolio del negocio. Pero en un mundo dominado por los n¨²meros, Nielsen empieza a tener cada vez m¨¢s rivales en peque?os segmentos de la cadena de transmisi¨®n del contenido audiovisual. Y como sucede entre los grandes empresarios de su generaci¨®n, estuvo tambi¨¦n muy comprometido con la filantrop¨ªa.
Adem¨¢s ejerci¨® como presidente del comit¨¦ que asesora a la Oficina del Censo en EE UU y fue comisario de la Agencia de la Informaci¨®n. Fue un gran apasionado del tenis, deporte en el que competi¨® en dobles con su padre y gan¨® un par de torneos.
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