Con libros en G?teborg
Con todos mis respetos hacia mi iPad y la excitante Alice in Wonderland que tengo dentro, con los dibujos originales en movimiento; con mi tributo a las tabletas que hacen m¨¢s llevadera la lectura para editores y libreros cuando se trata de liquidar (leer) libros-tocho, y con mi m¨¢s que demostrado respeto hacia las nuevas tecnolog¨ªas y soportes, a los que, como saben quienes tienen la amabilidad de seguirme, siempre me apunto.
Con todo eso por delante, ?qu¨¦ bonitos son los libros de toda la vida!
Y perd¨®nenme la obviedad, pero es que he vivido un ba?o de libros en la reciente feria del mismo de G?teborg, a uno de cuyos seminarios fui invitada, por la cosa de la novela negra. Aparte de que tuve la fortuna de tropezarme con Henning Mankell en varias ocasiones, y de avistar a otros creadores escandinavos de serie noir (tan s¨®lo una parte de la inmensidad que propone la feria, dedicada este a?o a la lengua alemana), lo m¨¢s mejor, es decir, lo maravilloso, fue pasear por el enorme edificio en donde el Bok se alberga.
"Lo que me arrojaba sobre ellos era la sensualidad, tocarlos, el placer de la vista"
Ver¨¢n, mi ¨²nica experiencia en ferias internacionales de libros es la de Fr¨¢ncfort, m¨¢s inmensa a¨²n en espacio, pero sobre todo centrada en lo profesional, lo devotamente laborioso y lo comercial. Escritores consagrados y escritores por descubrir, y un desfile de expertos: editores, periodistas, traductores, agentes... La familia completa. El lector tiene all¨ª un papel secundario. Est¨¢, porque si no existiera nada de ello existir¨ªa, pero sobre todo estar¨¢, leer¨¢ y sabr¨¢ m¨¢s cuando Fr¨¢ncfort d¨¦ sus frutos.
G?teborg o Gotemburgo. Los suecos han tenido la gracia de usar la di¨¦resis de la primera o a la manera en que nosotros revalorizamos la ?, sacando los puntitos de su sitio y jugando con ellos, convirtiendo los puntos en ojitos que nos miran p¨ªcaros y se agrupan en bolsas, camisetas, carteles... Ojitos inteligentes que se dirigen al p¨²blico como si le dijeran: ven y lee.
Lo primero que descubr¨ª es que no hace falta decirle a nadie que vaya a la feria de G?teborg. Adem¨¢s de los escritores del pa¨ªs anfitri¨®n, de Escandinavia en general y de los extranjeros invitados, est¨¢n los lectores. Llegan de todas partes de Suecia en autobuses -ah, la bendici¨®n de un buen transporte p¨²blico- o desde cualquier punto de la ciudad en bicicleta, en bus o en tranv¨ªa. Los taxis son muy caros, quiz¨¢ por ello los taxistas son muy amables, pero el transporte p¨²blico es muy bueno. Apunten: ellos no pierden su Estado de bienestar.
No s¨®lo no lo pierden, sino que se quedaron de piedra cuando les cont¨¦ lo que est¨¢ pasando por estos pagos. Me encontr¨¦ con un auditorio ansioso de enterarse de cosas de este pa¨ªs. Un auditorio que en su mitad dominaba el espa?ol -dato: ninguno de ellos lo hab¨ªa aprendido en el Instituto Cervantes, sino en universidades suecas- y que segu¨ªa la charla con gran vivacidad, con sonrisas y carcajadas muy bien puestas; la labor de los traductores -para la otra mitad- fue excelente. Se interesaron mucho por el Movimiento 15-M y su futuro, sobre el que mi moderadora, la estupenda Ellinor, moderadora, me incit¨® a hablar. Tengo mucho que agradecerle, as¨ª como a Anneli; siempre hay mujeres. Y se quedaron de piedra cuando les hice un somero resumen de los recortes que estamos sufriendo.
Pero lo mejor sucedi¨® cuando, finalizada la charla, me qued¨¦ con mi cuerpo de lectora, y mis manos volaron hacia los estantes y las mesas y las paredes y las cestas y los montones: s¨ª, libros en montones, libros en todas partes, arriba y abajo, a lo ancho y a lo largo, libros como peces en un mercado o como frutas. Madre m¨ªa. La mayor¨ªa pertenec¨ªan a idiomas que no conozco y que no puedo leer, de modo que lo que me arrojaba sobre ellos era la sensualidad. El placer de la vista, el cosquilleo en los dedos -tocarlos, dejar que me sintieran-, y la excitaci¨®n que produce la curiosidad. El descubrimiento de ilustraciones exquisitas, de atrevidos formatos.
Luego de eso, un paseo por la ciudad y una melanc¨®lica reflexi¨®n, a modo de escu¨¢lido consuelo: menos mal que nosotros tenemos buen clima.
www.marujatorres.com
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