Un caso ce?ido a la previsi¨®n cient¨ªfica
En la madrugada del 10 de octubre de 2011 cesaron bruscamente los terremotos que ven¨ªan ocurriendo en El Hierro desde mediados de julio, registrados con gran precisi¨®n por el Instituto Geogr¨¢fico Nacional (IGN). Los temblores fueron sustituidos por tremor volc¨¢nico, una se?al s¨ªsmica de muy largo periodo, caracter¨ªstica del paso de magma por un conducto eruptivo. A media ma?ana comenzaron a difundirse noticias sobre una posible erupci¨®n submarina a 8-10 kil¨®metros al sur de la isla y a unos 1.000 metros de profundidad, que se confirm¨® horas m¨¢s tarde.
Esta erupci¨®n submarina ha sido la culminaci¨®n de un proceso de casi tres meses, cuando una bolsa de magma se emplaz¨® en la base de la corteza oce¨¢nica. Desde entonces emigr¨® hacia el sur manteniendo la profundidad hipocentral, buscando una zona propicia para salir a la superficie. En esa migraci¨®n conect¨® finalmente con una de las dorsales de la isla, la Dorsal Sur, que tiene una espectacular prolongaci¨®n submarina de unos 40 kil¨®metros de longitud, alcanzando 3.200 metros de profundidad.
Esta dorsal o rift submarino, donde se han localizado buena parte de las erupciones recientes de El Hierro, constituye una zona de mayor debilidad cortical, por las inyecciones de magma asociadas a erupciones previas y, posiblemente, la permanencia de una memoria t¨¦rmica, lo que habr¨ªa permitido, finalmente, la relativamente r¨¢pida salida del magma a la superficie, en este caso en el flanco submarino del rift.
El Hierro, con poco m¨¢s de un mill¨®n de a?os, es la isla m¨¢s joven de las Canarias. Situada, junto a la La Palma, en el extremo occidental del archipi¨¦lago, descansa sobre un fondo oce¨¢nico de entre 3.500 y 4.000 metros de profundidad. Una erupci¨®n submarina no es excepcional en islas oce¨¢nicas como las Canarias, sino todo lo contrario; abundan m¨¢s las erupciones submarinas que las suba¨¦reas, hecho por otra parte l¨®gico teniendo en cuenta que la parte submarina de estas islas supone alrededor de un 90% del volumen total.
El Hierro no tiene volcanismo hist¨®rico, que s¨ª existe en La Palma, Tenerife e incluso Lanzarote. En 1793 terremotos de considerable magnitud sacudieron la isla de El Hierro entre el 27 de marzo y el 15 de junio, provocando gran temor en la poblaci¨®n.
Temi¨¦ndose una gran cat¨¢strofe (erupci¨®n volc¨¢nica), se lleg¨® incluso a elaborar el primer plan de evacuaci¨®n de una isla en la historia de Canarias. Los temblores de mayor intensidad se registraron en la zona de El Golfo y se extendieron luego a toda la isla. A partir del 8 de mayo fueron de tal intensidad que la poblaci¨®n abandon¨® sus casas y dorm¨ªa al raso. Esperaban una gran erupci¨®n. El epicentro volvi¨® a localizarse en El Golfo a partir del 15 de junio, produci¨¦ndose desplomes y afectando a algunas casas. Finalmente, fueron decreciendo en intensidad hasta desaparecer y volver la isla a la normalidad, sin que se llegara a producirse la erupci¨®n, o ¨¦sta fue submarina, como en este caso, y sin otra consecuencia apreciable que los terremotos.
La cr¨®nica de Dacio Darias Padr¨®n (1929) sobre esta crisis s¨ªsmica no alude a una erupci¨®n, sino m¨¢s bien al contrario, al indicar que las medidas planificadas se hubieran implementado "si el vulcanismo hubiera destruido la isla azotada", sugiriendo que la erupci¨®n no lleg¨® a producirse.
Si observamos la pauta seguida por los terremotos, la mayor¨ªa insignificantes por su riesgo, pero muy ¨²tiles para seguir la evoluci¨®n del fen¨®meno, vemos que se localizan inicialmente al norte de la isla y en la cuenca de El Golfo. Posteriormente aumentan paulatinamente su magnitud al tiempo que emigran hacia el sur, emplaz¨¢ndose en la zona de El Julan y el Mar de Las Calmas, con una tendencia a desviarse a¨²n m¨¢s hacia mar adentro y hacia la Dorsal Sur.
M¨¢s ilustrativa a¨²n es la visi¨®n de la profundidad de estos se¨ªsmos Teniendo en cuenta que la base de la corteza oce¨¢nica est¨¢ a una profundidad de unos 10-12 kil¨®metros, la mayor¨ªa de los epicentros se concentra inicialmente en esa interfase, sin acercarse hacia la superficie. Por el contrario, con el paso del tiempo los focos s¨ªsmicos ganan en profundidad y se desplazan lateralmente en direcci¨®n sur.
Este comportamiento parece sugerir que la bolsa de magma asciende y choca con la base de la corteza oce¨¢nica, donde se acumula y expande en forma de cabeza de champi?¨®n. Este fen¨®meno puede ser debido al contraste de densidad existente entre el manto y la corteza, de forma que el magma surgido en el manto queda atrapado en la base de la corteza oce¨¢nica, ya que ¨¦sta presenta una densidad similar o ligeramente inferior a la suya. La subsiguiente presi¨®n ascendente del magma abomba la corteza generando los sismos y provocando la hinchaz¨®n en la superficie a medida con GPS y que ha rondado los 40 mm en la vertical.
Esta erupci¨®n se ha ce?ido a las previsiones cient¨ªficas. Se produce en la isla m¨¢s joven, actualmente en la vertical de la anomal¨ªa t¨¦rmica del manto que ha generado el archipi¨¦lago, correspondiendo la mayor probabilidad de ocurrencia a las islas de El Hierro y La Palma. Es submarina, lo que est¨¢ en consonancia con el mayor volumen submarino de las islas, y se ha localizado en uno de los rifts activos, estructuras de enorme inter¨¦s volcanol¨®gico porque estructuran y dan forma a las islas, concentran las erupciones y, por tanto, el riesgo eruptivo, y son responsables, en escalas de cientos de miles de a?os, de provocar deslizamientos gravitatorios masivos.
Mientras la erupci¨®n se mantenga a profundidades de unos 1.000 metros o m¨¢s seguir¨¢ siendo inocua. Sin embargo, un escenario menos favorable ser¨ªa la propagaci¨®n de la erupci¨®n hacia la costa, donde est¨¢ La Restinga. Aprovechando la estructura lineal de la Dorsal Sur, el magma podr¨ªa propagarse hacia la costa como un cuchillo entre las hojas de un libro, abriendo alguna boca eruptiva a menor profundidad y con perspectivas de una mayor explosividad. Previendo este escenario de mayor riesgo las autoridades han procedido a la evacuaci¨®n preventiva de La Restinga.
Juan Carlos Carracedo, Francisco Jos¨¦ P¨¦rez-Torrado, Alejandro Rodr¨ªguez-Gonz¨¢lez, grupo de investigaci¨®n GEOVOL de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez-Turiel, Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera, CSIC. Valent¨ªn Troll, departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Uppsala, Suecia. Sebastian Wiesmaier, departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad Ludwig-Maximilians de M¨²nich.
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