Tarea de desvelamiento

La de la pintura es, en el hacer de Carlos Franco, una tarea de desvelamiento, un proceso de indagaci¨®n que va del impulso intuitivo a la conciencia, de la mancha a la revelaci¨®n de la imagen y el motivo que esta impone, y un espejo, finalmente, donde la contemplaci¨®n de la propia efigie inconsciente que esta revela al pintor hace aflorar, en ¨²ltimo t¨¦rmino, su sentido. Un proceso, insisto, ante todo, donde el cuadro resulta ser, a la postre, apenas un instante de retenci¨®n ocasional, al modo que lo es un fotograma con relaci¨®n a la secuencia f¨ªlmica a la que pertenece. Algo que, en el contexto de esta muy notable exposici¨®n, queda bien patente, entre otros, en el caso del impactante pol¨ªptico que cierra la visi¨®n frontal de la sala principal, integrado por la disposici¨®n, tambi¨¦n secuencial al modo de una pel¨ªcula, de las variaciones sobre el fondo serigrafiado de una escena de Hermes y Afrodita.

Primac¨ªa del proceso, donde cobra su plena y pertinente necesidad la pulsi¨®n experimental que viene impregnando la estrategia del Carlos Franco pintor desde mediados de la d¨¦cada de los noventa. Iniciada entonces con el empleo de tintas fosforescentes y soportes de plancha de aluminio que confer¨ªan a las tentativas tempranas una resonancia algo agria, se resuelve hoy en una ecuaci¨®n, de lejos, mucho m¨¢s sofisticada y compleja, que incorpora, en esa dimensi¨®n extendida de los medios pict¨®ricos, componentes calcogr¨¢ficos -como ya indicaba en el caso del pol¨ªptico citado- junto al escaneado del ¨®leo y su manipulaci¨®n e impresi¨®n digitales o el rescate incluso de t¨¦cnicas ancestrales, como el empleo del pan de oro en el esplendoroso icono que el artista ha titulado Puerta de Ox¨²m.

Voluntad de riesgo, el de este enrevesado mestizaje de recursos, que el Franco reciente desdobla a su vez, en el terreno crom¨¢tico, con otro doble envite. De un lado, la puesta en valor del negro en tanto que color, y no concebido como su ausencia, que en telas como Mercurio cosechando o La pompa de oro despierta registros memorables; del otro, en perfecta simetr¨ªa, la imposici¨®n del propio blanco de la tela, como color y espacio esc¨¦nico a su vez.

En fin, una exposici¨®n de gran talla, que sedimenta un proceso gestado por el artista madrile?o en el curso de los cuatro ¨²ltimos a?os, y donde la tarea de desvelamiento hace emerger una intrincada trama de configuraci¨®n aleg¨®rica que entreteje tanto referentes pict¨®ricos como literarios, en la "vereda entreverada" por ese sincretismo mitol¨®gico que nutre, en clave de pura magia, la po¨¦tica visionaria de Carlos Franco.