M¨¢s que una novela negra
"Por favor, que no se trate de un loco. Por favor, que sea un individuo normal el que los mat¨®, por un motivo plausible", reflexiona angustiado el comisario Steve Carella, al frente de la 87th Precint, personaje central en la serie policiaca de Ed McBain, el gran maestro del procedimiento judicial (police procedural). En sus novelas, construidas con una minuciosa carga realista, McBain (tambi¨¦n llamado Evan Hunter) siempre fue cuidadoso al explicar c¨®mo trabajan los polic¨ªas de verdad y por qu¨¦ se cometen los cr¨ªmenes en una sociedad cambiante.
C¨®mo y por qu¨¦. El m¨¦todo de investigaci¨®n y el m¨®vil del crimen. Estas siguen siendo las dos grandes inc¨®gnitas del caso Polop, el origen de todas las preguntas sin respuesta frente al asesinato a tiros de Alejandro Ponsoda, alcalde de una bella poblaci¨®n autodenominada en otro tiempo la novia de la Marina Baixa. ?Por qu¨¦ ejecutaron a Ponsoda de un modo tan profesional, fr¨ªo y despiadado? ?Qui¨¦nes le arrebataron la vida y le quitaron "todo lo que era y todo lo que habr¨ªa podido ser", que dir¨ªa el asesino crepuscular William Munny? ?C¨®mo es posible que, en cuatro a?os, el caso se haya venido abajo?
"C¨®mo y por qu¨¦. Estas siguen siendo las dos grandes inc¨®gnitas del 'caso Polop"
En una novela policiaca la trama avanza hacia la soluci¨®n final del enigma. En la vida real no.
Ha pasado demasiado tiempo desde aquel 19 de octubre de 2007 en que al menos dos desconocidos (el cuerpo recibi¨® proyectiles disparados por dos pistolas) acribillaron al alcalde Ponsoda en la puerta de su domicilio, en la pedan¨ªa de Xirles, un lugar tan sereno que cuando paseas por ¨¦l tienes la sensaci¨®n de estar invadiendo la intimidad de otros. Pero, ?qu¨¦ se oculta bajo la superficie de un crimen que parece cometido fuera de contexto, en un paisaje lleno de belleza, cantado casi obsesivamente por Gabriel Mir¨®? Podredumbre, veneno, negocios oscuros, odio, intereses mezquinos... como en la mejor novela de Dashiell Hammett: Polop-Poisonville. Un panorama de dinero r¨¢pido, de corrupci¨®n urban¨ªstica, legalizaci¨®n masiva de chal¨¦s en terreno r¨²stico, parcela a parcela si es preciso; buscavidas que trafican con todo lo que pueden, drogas, prostituci¨®n, odios personales, depredadores de andar por casa.
A pocos escritores hammettianos se les hubiera ocurrido escribir un argumento semejante: Un concejal de urbanismo de un peque?o pueblo paradis¨ªaco, que antes fue director de una caja de ahorros, est¨¢ enfrentado por negocios urban¨ªsticos y odios personales con el alcalde de su mismo partido, que fue su padrino pol¨ªtico en otro tiempo. El concejal decide acabar con ¨¦l. Una noche, en un reservado del puticlub que frecuentaba cerca de Benidorm, de nombre Mesalina, se re¨²ne con cinco personas: el due?o del establecimiento, su lugarteniente, un oscuro empresario zapatero y un antiguo mercenario portugu¨¦s con experiencia en matar, a quien el concejal de urbanismo ofrece la liquidaci¨®n del alcalde. El mercenario no acepta, pero le pone en contacto con dos asesinos checos que, en una reuni¨®n posterior en el Mesalina, asumen el encargo por 50.000 euros. Queda la cuesti¨®n de las armas. No hay problema. Los checos contactan con un delincuente afincado en Finestrat, con antecedentes por tr¨¢fico de drogas y tenencia il¨ªcita de armas, que se encontraba en libertad provisional pendiente de juicio, tras ser sorprendido en Albatera con su coche cargado de pistolas y escopetas. ?l les proporciona dos pistolas manipuladas y de peque?o calibre, imposible de identificar, con las que se perpetrar¨ªa el asesinato. D¨ªas m¨¢s tarde, los dos pistoleros esperan al alcalde en la puerta de su casa y cuando le ven bajar del coche lo acribillan tiro a tiro. La v¨ªctima tardar¨ªa ocho d¨ªas en ser cad¨¢ver.
Al cabo de un tiempo, el mercenario portugu¨¦s se convirti¨® en testigo protegido y comenzaron las primeras detenciones. El concejal conspirador llevaba ya dos a?os como alcalde, en el puesto de su v¨ªctima, cuando comenzaron las primeras detenciones. Cuando su nombre empez¨® a ser pronunciado, sal¨ªa al paso ante las c¨¢maras de televisi¨®n con exabruptos como: "No conozco a estos se?ores y jam¨¢s he estado con ellos en un club. Por Dios, la pregunta ofende". Y cuando estaban a punto de detenerlo lleg¨® a jactarse: "?Me veis con miedo?".
Lo ocurrido con la cansina investigaci¨®n del caso Polop tampoco hubiera encajado en la mec¨¢nica narrativa de un novelista especializado en g¨¦nero negro. En cualquier ficci¨®n literaria, la narraci¨®n es orden, causa-efecto, un acontecimiento conduce inexorablemente al siguiente. Por el contrario, la realidad es desorden, dispersi¨®n. En una novela policiaca la trama avanza inexorablemente hacia la soluci¨®n final del enigma. En la vida real no ocurre as¨ª.
La realidad se parece m¨¢s al mosaico que ofrece The Wire, donde conseguir resultados en una investigaci¨®n policial depende del compromiso y la actuaci¨®n individual de cada persona, y no del funcionamiento de la maquinaria burocr¨¢tica policial y judicial, lenta y torpe en su funcionamiento org¨¢nico. Claro que a veces, en esta actividad individual, se obtienen resultados contrarios a los objetivos perseguidos.
Los ingredientes del caso Polop son propios de una novela negra moderna. En cuanto ara?as la superficie e indagas m¨¢s all¨¢ de la apariencia de las cosas, aparece el pozo negro de la verdad m¨¢s sucia: corrupci¨®n, intereses sombr¨ªos en la recalificaci¨®n de terrenos, utilizaci¨®n fraudulenta de los cargos p¨²blicos, asesinos a sueldo de pa¨ªses del Este, narcotraficantes con piel de empresarios, mercenarios confidentes dispuestos a todos para salvar el pellejo, prostituci¨®n organizada, odios pol¨ªticos y personales; hipocres¨ªa... Tambi¨¦n el silencio general ante el crimen, desencadenado en una peque?a colectividad donde nadie sabe ni vio nada, con esa omert¨¢ de quienes tienen algo que ocultar siempre...
Solo ingredientes. Si el caso Polop se convirtiera en una ficci¨®n criminal cl¨¢sica, tendr¨ªamos un H¨¦rcules Poirot de la Guardia Civil capaz de descubrir toda la verdad, encarcelar a los culpables y garantizar que los vecinos suspirar¨ªan aliviados. La verdad literaria brillar¨ªa a lo largo de la investigaci¨®n, p¨¢gina a p¨¢gina. Si fuera una novela negra, a trav¨¦s de esa investigaci¨®n se explicar¨ªan los hilos que mueven a los personajillos de esta trama, se alzar¨ªa por encima de su propia mediocridad para explicarnos c¨®mo funcionan los mecanismos reales del poder, o c¨®mo, parafraseando a Balzac, detr¨¢s de cada fortuna se oculta un crimen.
Los buenos novelistas policiacos, en sus desvelos para construir tramas cre¨ªbles y contar historias veros¨ªmiles y documentadas, tratan de respetar escrupulosamente el procedimiento de la investigaci¨®n, cada dato, cada paso. Pero estamos en el mundo real. Y aqu¨ª, si no te das prisa y tienes todos los cabos bien atados, la verdad se te escapar¨¢ de las manos como agua entre los dedos y los culpables brindar¨¢n su ¨¦xito como si hubieran ejecutado el crimen perfecto.
La juez del caso ha sobrese¨ªdo la trama urban¨ªstica descubierta por la Guardia Civil. ?Por qu¨¦ fue asesinado Alejandro Ponsoda? El crimen de Polop se ha quedado sin motivo s¨®lido, sin m¨®vil. ?Pobre Ed McBain! ?Y qui¨¦nes ejecutaron el crimen? Los supuestos sicarios checos est¨¢n en libertad, fuera de la causa. No hay autores materiales, ni armas, ni testigos que aporten datos fiables. ?Qu¨¦ ha ocurrido para que cuatro a?os m¨¢s tarde nos encontremos en la antesala de un crimen impune? Apenas queda la sombra de una conspiraci¨®n que se diluye en la bruma de la realidad, para convertirse en un argumento de novela negra donde el mal siempre se sale con la suya.
Mariano S¨¢nchez Soler es periodista y escritor.
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