El arte de las primarias
El autor considera que el Partido Socialista Franc¨¦s se ha superado a s¨ª mismo y se est¨¢ transformando en un foro de sensibilidades e ideas que recuerdan a la maquinaria democr¨¢tica que produjo a Obama
Es m¨¢s que un ¨¦xito. Es una conmoci¨®n. Incluso una revoluci¨®n. Y es una revoluci¨®n, teng¨¢moslo en cuenta, en la pr¨¢ctica de nuestras instituciones. Estas primarias de las que todos desconfiaban, estas primarias de las que, al principio, nadie comprend¨ªa nada, en las que nadie cre¨ªa, estas primarias abiertas, s¨ª, abiertas, cuyo principio y cuya necesidad expusimos -a fines de agosto de 2009, despu¨¦s que lo hiciera la fundaci¨®n Terra Nova- en un llamamiento publicado por Lib¨¦ration, pues bien, estas primarias han sido un triunfo, se han convertido en algo insoslayable, hasta el punto de que resulta dif¨ªcil imaginar que, de aqu¨ª en adelante, unas elecciones presidenciales puedan prescindir de ellas. Una revoluci¨®n institucional, en efecto. Un descubrimiento democr¨¢tico. Un hermoso momento republicano.
?La izquierda se americaniza? Pues s¨ª. El partido socialista se ha convertido en un partido de masas
Propongo que en caso de vencer en mayo de 2012, el ganador de esta segunda vuelta nombre al otro primer ministro
?La izquierda se americaniza? Pues s¨ª, se?ores. El partido socialista, que era un partido de militantes, se ha convertido en un partido de masas. Antes se asfixiaba con sus doscientos mil afiliados; ahora respira con sus dos millones y medio de votantes. Era un aparato moribundo; un gran cuerpo enfermo, v¨ªctima de la otra "enfermedad de la piedra" que le diagnosticara August Bebel hace un siglo a la socialdemocracia alemana. Era ese gran "cad¨¢ver ca¨ªdo de espaldas" del que Sartre se burlaba en su prefacio a Ad¨¦n, Arabia. Pero, super¨¢ndose a s¨ª mismo, rompiendo sus propias fronteras, arremetiendo contra sus cuarteles generales apolillados y marrulleros, abri¨¦ndose, se ha transformado en un gran escenario, en un foro de sensibilidades e ideas que recuerdan m¨¢s a la maquinaria democr¨¢tica que produjo a Obama que a los santuarios de elefantes que engendraron los congresos de Reims o ?pinay. Revoluci¨®n, una vez m¨¢s. Entrada en el siglo XXI. Por fin.
La buena noticia es Martine Aubry. Recta. Valiente. Aguerrida, pero no agresiva. Tenaz, pero no demagoga. Ha desmentido a aquellos -y eran legi¨®n- que ya la ve¨ªan hundida, enterrada bajo los sondeos, merkelizada. ?Una mujer, presidenta de la Rep¨²blica? ?El fin, por fin, de la ley s¨¢lica? So?emos.
La mala noticia es S¨¦gol¨¨ne Royal. La otra mujer. La mujer de antes. Aquella que quer¨ªa ser reina y a la que, no hace mucho, defend¨ª con tanto ardor. La pasi¨®n pol¨ªtica puede ser la m¨¢s baja de las pasiones. Y, como se expresa en p¨²blico y toma al p¨²blico por testigo, puede ser tambi¨¦n la m¨¢s cruel, la m¨¢s fat¨ªdica. Las l¨¢grimas de S¨¦gol¨¨ne. Esa unci¨®n que se retira, como la sangre de un rostro. ?Muerte en directo? ?Encanto perdido? ?O futuro icono?
El otro tema de tristeza es, por supuesto, Dominique Strauss-Kahn. Esa extra?a barba, a la entrada del colegio electoral de Sarcelles. Ese aire de sombra de s¨ª mismo que, para todos los que creyeron y siguen creyendo que era, de lejos, el mejor, fue la mancha que empa?¨® una brillante jornada. Pero ?cu¨¢ntos ¨¦ramos los que nos acord¨¢bamos de eso? ?Cu¨¢ntos los que permanec¨ªamos desconsolados ante un lapsus biogr¨¢fico sin igual? ?Acaso la fulminante velocidad con la que el Moloch de la opini¨®n p¨²blica ha engullido, digerido y olvidado el "affaire DSK" -que, despu¨¦s de todo, quedar¨¢ sin efecto- no es una de las paradojas de este tiempo? La democracia ha salido airosa. El esp¨ªritu de justicia, no.
La palma de la dignidad le corresponde a Manuel Valls, que, de inmediato, sin evasivas ni maniobras, dio sus consignas para la segunda vuelta. El verdadero sabor de las primarias. Un aire de revoluci¨®n en marcha.
El tema de inquietud es Montebourg. Lo conozco. Aprecio su rectitud, su proceder y, tambi¨¦n, su incombustible energ¨ªa. Pero ?qu¨¦ har¨¢ de su victoria? ?Ad¨®nde ir¨¢? ?Y cu¨¢l ser¨¢ su destino pol¨ªtico? Todav¨ªa puede ser uno de los renovadores de la izquierda. Pero tambi¨¦n puede convertirse en otro Chev¨¨nement. O en un Jos¨¦ Bove urbano. El hombre de un soberanismo de nuevo cu?o, reciclado, pero no menos tr¨¢gicamente populista y regresivo que el de antes. Me lo puedo imaginar en 2017: en plena crisis del euro, o de lo que queda de ¨¦l, est¨¢ frente a una nueva Angela Merkel. ?C¨®mo dir¨¢ "desglobalizaci¨®n" en alem¨¢n?
Hollande, fiel a s¨ª mismo, con su f¨ªsico de Andy Garc¨ªa y sus gestos mitterrandescos (esa forma, cuando estallan los aplausos durante los m¨ªtines, de apartar el micr¨®fono con el dorso de la mano, en un adem¨¢n de impaciencia estudiado y t¨ªpicamente mitterrandesco). Arrastrado por el acontecimiento, Hollande. Digno. En su l¨ªnea. Nada que decir.
El problema, ahora, es el cuerpo a cuerpo de la segunda vuelta y las cicatrices que dejar¨¢. Tengo una sugerencia. Es una sugerencia muy simple, pero que har¨ªa que nuestras primarias a la francesa enriqueciesen el proceso con una variante in¨¦dita. Propongo que, ma?ana mismo, antes de que empiece el debate fraterno y, posiblemente, fratricida, los dos finalistas hagan, juntos, con una ¨²nica voz, la siguiente declaraci¨®n: uno de nosotros ganar¨¢. Tal vez, uno de los dos entre en el El¨ªseo dentro de siete meses. Pues bien, nos comprometemos desde ahora mismo a que, en caso de vencer tambi¨¦n en mayo de 2012, el triunfador o triunfadora de hoy propondr¨¢ al perdedor el puesto de primer ministro, primer colaborador, o lugarteniente, poco importa el nombre, solo cuenta el gesto que desactivar¨ªa la m¨¢quina de las discordias. El arte de las escaramuzas mort¨ªferas saldr¨ªa perdiendo. Pero la izquierda y Francia ganar¨ªan. -
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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