Angustiosa desaparici¨®n de Ruth y Jos¨¦
El padre sostiene a machamartillo que perdi¨® a los ni?os en un parque de C¨®rdoba. Un amigo afirma que estaba muy afectado por la separaci¨®n de su esposa. Quince polic¨ªas se dedican en exclusiva a aclarar el caso
Es posible que un hombre pierda a sus dos hijos en un parque de C¨®rdoba? Es posible. Eso es lo que repite una y otra vez Jos¨¦ Bret¨®n G¨®mez, el padre de los chiquillos. A la polic¨ªa no le encaja esa versi¨®n, pero por el momento tampoco tiene pruebas de que mienta. Una semana despu¨¦s de la misteriosa desaparici¨®n de Ruth, de seis a?os, y Jos¨¦, de dos, no hay la menor pista de su paradero. El paso de las horas ahonda los temores. Los interrogatorios al padre, exsoldado en Bosnia, no han arrojado ninguna luz. "Cuando me quise dar cuenta, los ni?os hab¨ªan desaparecido", sostiene a machamartillo. "Lamentablemente no tenemos ninguna pista", admite un mando policial.
Jos¨¦ Bret¨®n, el padre, es el mediano de una familia de tres hermanos (la mayor, Catalina; el menor, Rafael). Estudi¨® en el colegio de los trinitarios de C¨®rdoba, pero dej¨® los estudios colgados y se dedic¨® a ayudar a su padre en el cultivo de un campo de naranjos que posee a las afueras de la capital cordobesa. M¨¢s tarde se enrol¨® en el Ej¨¦rcito y estuvo destinado en torno a 1990 en Bosnia, donde vio en vivo y en directo muchos de los horrores de la guerra de la ex-Yugoslavia. Un amigo del barrio donde reside recuerda que a su regreso a C¨®rdoba pens¨® opositar a la Guardia Civil, pero finalmente ni siquiera curs¨® la solicitud porque no daba la talla exigida.
El progenitor estaba muy afectado desde que hace un mes se separ¨® de su esposa, seg¨²n se?alan sus amigos
"Pepe me llam¨® el mi¨¦rcoles y me dijo: 'Ayudarme a encontrar a mis hijos", dice Rafael, un amigo del padre
M¨¢s tarde conoci¨® a Ruth Ortiz, una chica de Huelva, en una fiesta organizada por la Facultad de Veterinaria de C¨®rdoba, donde ella estudiaba esa carrera. Se casaron y vivieron en C¨®rdoba, Almer¨ªa y Huelva. Hace seis a?os engendraron a Ruth- y m¨¢s tarde al peque?o Jos¨¦. El padre trabajaba de conductor de camiones y ambulancia, hasta que hace unos meses se qued¨® en paro a sus 38 a?os. Y ah¨ª, seg¨²n fuentes de su entorno familiar, empezaron los problemas.
La madre trabajaba en casa -dos ni?os peque?os requieren muchas atenciones- y fuera de casa para sacar adelante a la familia. Pasaban los meses y Jos¨¦ segu¨ªa sin encontrar empleo. Eso empez¨® a originar fricciones en la pareja. Hace un mes, la crisis matrimonial se agudiz¨® hasta el extremo de que los amigos supieron que la situaci¨®n estaba a punto de estallar. "Yo habl¨¦ con ellos y les dije que se lo pensaran y que meditaran antes de dar un paso tan grave como la ruptura", recuerda un vecino.
Sin embargo, la convivencia de la pareja se hab¨ªa deteriorado hasta tal extremo que hace un mes decidieron tirar cada uno por su lado. Todav¨ªa no hab¨ªan iniciado ning¨²n proceso de separaci¨®n ni de divorcio. De mutuo acuerdo, hab¨ªan decidido que los ni?os se quedaran a vivir con la madre en Huelva y que el padre se har¨ªa cargo de ellos durante los fines de semana.
El viernes de la semana pasada, Jos¨¦ recogi¨® a los chiquillos a las puertas del colegio Federico Garc¨ªa Lorca de la capital onubense. Se trasladaron por carretera a C¨®rdoba y pasaron la noche en casa de los abuelos paternos, en la calle de Don Carlos Romero. La tarde del s¨¢bado, tras almorzar con la familia, Jos¨¦ llev¨® a los ni?os al parque Cruz Conde. Y a partir de aqu¨ª comienza el enigma.
Bret¨®n telefone¨® poco despu¨¦s de las seis y media de esa tarde a la polic¨ªa asegurando que hab¨ªa perdido a sus hijos. Unas im¨¢genes captadas por una c¨¢mara de vigilancia recogen el momento en que ¨¦l se dirige a un guarda de una zona de juegos infantiles y le solicita ayuda. ?Pero c¨®mo es posible que un padre pueda descuidarse hasta el punto de perder de vista a sus propios hijos, unos ni?os tan indefensos y desvalidos? "Eso puede pasar. Uno puede quedarse en blanco si tiene un problema que le obsesiona. Y Pepe estaba, sin duda, muy obsesionado por su problema matrimonial", comenta su amigo y vecino Rafael Molina.
El pasado viernes, tres j¨®venes acudieron a la comisar¨ªa de C¨®rdoba para declarar que Jos¨¦ Bret¨®n les abord¨® sobre las seis y media de aquel s¨¢bado funesto para preguntarles si hab¨ªan visto a sus ni?os extraviados. Mario Gonz¨¢lez, uno de esos chicos, recuerda que Bret¨®n, que estaba "nervioso, p¨¢lido y con la cara desencajada", les explic¨® que hab¨ªa ido unos segundos a su coche y que en un abrir y cerrar de ojos hab¨ªa perdido a los chiquillos.
Ante esa situaci¨®n, el padre telefone¨® a la polic¨ªa. Es una de las dos llamadas -la otra fue hecha a un familiar en torno a la una de la tarde- que realiz¨® el d¨ªa de los hechos, seg¨²n han comprobado los investigadores. De modo que el rastro del tel¨¦fono, a falta de pesquisas y comprobaciones m¨¢s profundas, no ha aportado ninguna pista.
Las cuatro horas que median entre el almuerzo y el momento en que Bret¨®n dio la voz de alarma est¨¢n siendo desmenuzadas por el grupo especial, compuesto por 15 polic¨ªas, que se dedicar¨¢n en exclusiva a aclarar qu¨¦ ha pasado con Ruth y su hermanito. Y, sobre todo, a dar con su paradero, que es el objetivo prioritario. El jefe m¨¢ximo de las investigaciones es el comisario Seraf¨ªn Castro, responsable de la Unidad central de Violencia Especializada y Violenta (UDEV).
El padre, por ser la ¨²ltima persona que estaba con los cr¨ªos, ha prestado declaraci¨®n varias veces en calidad de denunciante y testigo. ?l mantiene indefectiblemente su versi¨®n, sin que los interrogadores hayan encontrado ninguna fisura. Tan solo algunas contradicciones. "No es sospechoso ni se le puede acusar de nada", advierte un mando policial. La familia reclama que no se le criminalice, puesto que no hay la menor base para ello.
La aparente frialdad de Bret¨®n ha contribuido quiz¨¢s a agrandar las sospechas en su contra. Hay a quien le extra?a que no haya aprovechado la enorme expectaci¨®n period¨ªstica para hacer un llamamiento al desalmado o los desalmados que tienen en su poder a los ni?os. No lo ha hecho. No se le ha visto derramar ninguna l¨¢grima o sollozar en las entradas o salidas de comisar¨ªa. No lo ha hecho. Al no haber actuado as¨ª, hay m¨¢s de uno que cree ver en eso algo m¨¢s de lo que en realidad hay. "Pepe es un hombre fr¨ªo y reservado. Yo no lo he visto llorar nunca", dice David, un viejo amigo, al que hace un mes le confi¨® la zozobra que le supon¨ªa su inexorable final con la madre de sus hijos.
"Es un tipo fr¨ªo, pero a veces ha preguntado por sus peque?os", apunta un polic¨ªa que le ha tenido cara a cara en alguno de los interrogatorios. "Les juro que Pepe me llam¨® el mi¨¦rcoles por la tarde y me dijo: 'Rafa, tienes que ayudarme a encontrar a mis hijos'. Y yo le he prometido que lo har¨¦", cuenta Rafael Molina, el viejo amigo de la familia.
Los encargados del caso no solo han contrastado la versi¨®n de Bret¨®n, sino que tambi¨¦n han rastreado a sus familiares. Todos est¨¢n localizados y ninguno ha hecho nada que pueda arrojar sobre ellos la menor sombra de duda. En los pr¨®ximos d¨ªas, los polic¨ªas ampliar¨¢n el c¨ªrculo a otras personas relacionadas de una u otra forma con los menores.
En las primeras horas de la desaparici¨®n de Ruth y Jos¨¦, la polic¨ªa lleg¨® a tomar muestras de los restos de una hoguera localizada en el naranjal de la familia Bret¨®n. Aparte de cenizas de papel, ropas y madera, la Polic¨ªa Cient¨ªfica ¨²nicamente encontr¨® huesos de animales.
Otra de las cosas que est¨¢n siendo estudiadas son las im¨¢genes captadas por las c¨¢maras de vigilancia del parque infantil al que el progenitor acudi¨® en busca de ayuda. Los agentes est¨¢n desmenuzando fotograma a fotograma para comprobar si en alguna de las im¨¢genes aparecen los peque?os o alguna persona ajena que pudiera haberlos raptado aprovechando el descuido de su padre.
A tenor de la quiebra conyugal entre Jos¨¦ y su esposa, los especialistas creyeron inicialmente que sus dos hijos pudieran estar siendo v¨ªctimas inocentes de esas fricciones. "No ser¨ªa la primera vez que los ni?os son utilizados como arma arrojadiza de una persona contra su c¨®nyuge. No es la primera vez que unos ni?os son secuestrados por uno de los c¨®nyuges como forma de castigar y torturar al otro", explica un especialista. Sin embargo, esa hip¨®tesis est¨¢ descartada por ahora, seg¨²n fuentes de la investigaci¨®n.
El enigma que rodea al asunto es de tal magnitud que la opini¨®n p¨²blica est¨¢ conmocionada. En C¨®rdoba es el principal tema de conversaci¨®n de los vecinos. En los bares se hace el silencio cuando la televisi¨®n da noticias de la desaparici¨®n de los ni?os. En la calle de Don Carlos Romero, domicilio de la familia Bret¨®n, hay apostados d¨ªa y noche equipos de televisi¨®n y fot¨®grafos, adem¨¢s de curiosos que acuden en tropel cada vez que oyen el ulular de las sirenas policiales.
Amigos de la familia han convocado diversas manifestaciones para pedir "la vuelta de Ruth y Jos¨¦ a casa", dando por supuesto que ambos est¨¢n vivos y retenidos por alguien. Nadie quiere imaginar, ni por un momento, en un desenlace m¨¢s tr¨¢gico. Pero en C¨®rdoba y Andaluc¨ªa est¨¢ muy reciente el asunto de la joven Marta del Castillo, la cual no ha vuelto a ser vista ni viva ni muerta desde enero de 2009 (el juicio contra los presuntos implicados en su desaparici¨®n comienza en Sevilla la pr¨®xima semana).
Como sucede siempre que se produce una desaparici¨®n o un secuestro, sobre todo si es de un ni?o, ya han comenzado a hacer su aparici¨®n p¨²blica videntes y personajes esot¨¦ricos que afirman tener pistas de la v¨ªctima. Uno de estos visionarios vaticina que los dos hermanitos est¨¢n en una casa, en poder de dos hombres y una mujer. "El caso est¨¢ complicado. Las investigaciones van para largo", pronostica un alto mando policial.
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