El inmovilismo como estrategia
En esta crisis o cambias voluntariamente o te cambian a la fuerza. Es lo bueno de la crisis, pero resulta evidente que a nuestras Diputaciones no les va lo del cambio y optan por el inmovilismo como estrategia.
Si hay alguna instituci¨®n vasca, junto con los microayuntamientos, que corra peligro en esta crisis esa es la Diputaci¨®n. Si pensamos en ahorrar, son las instituciones que m¨¢s gastan en temas ajenos a sus competencias y, si pensamos en ingresar, enseguida surge la conveniencia de romper con su monopolio actual en materia de impuestos e introducir a las instituciones comunes para mejorar la eficacia en la lucha contra el fraude y en la reforma fiscal.
La realidad aprieta: la recaudaci¨®n por tributos concertados del a?o 2011 apenas va a ser la misma que la hubo en el a?o 2005, por lo que m¨¢s pronto que tarde habr¨¢ que reformar la Administraci¨®n para acomodarla al nuevo nivel de ingresos. Eso exige simplificar nuestra fronda institucional, que con sus 251 Ayuntamientos, tres Diputaciones, un Gobierno vasco, una mir¨ªada de sociedades p¨²blicas y una Administraci¨®n central, acogota a este peque?o pa¨ªs de poco mas de dos millones de habitantes.
Las Diputaciones no quieren ni o¨ªr del informe que detecta numerosas duplicidades en el gasto
La presi¨®n de la crisis nos exige cambios profundos en la fiscalidad
Temerosas de ese cambio que intuyen va a venir, las Diputaciones no quieren ni o¨ªr nada del informe del Gobierno vasco que detecta numerosas duplicidades en el gasto p¨²blico. No es de extra?ar: saben que desde el comienzo de la autonom¨ªa, su estrategia fue la de ejercer de facto todas las competencias posibles, para lo que acudieron incluso a destruir todas las organizaciones municipales de nivel comarcal que le pudieran hacer sombra (?qui¨¦n se acuerda hoy del Gran Bilbao?), aprovech¨¢ndose de que el dinero del Concierto entraba primero en la caja de las Diputaciones y que no hab¨ªa un marco legal claro. La pelea de la LTH y la posterior escisi¨®n del PNV fueron algunas de los hitos de esa estrategia de las Diputaciones.
Hoy, cualquier reflexi¨®n sobre eficacia y austeridad de la Administraci¨®n llevar¨¢ a la conclusi¨®n de que las competencias de las Diputaciones deben ser reconducidas, mediante modificaci¨®n de la LTH, delimitando su ¨¢mbito competencial al per¨ªmetro garantizado por el Estatuto: el que ten¨ªa en 1979 la Diputaci¨®n de ?lava y nada m¨¢s. El resto de las competencias debe ser redistribuido, aplicando el principio de subsidiariedad y de eficacia, redirigi¨¦ndolas en su mayor¨ªa hacia los Ayuntamientos y las mancomunidades municipales.
Por eso las Diputaciones se oponen a la reforma legal de la LTH que propone el Gobierno vasco y que permite la presencia de pleno derecho de los municipios en el Consejo Vasco de Finanzas. Las Diputaciones saben que esa nueva presencia llevara inexorablemente a reducir su peso econ¨®mico dentro del entramado institucional y a perder competencias a favor de los Ayuntamientos: algo que, por otra parte, es de l¨®gica pura en unas Diputaciones que se dicen "forales", porque la esencia de una Diputaci¨®n foral es depender de los Ayuntamientos, como ocurr¨ªa hasta que se abolieron los fueros, y no que los Ayuntamientos dependan de la Diputaci¨®n, como ocurre ahora
Tambi¨¦n es desde esa filosof¨ªa inmovilista desde donde se explica la resistencia a asumir la propuesta del Gobierno vasco tendente a crear una pol¨ªtica com¨²n contra el fraude fiscal o una modificaci¨®n del sistema impositivo vasco. Nuestro sistema fiscal est¨¢ dise?ado para el supuesto de que las tres Diputaciones y el Gobierno vasco est¨¦n en manos de una misma fuerza pol¨ªtica, que el PNV cre¨ªa iba a ser la suya. Por eso no hay mecanismos reales de concertaci¨®n de voluntades pol¨ªticas y de discusi¨®n transparente (l¨¦ase Parlamento), sino que todo se f¨ªa al funcionamiento de oscuros organismos "paritarios" entre Gobierno y Diputaciones (el Consejo Vasco de Finanzas y el ?rgano de Coordinaci¨®n Tributaria) que ni se re¨²nen con asiduidad, ni tienen medios t¨¦cnicos para forjar soluciones meditadas, ni dan cuentas a nadie.
Cuando todos eran del PNV eso importaba poco: no hac¨ªan falta servicios t¨¦cnicos propios capaces de pensar en materia de impuestos, porque los cambios normativos de los impuestos los elaboraban lobbys externos -asociados a los empresarios- y las Diputaciones los presentaban como propios. Tampoco importaba que no hubiera mecanismo de toma de decisiones transparentes y eficaces, porque en ultima instancia las discrepancias las resolv¨ªa el EBB del PNV.
Pero esos mecanismos hoy ya no aguantan la presi¨®n de la crisis, que nos exige cambios profundos en la fiscalidad. Sin embargo, es casi imposible obtener mayor¨ªas suficientes en los ¨®rganos "paritarios" que deben decidirlos. Tampoco la soluci¨®n de llevar el problema al Parlamento vasco, por elevaci¨®n, parece muy eficaz, porque el Gobierno carece de una mayor¨ªa suficiente en el Parlamento. Entonces, ?qu¨¦ puede pasar? Pues me temo que una par¨¢lisis en la toma de decisiones o una pol¨ªtica de acuerdos de m¨ªnimos que sirva para maquillar el fracaso.
Ni lo uno ni lo otro sirve a estas alturas. Hasta ahora, el fuerte privilegio fiscal que supone el Concierto ha permitido sortear a nuestras instituciones la dureza de la crisis, pero la crisis va a seguir mucho m¨¢s larga y es de esperar que la situaci¨®n fiscal se har¨¢ insostenible, como ya empieza a sucederle a Navarra.
En ese momento, se tendr¨¢n que adoptar decisiones m¨¢s duras que las que hoy las Diputaciones se niegan a contemplar. Esperemos que el tiro les salga por la culata
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