Apunten la fecha
Les he dicho a mis j¨®venes alumnos que apunten esta fecha en sus cuadernos, que recuerden que fueron testigos del ¨²ltimo comunicado de ETA, de los ¨²ltimos encapuchados, de la ¨²ltima aparici¨®n del siniestro s¨ªmbolo de la serpiente y el hacha. Han crecido en un pa¨ªs en el que, junto al nombre de las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas, aprendieron el acr¨®nimo de la banda terrorista. Los que vengan despu¨¦s tendr¨¢n m¨¢s suerte: no ver¨¢n en su tierra m¨¢s bombas, ni v¨ªctimas, ni sangre en las calles. Tampoco tendr¨¢ que germinar en sus mentes el rencor ni la mancha del odio que envenena incluso el sue?o de los justos.
Han aplaudido con alegr¨ªa este final y han preguntado si ser¨¢ para siempre. "Esperemos que s¨ª", les he contestado porque el temor camina m¨¢s deprisa que la alegr¨ªa y no quiero que ninguna cautela nos prive de la felicidad de este d¨ªa. Tiene que ser para siempre por todo lo que decenas de expertos han argumentado en estas ¨²ltimas cuarenta y ocho horas pero tambi¨¦n porque su discurso est¨¢ muerto, acabado y obsoleto. Resultar¨ªa c¨®mico, si no fuese siniestro, esa aparici¨®n fantasmal, esas capuchas blanquecinas, esos gestos contundentes con que acompa?an un relato fracasado. Su aparici¨®n resulta anacr¨®nica como una vieja pel¨ªcula en blanco y negro. No hay quien pueda mantener, hoy en d¨ªa, que Euskadi es una tierra oprimida por un Estado represor. No hay quien pueda decir que la comunidad con mejor financiaci¨®n auton¨®mica, con menor paro, con mayor industrializaci¨®n sea la v¨ªctima de un Estado centralista. Y sobre todo, nada justifica defender las ideas independentistas con la pistola en el cinto y la cara cubierta.
Por eso sentimos una desbordante alegr¨ªa que nada ni nadie podr¨¢ empa?ar: ni ETA con su brutal olvido de las v¨ªctimas, ni los agoreros que anuncian nuevas cat¨¢strofes y que marchan hoy a contracorriente de una sociedad que sonr¨ªe ante las perspectivas de un futuro sin violencia. No es que seamos ingenuos, ni que hayamos bajado la guardia ante las artima?as de la banda armada, es que nos negamos a quedar presos del pasado, o a utilizar el dolor de las v¨ªctimas para inmovilizar a la sociedad. A fin de cuentas, el mejor homenaje que se puede tributar a los que perdieron su vida o su integridad f¨ªsica es haber vencido a la banda terrorista y haberlo hecho por m¨¦todos impecablemente democr¨¢ticos.
En toda la historia de su existencia no hay nada que haya fortalecido m¨¢s a la organizaci¨®n terrorista que el turbio episodio en que el Estado se enfang¨® en la guerra sucia y adopt¨® sus mismos m¨¦todos. Como a los fantasmas, la luz de la democracia los volatiliza, los disuelve -aunque el tiempo y el dolor hayan sido excesivos- mientras que las tinieblas son el elixir del que se alimentan.
El final de ETA es una liberaci¨®n para el conjunto de la sociedad espa?ola, y no digamos de la sociedad vasca, que ya puede respirar en libertad sin el cors¨¦ que la violencia impone. Alg¨²n d¨ªa se estudiar¨¢ el tremendo papel que jug¨® en la transici¨®n a la democracia dificultando el tr¨¢nsito a la libertad sembrando de muertos el camino y siendo la excusa perfecta para una involuci¨®n pol¨ªtica que, afortunadamente, fracas¨® en el golpe de Estado del 23-F. Durante d¨¦cadas ETA ha ocupado el foco de la acci¨®n pol¨ªtica, ha distra¨ªdo de los debates sociales m¨¢s importantes, ha impuesto su presencia obsesiva y ha dificultado todo tipo de procesos. En todos los casos ha sido el mejor aliado para las tesis m¨¢s involucionistas y reaccionarias. Por eso a algunos les va a costar asumir el panorama pol¨ªtico "postetarra". Se trata de los que utilizaron el terrorismo como tema de confrontaci¨®n pol¨ªtica, los que dividen a las v¨ªctimas y los que cimentaron sus carreras pol¨ªticas o sus negocios editoriales con la siembra desoladora de la sospecha. Pero la inmensa mayor¨ªa de la sociedad espa?ola siente una gran alegr¨ªa ante el final de la banda y no son bobos, simplemente saben reconocer las buenas noticias cuando se producen. Y es que, algunas veces, cuando todos nos empe?amos y aportamos nuestra colaboraci¨®n, los sue?os se cumplen.
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