La obscenidad est¨¢ en la mirada
En su libro El desnudo femenino, un excelente estudio sobre arte, obscenidad y sexualidad, Lynda Nead cita el informe de una comisi¨®n gubernamental de Estados Unidos sobre pornograf¨ªa (Comisi¨®n Meese, 1986): "La ausencia de fotograf¨ªas necesariamente produce un mensaje que parece necesitar para su asimilaci¨®n m¨¢s pensamiento real y menos acci¨®n refleja de la que precisa el m¨¢s t¨ªpico ejemplo fotogr¨¢fico. Siempre hay una diferencia entre leer un libro y mirar im¨¢genes". La comisi¨®n conclu¨ªa recomendando que la palabra escrita quedara exenta de toda censura o control legal en relaci¨®n con su posible car¨¢cter obsceno. No as¨ª, evidentemente, la imagen fotogr¨¢fica.
La conexi¨®n impl¨ªcita que se establec¨ªa en este informe entre pornograf¨ªa y fotograf¨ªa deriva claramente de algunas de las condiciones que consideramos inherentes al medio fotogr¨¢fico: de su realismo, que garantiza fidelidad y transparencia, y de la accesible y directa relaci¨®n que el espectador puede establecer con el contenido de la imagen. Estas condiciones est¨¢n en la base del natural e hist¨®rico v¨ªnculo entre voyerismo y fotograf¨ªa, una vinculaci¨®n que la exposici¨®n Observados. Voyeurismo y vigilancia a trav¨¦s de la c¨¢mara desde 1870 revisa en extenso a trav¨¦s de una selecci¨®n que comprende m¨¢s de 160 fotograf¨ªas y algunos v¨ªdeos. En la muestra que se puede visitar a partir del jueves 27, coproducida por el San Francisco Museum of Modern Art y la Tate Modern, est¨¢n presentes algunos de los nombres m¨¢s significativos de la historia de la fotograf¨ªa: desde cl¨¢sicos como Lewis Hine, Paul Strand, Brassa?, Man Ray, Weegee, Walker Evans o Cartier-Bresson hasta autores como Thomas Ruff, Philip Lorca diCorcia, Thomas Demand, Nobuyoshi Araki o Helmut Newton.
La pulsi¨®n de mirar, com¨²n tanto al fot¨®grafo como al espectador, se ve perfectamente canalizada, amplificada y expandida por la c¨¢mara
Una nota dominante, sin embargo, dentro de la selecci¨®n es el claro predominio de la fotograf¨ªa estadounidense, donde puede destacarse la presencia de un nutrido bloque de conocidos fot¨®grafos norteamericanos como Dorothea Lange, Robert Frank, Helen Levitt, Lee Friedlander, Richard Avedon, Garry Winogrand, Larry Clark, Nan Goldin o Robert Mapplethorpe, entre otros muchos.
La caracter¨ªstica m¨¢s destacable de esta exposici¨®n, no obstante, es el intento de establecer una mirada transversal sobre el tema, intentando abrir su campo de interpretaci¨®n m¨¢s all¨¢ de una serie de propuestas directamente relacionadas con el voyerismo. As¨ª, junto a la presencia de referentes claramente imprescindibles para la tem¨¢tica como ser¨ªan el trabajo de algunos paparazzi (Ron Galella, Tazio Secchiaroli o Marcello Geppetti), la inmersi¨®n de Susan Meiselas en el mundo del strip-tease (Carnival Strippers, 1973-1975), el trabajo en su conjunto de Miroslav Tich?, el acercamiento de Kohei Yoshiyuki a los mirones que acosan a las parejas en los parques de Tokio (The Park, 1971), la conocida serie de fotograf¨ªas que Merry Alpern tom¨® del prost¨ªbulo que hab¨ªa frente a las ventanas de su casa (Dirty Windows, 1994), o algunas de las im¨¢genes m¨¢s conocidas del fotoperiodismo del siglo XX (como la toma furtiva realizada en 1928 de una ejecuci¨®n en la silla el¨¦ctrica o la imagen registrada por Eddie Adams de la ejecuci¨®n de un prisionero del Vietcong en plena calle); tambi¨¦n se han seleccionado obras m¨¢s abiertas y perif¨¦ricas en relaci¨®n con el estricto medio fotogr¨¢fico como las de Bruce Nauman, Vito Acconci, Andy Warhol, Sophie Calle, Emily Jacir, Peter Piller o Harun Farocki. Autores estos ¨²ltimos que proceden a reinterpretar y apropiarse de mec¨¢nicas, est¨¦ticas o estrategias ligadas al voyerismo, la vigilancia, el control o el seguimiento. Completa el contenido de esta exposici¨®n la incorporaci¨®n de un buen n¨²mero de im¨¢genes an¨®nimas y otras procedentes de archivos, agencias de prensa y organismos gubernamentales.
Aunque el subt¨ªtulo de Observados abre dos grandes temas, el voyerismo y la vigilancia, es sobre todo el primero de ellos el que constituye el n¨²cleo y el grueso de la exposici¨®n. De los cinco grandes apartados en que se divide la muestra (El fot¨®grafo inadvertido, Voyerismo y deseo, Famosos y la mirada del p¨²blico, Testigos de la violencia y Vigilancia), cuatro trazan aproximaciones a diferentes perspectivas del primero, y s¨®lo uno de ellos aparece dedicado al segundo, la vigilancia. Es precisamente en el di¨¢logo entre esas cuatro secciones donde reside el principal acierto de esta propuesta. Aparecen definidos con claridad los dos grandes argumentos que alimentan el voyerismo, el sexo y la violencia; del mismo modo, se encuentra bien explicitado el doble impulso voyerista, tanto el que conduce al fot¨®grafo como el que alienta al espectador, y, finalmente, se apunta con claridad la compleja mezcla de curiosidad, indiscreci¨®n, placer y morbo que lo alienta.
Una de las tesis de la exposici¨®n es que la mirada invasiva, caracter¨ªstica esencial del voyerismo, forma parte de la mirada intr¨ªnseca de la fotograf¨ªa. Un tipo de mirada que, con muy diferentes aplicaciones y resultados, encontrar¨ªamos tanto en la "indiscreci¨®n comprometida" del fot¨®grafo social, cuando entra en la vida de los otros con el fin de sacar a la luz y denunciar determinadas situaciones o condiciones de vida, como en el extendido g¨¦nero de la fotograf¨ªa de calle o en el trabajo de un periodista gr¨¢fico o un paparazzo. Del mismo modo, un procedimiento como la c¨¢mara oculta puede servir al mismo tiempo, como muestra bien el di¨¢logo entre algunas de las obras de la exposici¨®n, para captar una exclusiva, para intentar preservar al m¨¢ximo la espontaneidad y la verdad del sujeto fotografiado, para espiar o para denunciar.
La pulsi¨®n de mirar, com¨²n tanto al fot¨®grafo como al espectador, se ve perfectamente canalizada, amplificada y expandida por la c¨¢mara a lo largo del siglo XX. Pero el deseo de ver se ve acompa?ado tambi¨¦n por la violencia del ver. El voyerismo, como en muchas ocasiones la propia fotograf¨ªa, transita por el filo de un complejo entramado de l¨ªmites: el l¨ªmite entre lo privado y lo p¨²blico, entre lo que puede ser visto y lo que no, entre la inocencia y la complicidad del sujeto, entre lo que es ¨¦tico y lo que no, entre lo que es as¨¦ptico y lo que resulta er¨®tico o violento, entre lo sugerido y lo explicitado, entre lo legal y lo ilegal. Pero ninguno de estos l¨ªmites es estable y mucho menos a lo largo del tiempo. Cambian las costumbres, se transforma la moral, se modifican las leyes y evoluciona la recepci¨®n y circulaci¨®n de las im¨¢genes fotogr¨¢ficas. El propio lenguaje fotogr¨¢fico puede modificar tambi¨¦n la naturaleza de una imagen, cargarla de sugerencia o llevarla de un lado a otro de estos l¨ªmites, a trav¨¦s de elementos como el encuadre, la fragmentaci¨®n, la distancia, la luz, la ocultaci¨®n parcial o el juego de miradas.
Hay algunos ejemplos interesantes de la inestabilidad de esos l¨ªmites dentro de la propia muestra. As¨ª ocurre con los trabajos de Nan Goldin y Larry Clark en los que la intrusi¨®n o la indiscreci¨®n se transforman en intimidad y complicidad, o con las fotograf¨ªas de los rostros de las mujeres argelinas realizadas en 1960 por Marc Garanger, cuando estaba destinado en Argelia, que pasaron de ser documentos de control e identificaci¨®n a convertirse con el tiempo en im¨¢genes de denuncia de una situaci¨®n. Como bien se?alaba Serge Tisseron en su libro El misterio de la c¨¢mara l¨²cida, el "espacio fluctuante" de la imagen entre diferentes l¨ªmites, especialmente entre lo p¨²blico y lo privado, "es tambi¨¦n, felizmente para los fot¨®grafos, un espacio de libertad. Aquello que sin m¨¢quina fotogr¨¢fica podr¨ªa ser voyerismo, gracias a la imagen capturada se convierte en una obra". En buena medida, y parafraseando de nuevo a Tisseron, esta exposici¨®n acierta al poner el acento, a trav¨¦s de las tem¨¢ticas del voyerismo y la vigilancia, en esa compleja e inestable funci¨®n de la fotograf¨ªa consistente en "revelar en nuestras sociedades aquello que suele mantenerse oculto... o lo que, para algunos deber¨ªa permanecer oculto". En este mismo sentido, y como sugiere el t¨ªtulo de la exposici¨®n, Observados, esta muestra parece invitarnos a repensar la historia del voyerismo y de la vigilancia, con el fin de abrir una v¨ªa de reflexi¨®n sobre nuestra condici¨®n actual de ciudadanos en el umbral de ser permanente y globalmente observados y controlados.
Observados. Voyeurismo y vigilancia a trav¨¦s de la c¨¢mara desde 1870. Fundaci¨®n Canal. Calle de Mateo Inurria, 2. Madrid. Desde el 27 de octubre hasta el 8 de enero de 2012.
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