Mujeres de rojos, vidas silenciadas
La Asociaci¨®n de Memoria Hist¨®rica de Almer¨ªa recupera del olvido a las 647 represaliadas durante el franquismo - Recibieron ataques f¨ªsicos y ps¨ªquicos
"Le dije que si me cortaba el pelo ya me crecer¨ªa y que el aceite de ricino era un purgante". Isabel Zamora, 98 a?os, no ten¨ªa miedo cuando se acercaba un guardia civil al servicio de Franco a su casa, pese a que en una ocasi¨®n, al entrar, le descubrieran cosiendo pantalones para los hombres a los que andaban buscando, todos anarquistas y perdedores en la Guerra Civil. A¨²n no sabe c¨®mo se libr¨® de la c¨¢rcel o de una muerte segura, al contrario de lo que les ocurri¨® a cerca de una decena de mujeres en Almer¨ªa. Otras 647 fueron represaliadas.
Durante varios d¨ªas la cruda vida de estas mujeres, su heroicidad y la tenacidad que emplearon para salir adelante se han puesto de relieve en las jornadas Mujer, guerra y posguerra en Almer¨ªa, organizadas por la Asociaci¨®n de Memoria Hist¨®rica Rocamar.
En la fosa de San Rafael est¨¢n los cuerpos de docenas de mujeres y beb¨¦s
"El tiro de gracia lo daban las mujeres de terratenientes", afirma Cuadrado
Eran las mujeres, hijas, sobrinas, hermanas o nietas de rojos. Otras, eran las propias rojas.
Josefa Collado explica en sus Memorias -escritos a bol¨ªgrafo que conserva su hija- que durante los tres a?os que estuvo en prisi¨®n, entre 1939 a 1942, no tuvo menstruaci¨®n y, seg¨²n los d¨ªas, no pod¨ªa dormir sobre el colch¨®n por las palizas que le propinaban. Al salir, su calvario continu¨®. Cada vez que consegu¨ªa un trabajo, la Guardia Civil lograba que la despidieran por roja. Una vez le pusieron una pistola en la sien mientras sosten¨ªa a su hijo de un mes. "Puse el rostro de mi hijo contra el m¨ªo y le dije: ?Por qu¨¦ no disparas ahora y matas dos p¨¢jaros de un tiro?".
Los beb¨¦s y las mujeres no supon¨ªan un obst¨¢culo para los agentes. Juan Gallo, comisario para la Memoria Hist¨®rica de Andaluc¨ªa, record¨® en Almer¨ªa que en la fosa de San Rafael (M¨¢laga) est¨¢n los cuerpos de docenas de mujeres y beb¨¦s que fueron asesinados y que en el bombardeo de Ja¨¦n murieron "m¨¢s personas que en Guernica", la mayor¨ªa mujeres y menores.
Las supervivientes fueron "soporte" de la familia en una ¨¦poca en la que eran vejadas, maltratadas y humilladas p¨²blicamente a diario. "Los falangistas rodeaban nuestra casa cada d¨ªa y, cuando sal¨ªamos, nos insultaban", recuerda Ana Mar¨ªa Moreno, de 83 a?os. Su padre fue un destacado socialista del municipio de G¨¦rgal y tuvo que huir. Estuvo en la sierra tres meses hasta su captura y traslado a la capital, al Ingenio. All¨ª le mataron, no sin antes arrancarle las u?as de las manos.
Su mujer, y madre de Ana Mar¨ªa, ten¨ªa seis hijos con edades comprendidas entre los 16 y los seis a?os. A la mayor le pusieron a barrer la iglesia, como escarnio, para publicitar su verg¨¹enza. "Nos libramos de que nos cortaran el pelo y nos dieran aceite de ricino porque el p¨¢rroco era t¨ªo nuestro".
Las mujeres, recuerda Martirio Tesoro, vicepresidenta de Rocamar, fueron represaliadas de manera diferente y a todas se las consideraban Mujeres de dudosa moral, como titula su libro la escritora y profesora Pura S¨¢nchez. Ellas ten¨ªan que ocuparse de la casa y los hijos, de conseguir dinero, ahorrar para ir a visitar a sus familiares a las c¨¢rceles y hasta de mendigar un aval para evitar la muerte de sus hombres y "todo sin recursos y estigmatizadas", destaca Tesoro.
"Nuestra vida era en silencio, con penalidades y penurias", traslada Mar¨ªa Villa Cuadrado, hija de preso pol¨ªtico y una de las 24 mujeres que han prestado su testimonio para el documental Las voces silenciadas, de David del ?guila y Alberto G¨®mez, producido por 29 Letras y estrenado en las jornadas.
El padre de Mar¨ªa Villa, de Dal¨ªas y miembro de Juventudes Socialistas Unificadas y de la UGT, pas¨® ocho a?os realizando trabajos de "semiesclavitud" en el canal del Guadalquivir. Su madre ten¨ªa 26 a?os y estaba embarazada. El ni?o muri¨® a los dos meses y su padre nunca lo conoci¨®.
Cuadrado critica la insolidaridad de otras mujeres con las sufridoras de su mismo sexo, as¨ª como su participaci¨®n en los actos m¨¢s crueles cometidos durante la posguerra y el franquismo. "En nuestro pueblo, el tiro de gracia lo daban las mujeres de terratenientes y gente destacada", le cont¨® su abuela.
"La p¨¦rdida de derechos y libertades con la llegada de Franco al poder fue generalizado a todas las mujeres", puntualiza Juan Gallo. "Un martirio para todas, fueran represaliadas o no", ahonda la abogada Amparo Rubiales, ponente en estas jornadas.
El pa¨ªs se ti?¨® de viudas o mujeres pacientes cuyos maridos estaban en la c¨¢rcel. Estas mujeres recibieron ataques f¨ªsicos -violaciones, rapados de cabello- y ps¨ªquicos -insultos, persecuciones, deshonras- y lograron sobrevivir en una ¨¦poca ya dif¨ªcil para el resto. Fueron doblemente castigadas.
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